Artesana uruguaya deslumbra con sus coloridos móviles de calabaza
Lucía Tamara cuenta cómo sus creaciones gustan a chicos y grandes, en quienes logra despertar el niño que llevan dentro.
Colores cuelgan y se balancean en el aire en uno de los stands, teniendo la particularidad de estar hechos con calabazas de distintos tamaños y formas. La artista detrás de estas novedades es Lucía Tamara, quien trae su trabajo desde Montevideo, Uruguay, a la 55ª Feria del Arte Popular penquista. "Esto lo empezó mi padre más o menos hace treinta años. Cuando comencé a estudiar Bellas Artes decidí ayudarlo mientras estudiaba. Me gustó y hoy aun continúo", cuenta la artesana.
Desde entonces decidió vivir de este trabajo, confeccionando figuras para la tienda "Piolín", nombre que lleva por el tipo de cuerda que usa para hacer que los móviles floten. "Me gusta la parte de ser libre en el trabajo. Manejo mis tiempos. Tengo la posibilidad de conocer gente, de viajar mucho mostrando lo que hago", expresa.
La materia prima de las piezas artesanales son varias especies de calabazas que crecen mucho en el sur de Uruguay. Al secarse, ésta se endurece y es usada normalmente para hacer instrumentos musicales o recipientes para tomar mate. "Nosotros quisimos darle otro uso porque en Uruguay hay mucho de esto. La lluvia y el calor hace que crezcan mucho", explica.
"Su resistencia es similar a la madera. Nosotros usamos diferentes tipos de calabazas de distintos tamaños, no solo los que usan para el mate", añade.
Empresa familiar
La magia de la creación de los adornos es lograda en conjunto también con el papá y la hermana de Lucía. Durante los treinta años que su familia lleva trabajando con este material, han ido cambiando cada cierto tiempo el producto, siempre creando algo diferente: en un inicio hacían instrumentos musicales y ahora están innovando con los móviles.
La uruguaya añade que en cada creación la familia divide sus trabajos, aportando todos en lo que más tienen habilidad. La producción de una obra es todo un proceso en donde se fabrican piezas por separado y luego se arma.
"Son varios pasos. Tenemos piezas pequeñas de lo que son cabezas, zapatitos, manos. Seleccionamos las partes, las limpiamos, pulimos, cortamos, se va armando", enumera la artesana, quien cuenta que su hermana y ella son las que cumplen su parte cuidando de los detalles, el trabajo más delicado.
Niño interior
Aunque los colores y las figuras inspiran la ternura de un juguete infantil, Lucía Tamara cuenta que su trabajo llama la atención de los adultos también. Dice que los móviles tienen la capacidad de "despertar al niño interior que todas las personas tenemos".
Además, cada pieza es única. A pesar de que trabajan una cantidad de ideas, todas tienen diferentes colores. "Tenemos clientes que son coleccionistas y ellos van buscando algo distinto cada vez que nos ven", subraya.
"Me gusta la parte de ser libre en el trabajo. Tengo la posibilidad de conocer y viajar mucho mostrando lo que hago"
Lucía Tamara,, artesana"