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Fiscal especial indagará muerte de Catrillanca

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Michael Seguel P.

Un fiscal especial fue designado ayer para investigar la muerte del comunero mapuche Camilo Catrillanca (24), quien fue herido de bala en la cabeza el miércoles en Ercilla, en la Región de La Araucanía. El comunero recibió el tiro luego del ingreso de integrantes del denominado "Comando Jungla" de Carabineros a la comunidad de Temucuicui, en medio de un procedimiento policial por un robo de vehículos, aseguró la policía.

El fiscal que indagará el caso es Roberto Garrido, quien encabeza la Unidad de Derechos Humanos de la fiscalía de La Araucanía. El fiscal ordenó a la Brigada de Homicidios de la PDI investigar las causas del deceso del nieto del lonco Juan Catrillanca.

La unidad investigó, entre otras causas, la muerte del comunero Alex Lemún en 2002, detalló el Ministerio Público en un comunicado. "Estamos a la espera de algunos informes que nos permitan ir orientando en definitiva las diferentes hipótesis de la investigación que tenemos que manejar", detalló el fiscal.

Gobierno

En La Moneda, el ministro de Interior Andrés Chadwick sostuvo que "los hechos han tenido origen en un delito común, en un asalto grave y violento contra cuatro mujeres, delito común que nada tiene que ver con las situaciones del conflicto que se han vivido en la zona".

Respaldó la labor de Carabineros, aunque sostuvo que "se le exige el respeto de sus deberes" y a "los procedimientos legales". Chadwick no explicó el origen del disparo que mató al comunero.

Desde Singapur, el presidente Sebastián Piñera escribió en Twitter que el "Gobierno agotará medios para investigar verdad de lo ocurrido, solicitando un fiscal de dedicación exclusiva. Al mismo tiempo, ratificamos deber de Carabineros de perseguir delitos y su derecho a defenderse cuando son atacados".

El cuerpo de Catrillanca fue trasladado a Temucuicui para su funeral.

Trabajadores hablan de su vida en fábrica Albano

A los más antiguos les cuesta pensar en la reconversión laboral y sólo quieren que todo termine bien.
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Alfonso Levet

Toda una vida dedicados a aprender las labores propias de la confección de calzado tienen varios de los trabajadores de la fábrica Albano, cuyo cierre fue anunciado esta semana.

Durante la jornada de ayer, la directiva del sindicato sostuvo reuniones con diversos organismos para conseguir apoyo para los trabajadores. Uno de ellos será pedir atención psicológica para aquellos a los que la noticia los tiene mal anímicamente.

Un par de años después del traslado de la fábrica desde Coronel a Concepción, Andrés Candia se incorporó a Albano. "Llegué casi en los inicios de la empresa, cuando era un galpón no más. Después esto fue creciendo", relata en su departamento de Lagunillas, desde donde se traslada diariamente hasta su lugar de trabajo.

"Empecé cuando habían máquinas manuales, había que manejar tres máquinas simultáneamente", rememora de esos primeros años.

Para ahorrar, él llevaba un "manche", que es como se llama en la zona del carbón a la colación. "A veces era un pan con mantequilla no más, ésa es la verdad", confidencia Candia.

El maestro conoció a su señora, Teresa, cuando ya estaba en la fábrica. "Éramos como 30 trabajadores en esos días", recuerda.

"Lo que pasó es difícil de entender", afirma sobre el inminente cierre de la fábrica, y dice que lo que les dolió es haberse enterado por los medios. "¿Por qué no nos reunió como sus trabajadores y nos dijo que llegaba hasta aquí, que no hay más", se preguntó.

Candia y su esposa viven con el menor de sus hijos, pero además ayudan económicamente a una nieta de su hijo fallecido. "La verdad es que no he pensado bien qué voy a hacer después, por ahora, preocuparnos de que nos paguen todo lo que nos corresponde".

Del carbón al zapato

Uno que ya pasó por una situación similar es Gastón Lizama, que llegó a la confección de zapatos por medio de un programa de reconversión laboral tras el cierre de Enacar.

"Estuve 17 años en Enacar y cuando se acabó eso, estuve como seis meses en el programa de reconversión laboral que se implementó, y así llegué a trabajar en la confección de zapatos", cuenta Lizama, momentos antes de entrar a la licenciatura de una de sus nietas, en Lota.

En Albano completó 20 años trabajando, el último tiempo como cambrador, y asegura que no espera que ocurra nada extraordinario. "Ya está todo decidido y hay que ver qué dice el liquidador no más".

Él y su mujer, Marlen, confiesan que están más preocupados por los trabajadores más jóvenes y con familia. "A mí lo que me friega es la edad, porque a los 60 años es difícil volver a insertarse en otra pega".

"le di mi juventud"

En su casa, en Chiguayante, Arcadio Lara recuerda que llegó a la empresa hace 42 años, 15 días después que uno de sus hermanos. "Al principio estuve en el sindicato y después me salí, realmente estoy arrepentido de no haber seguido", confiesa, afirmando que podría haber conseguido más cosas desde el sindicato. "Le di mi juventud a la empresa", subraya.

"Por ahora no sé bien qué pensar o qué hacer, uno aprendió a hacer zapatos no más, y ahora integrarse a otro trabajo es complicado", reflexiona, y agrega que "tenía pensado trabajar en la fábrica unos cinco años más, hasta los 70 años".

Arcadio lamenta que no se haya podido superar esta crisis, como otras anteriores, "murió nuestra querida fábrica, luego de una vida trabajando sin fallar. Ojalá que por lo menos nos paguen todo".

"A mí lo que me friega es la edad, porque a los 60 años es difícil volver a insertarse en otra pega"

Gastón Lizama, trabajador"