Apoyo a la progresión de estudiantes universitarios
La expansión del acceso a la educación superior ha instalado el acompañamiento y apoyo a los estudiantes como uno de los desafíos más relevantes para las universidades.
Según Unesco, en el mundo había 99,5 millones personas estudiando en la educación superior en el año 2000, y 207 millones en 2014. La tasa de cobertura creció de 19% a 34%. En Chile, el nivel terciario creció desde 452 mil matriculados en 2000 a 1,3 millones en 2018, con una tasa de cobertura neta sobre 40%. Este aumento se debe a la incorporación de estudiantes provenientes de nuevos sectores socioeconómicos, en un proceso de inclusión aún en curso. Un dato demostrativo: en 1996, los estudiantes del quintil más rico representaban el 40% de la matrícula universitaria y solo el 26% en 2017, según datos de ingresos de los hogares de la encuesta Casen.
La incorporación a la educación universitaria de estudiantes con perfiles socioeconómicos, culturales o formativos diversos, ha presionado por ajustes en las universidades, tanto en su organización interna como en la preparación de sus equipos. La retención estudiantil se ha convertido en un objetivo crucial. Las formas son distintas, la premisa es similar: las instituciones deben hacerse cargo.
En un proceso relativamente reciente (comparado con la trayectoria de muchas de ellas), las universidades han implementado estrategias de apoyo y acompañamiento.