Angélica Vásquez V.
Cada vez que puedo, recomiendo la playa, podría resultar un panorama casi básico, casi como "recomendación fome", pero no lo es en absoluto. Es simple eso sí, y por eso se convierte en una bella terapia. Mi experiencia ha ido de menos a más, y me encanta. La playa me recibe sin ninguna objeción, siento su amor, la recibo a través de la arena, ese famoso olor de brisa marina, su oleaje majestuoso, a veces calmo, a veces más vibrante. Me acepta tal como soy. Recibe mi cuerpo con cariño. La vida se hace de cosas simples. ¡Ahí estoy yo! "El Universo y yo" nadie se interpone. Al tenderme a tomar sol, al bañarme con las espectaculares aguas heladas ahí está la vida, el ahora, el presente. No hacen falta diálogos, no hacen falta protocolos, de hecho al estar con el cuerpo casi desnudo, siento también mi Alma mostrándose y expresándose sin pudor, ¡cómo lo iba a tener si recibo esa inmensa dosis de Energía! Recuerdo una foto de Jim Carrey en la que sale en medio de un lago, apenas se ve y escribe debajo de la foto: "Ahí estoy yo", con esas montañas hermosas, ese lago perfecto... ahhh ¡Y ahí está mi cuerpo! A eso me refiero, eso es lo que me pasa con la playa y con toda energía llena de amor, me conmueve, como me conmueve ver el brillo en los ojos de las personas, la nobleza de algunos seres y la fortaleza de mi propio camino también, no es autoreferencia, sólo un manifiesto que me permito hacer, para que no olvidemos de qué estamos hechos y de todo el despertar que podemos alcanzar. La playa es perfecta, la arena es perfecta. El sol, la brisa, los vendedores, tú y yo, todos lo somos. Perfectos porque nos enviaron así y ahora lo estamos recordando. Perfectos con nuestras imperfecciones y sombras, perfectos igual. Como cuando hice de flor en una obra de teatro siendo niña, envuelta con papel crêpe, y mi rol era sólo balancearme suavemente de un lado a otro. Perfección de Amor. Ahí estoy yo, ahí estas tú.