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Desalojados relatan cómo viven un "segundo terremoto" en Tomé

En carpas pasan la noche para cuidar sus enseres, luego de ver destruidas sus viviendas.
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Carlos Arias Oreña

Dos días llevan los algueros y cinco familias sin vivienda acampando en la playa Bellavista, luego del desalojo y el cierre de acceso al sector Tres Pinos, camino a Punta de Parra. Los trabajadores se sienten desamparados tras ser sacados del lugar y apuntan a recuperar su fuente laboral.

"Estamos en Bellavista, acampando, haciendo ollas comunes, organizándonos, viendo la situación de nuestros implementos, los botes, las trampas, las líneas", señaló Richard Oviedo, alguero y pescador que fue desalojado en la jornada del miércoles. "Las noches han estado con llovizna, pero hemos hecho carpas, hicimos una rancha con un nylon", añadió.

"Llevo siete años. Antes veníamos a ranchar, con el tiempo empezamos varios a construir nuestras casas un poco más cómodas, porque la temporada es hasta abril. A todas las personas nos gusta estar cómodos si están nuestras familias, porque el estar lejos para nosotros es un desgaste emocional", recalcó.

El hombre lamentó además que su hijo de 7 años tuviera que vivir el desalojo. "Lo abracé con mucho cariño al salir, tras quedar detenido por defender mis cosas. Mi hijo se crió en esto, ama esto, es el que toma las palas y se pone a trabajar conmigo para hacer el patio más lindo. Hacíamos jardín, teníamos huerto".

Oviedo cumplió ayer 40 años y una de las cosas que lamenta fue que el desalojo pasara en estas fechas, a pocos días también de Navidad. "Tiraron el bote, todo quebrado, encima de mi cabaña para guardar mis cosas destruidas. La forma no fue nunca la correcta, fue llegar a destruir. Estoy con dolor en mi corazón porque hicieron llorar a mi hijo", resaltó.

"No tengo casa, yo estaba acá todo el tiempo, hasta agosto. Viajo a Concepción a trabajar en chatarra cuando la pesca está mala. Tengo mis dos manos buenas y trabajo en lo que sea. Tengo una hija también que está estudiando contador auditor, entonces son proyectos de vida que uno no tuvo, tengo que esforzarme por ellos" indicó.

Piden oportunidad

Eva Fuentealba, dirigenta del sindicato de algueros de Tomé, señaló que "la problemática es que no está definida la línea, porque tienen que venir a medir dónde rompe la alta marea y los ocho metros, para que nosotros volvamos a hacer las cabañas que vamos a instalar. La ley a nosotros nos favorece y nos da lugar a tener algo para pernoctar en la temporada. Tenemos derecho a eso, donde se deja la luga, los materiales de trabajo".

"Acá se está pidiendo una oportunidad, nada más. Como pescadores, la ley nos ampara, somos recolectores de orilla. El trabajo de la autoridad era separar aquellos que se tomaron los sitios de aquellos que trabajamos ahí. Hay cinco familias también que no tienen solución", manifestó la dirigenta.

Richard Oviedo se mantiene en el lugar apoyando a su gremio y resguardando sus pertenencias. En el día se acompaña de su esposa, quien en la noche se va a cuidar a su hijo, quien por ahora se está quedando en casa de un familiar. El pescador dice que no quiere perder todo lo hecho ni su fuente laboral.

Los dirigentes dicen que pretenden seguir con las conversaciones para llegar a un acuerdo y aseguran tener todos los papeles que los avalan en su trabajo.

Cabe señalar que en la semana, la alcaldesa (s) de Tomé, Marissa Macchiavello, aseguró que el desalojo "se ampara en la ley general de urbanismo y construcciones". "Las construcciones están sin permiso de edificación y existe un decreto firmado por el alcalde, que fue notificado vivienda por vivienda", aseguró.

7 años llevaba Richard Oviedo viviendo en el sector Tres Pinos, en el borde costero tomecino.

Angélica Vásquez V.

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Creo que suelo hablar de empatía con frecuencia, es importante, para mí lo es, definitivamente nuestra vida cambia y se eleva cuando estas condiciones están incorporadas a nuestra vida diaria. Ponerse en el lugar del otro y conectarse con lo que siente y tender la mano mirando más allá de nuestros ojos físicos, entendiendo que la otra persona no está bien, eso no tiene precio. O sea, sí lo tiene, uno altísimo, sagrado, diría yo: el valor de ser íntegro y completo, la enorme diferencia entre estar muerto o vivo. Pero ¿qué tan empáticos somos? ¿qué tanto conectamos con el resto? ¿o nos conformamos sólo con la sonrisa amable y la voz suave creyendo que nuestra cuota de ser un buen ser humano está lista por hoy? Algo así como emocionarse con historias de Teletón, pero ni siquiera saludar a tus vecinos o tensar ambientes de trabajo. O postular a voluntario en una actividad navideña, pero proceder sin miramiento con los que tienes al lado durante todo un año, justificándose en que es el libre albedrío o qué sé yo. Creo que si sientes verdadera empatía y compasión, estás conectando con tu lado más poderoso, con el más power. Estás recordando por qué te enviaron acá. Así como Happy Christmas de John Lennon, cuando dice que ya pasó un año y te sentarás a cenar celebrando navidad como si nada. Bueno, pueden pedirlo como regalo de navidad. Algo así como menos frases para redes sociales y más empatía de la verdadera. Se puede. ¡Vamos que se puede! Por lo pronto tampoco es malo observarse y atreverse a dejar atrás máscaras de todo tipo, conocerse sin anestesia, manteniendo una perspectiva serena, otorga un real pincelado de lo que ocurre en nosotros. Empatía y compasión forever…


Empatía + compasión: aprobado