Utileros: los primeros en llegar y últimos en salir del camarín
Cumplen una silenciosa labor, pero vital para que todo ande y funcione como reloj en los distintos equipos de fútbol de la zona. Tres experimentados, y un "aprendiz", hablan del abnegado trabajo que realizan con pasión y mucha entrega.
Una de las primeras micros que circula por Hualpén minutos antes de las 7 de la mañana, lleva a diario a Jacinto Cortés directo a su lugar de trabajo, el estadio CAP-Acero de Talcahuano.
Es uno de los primeros en llegar al recinto. El encargado de abrir el camarín y dejar todo ok para que los muchachos lleguen al rato después, se equipen y se vayan a su entrenamiento. Zapatos, camisetas y medias listas en cada uno de los puestos de los jugadores, para que sólo tengan que arreglarse y hacer su pega en la cancha.
"Acá uno tiene que anticiparse a la jugada", dice Jacinto, a quien pocos le saben su nombre, pese a verlo a diario ordenar la indumentaria, los implementos para entrenar o recoger los balones. "Acá todos me conocen como el Panchito, o Guaguito", dice entre risas.
Cuando recién llegó al club, hace más de dos décadas, su trato hacia los niños del club deportivo era de decirles "Panchito", de ahí que un colega lo bautizó de esa forma. Años después, un ex U. de Chile que vino a jugar al Huachi, le puso el otro mote. "Cuando llegó Nicolás Larrondo andaba con eso de Guagüito, ahí quedé también con ese apodo", dice.
Y el encargado de prensa que lo acompaña en la entrevista le dice que revele el tercer "bautizo". "Ya verdad, también me dicen el Bruce Willis", reconoce, por su parecido al actor germano-estadounidense.
Esa buena onda es parte de lo que vive a diario con el plantel, y con decenas que ha visto pasar en su larga carrera como utilero de Huachipato.
"No es un común de los trabajos, es muy especial. Acá no hay horario, puedes entrar en la mañana, después en la tarde, puedes trabajar 16 o a veces 24 horas cuando hay que viajar. Esta es una pega bien sacrificada, somos de bajo perfil, pasamos lo más desapercibido posible, porque acá los actores principales son los jugadores. Lo nuestro es atenderlos bien, tenerles todo lo que necesitan", apunta.
De memoria
Es tanta la cercanía que se produce con el plantel, que se aprenden de memoria los gustos y requerimientos de cada uno de sus integrantes. "Uno le va conociendo sus gustos, que quieren usar debajo de la polera, por ejemplo. Antes se usaban vendas, ahora usan sus camisetas, todo más sofisticado. Algunos tienen sus gustos especiales, pero uno los va aprendiendo a manejar. Parraguez (Javier), por ejemplo, le gusta usar la polera bien apegada al cuerpo. Para mí que él es talla L, pero como es porfiado usa M. Ese tipo de cosas uno las va conociendo", apunta Guagüito, cuyo momento más feliz en el acero fue cuando gritó campeón el 2012. "Fue uno de los momentos más felices de mi vida", reconoce Jacinto, casado y padre de dos hijos.
Pero no todo es trabajo, también ha tenido la fortuna de viajar y conocer. "Estuve en Brasil, en Venezuela, cuando tocó jugar copas internacionales. Uno viaja harto en este trabajo. A veces es agotador, pero se disfruta mucho", enfatiza.
Maestro y aprendiz
Quien también sabe de sobra de esto es Luis Baeza, jefe de la utilería en la UdeConce, y que por más de tres décadas se ha dedicado a dicha labor, primero en el Huachi, y hoy en el Campanil.
"Antes eran unos conos, el short y la polera, y las pelotas. Pero ahora son muchas cosas. Conos, petos, estáticos, y la misma indumentaria que usan los jugadores. Todo eso uno lo va aprendiendo", apunta Baeza.
Y toda esa experiencia la traspasa a alguien que nunca pensó podría ser su compañero, el nigeriano "Loveday". "Ha ido aprendiendo de a poco, ya entiende mejor el idioma, así que ha andado bien", afirma sobre su "aprendiz", un joven que vino de África con un sueño de ser futbolista, y que por ahora lo tiene en "pausa".
"Llegué hace dos años. Me fui a probar a Audax Italiano, después en Melipilla, pero no quedé. Más que nada por el tema del idioma, me costaba entender las instrucciones. Me decían, ¿Tócala Loveday? Y no cachaba nada. ¿Pica Loveday? y yo decía, ¿qué es pica? Pero ahora ya entiendo un poco más, se me hace más fácil", responde pausadamente el nigeriano, contento por estar en el Campanil, donde se probó como jugador en las juveniles, pero como no quedó, le ofrecieron quedarse y ayudar en la utilería.
"Me gusta acá Conce, es tranquilo, llueve mucho sí, pero es mejor que en Santiago. Allá todo loco, desordenado, acá es mejor", dice "Loveday", cuyo nombre resulta algo curioso para muchos. "Me llamo así, es como día del amor", bromea.
Junto a su jefe en la utilería, dice haber aprendido harto, además del apoyo del plantel. "Son todos buena onda", afirma.
Don nino, el de siempre
Más años que el mismo club tiene Julio Chávez, quien de sus siete décadas, cinco las ha dedicado a laborar en el club de sus amores: Deportes Concepción. "Toda una vida acá amigo mio", responde de entrada el utilero más antiguo de la zona, quien le limpió los zapatos y le dejó lista la indumentaria a nombres como Haroldo Peña, Francisco Pinochet, Rubén Acuña, Óscar Coll, Osvaldo Castro; pasando por "Palito" Cavallieri, Patricio Almendra, Nicolás Villamil, y llegando a Daniel Benavente, Ángelo Giolito o Ignacio Hermosilla, por nombrar algunos.
"He pasado de todo acá", apunta Don Nino, quien llegó casi de casualidad a esta pega por allá por los años sesenta. "Un día fui al centro con un amigo y llegamos a la sede de Conce, él iba a hablar con Carlos Mora, que era el utilero del club. Ahí llegamos y el hombre estaba un poco atareado. Así que le dije si quería que le ayudara. Me pasó unos zapatos llenos de barro para limpiar. El equipo iba a jugar a Santiago, así que a la vuelta me dijeron si quería trabajar de ayudante en el club. Tenía 20 años. Ahí partí, y aquí estoy", repasa como si fuera hoy.
Y en este tiempo ha vivido de todo en el Conce, desde el título del 67 en Segunda División; ver al Conce en Copa Libertadores; meses impagos, castigos y la última gran pena, la desafiliación del club el 2016. "Tengo para hacer un libro", dice en medio del doblado de camisetas y de buzos, de un cariño imborrable por el León de Collao, y de agradecimiento a quienes siempre lo han apoyado, en especial su esposa, Nelly Pacheco, y a sus cinco hijos. "Ellos han sido un pilar fundamental en esto", dice con orgullo el querido Don Nino.
"Uno tiene que llegar cuatro horas antes de los partidos. Y nos vamos dos o tres horas después".
Jacinto "Panchito" Cortés., utilero de Huachipato."
70 años tiene Julio Chávez Cincuenta de ellos los ha pasado como utilero del Conce.