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Pastoras evangélicas cuentan cómo llevan su fe a la práctica

Mujeres cristianas cuentan cómo han ido tomando cada vez más responsabilidades en las labores de asistencia espiritual. Ancianos, enfermos y las comunidades donde están insertas son su foco de atención.
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Alfonso Levet G.

Cada vez con más fuerza y decisión, la sociedad ha ido reconociendo la labor de la mujer en cargos de autoridad y la Iglesia Evangélica no ha sido la excepción. Durante décadas, y siguiendo el ejemplo de una discípula del primer siglo que según el relato bíblico "abundaba en buenas obras", las mujeres evangélicas tradicionalmente se han dedicado a la asistencia espiritual y material de los más necesitados, tanto en la iglesia, como de las comunidades donde están insertas sus iglesias.

En ese sentido, también se ha reconocido el importante rol que cumplen en todos los ámbitos de trabajo y ministerio de la iglesia, las pastoras.

Las mujeres en la iglesia

"Me agrada mucho lo que está pasando con las mujeres" cuenta la pastora Rosita Valdés, "porque la mujer tiene grandes virtudes y talentos y ha ido logrando grandes cosas".

En el ámbito de la iglesia, asegura, "esos espacios se han ido abriendo, y el Señor está levantando a las mujeres cristianas y la iglesia le ha ido dando el lugar que les corresponde".

La pastora relata que a los 18 años sintió el llamado al servicio de la iglesia y decidió dejar sus estudios superiores y partir al seminario de la Iglesia de Dios, en Santiago, donde conoció a quien se convirtió en su marido.

"Cuando terminamos el seminario nos mandaron a abrir obra en Caldera, eso significa partir de cero" rememora, y confidencia que en esos primero años pasaron muchas necesidades porque, reconoce, "antes no había preocupación de si el pastor iba a tener o no para mantener a la familia, por amor a la obra uno no claudicaba; hoy es distinto porque se toman las precauciones para que la familia del pastor no enfrente esas dificultades".

Tras la pérdida de un hijo durante el embarazo, ella y su marido se fueron a Copiapó, donde nacieron sus tres hijos, y permanecieron una década. Posteriormente trabajaron en Osorno y finalmente llegaron a Concepción.

Vocación renovada

Su marido, el pastor Manuel Huerta, fue capellán del hospital regional y presidente del Concilio de Pastores de Concepción hasta que falleció, a principios de este año.

"Pensé que nada tenía sentido, pero algo dentro de mí me decía que me levantara y que no me desanimara, entonces me reencontré fuertemente con mi vocación personal de la juventud y decidí, en el momento más difícil de mi vida, quedarme pastoreando la iglesia", relata, emocionada.

Reconoce que es algo "un poco fuera de lo común", pero que el apoyo de los hermanos ha sido fundamental en este proceso de ir tomando responsabilidades al frente de la congregación.

Actualmente, la pastora Rosita es asistente de capellanía en el hospital regional, donde va al menos dos veces por semana, además de todas las labores que tiene dentro de la propia iglesia.

"Yo ya venía haciendo trabajo pastoral junto a mi marido, estaba involucrada, pero fuertemente. En ese momento no tanto como ahora", admite, y cuenta que también participa de reuniones con otras esposas de pastores.

Lo más emocionante es, asegura, cuando se encuentra en el hospital con personas que conocieron al pastor Huerta, "me dicen que fue un gran hombre de Dios, y que como lo amaron a él, me aman a mí también".

Trabajo en penco

Sofía Luengo y su marido, Heraldo, fueron ungidos como pastores en 2001, y hace tres años están a cargo de la comunidad cristiana Alfa y Omega, en Tomé.

La pastora asegura que su labor está enfocada en atender a mujeres, quienes "a veces sienten más confianza para contar de sus preocupaciones o problemas a una mujer, a la pastora".

Asimismo, a través de un hijo, visita a pacientes oncológicos y sus familias, "es una labor difícil porque hay que dar fortaleza y consuelo a familia que muchas veces reciben malas noticias; pero el Señor nos guía".

Cuenta que la labor de las mujeres en la iglesia evangélica es amplia, "trabajamos con las hermanas, con las Damas de Blanco, y pertenezco a la Unión de pastoras Penco Lirquén".

Aún así, hay personas que cuestionan que las mujeres sean reconocidas como pastoras, ella se lo toma con humor y responde que "cuando resucitó el Señor, a las primeras que se les apareció fue a la mujeres".

La pastora asegura que "el trabajo pastoral no tiene horario, así que la casa pastoral tampoco, es un trabajo a tiempo completo, y gracias a Dios tenemos mucho apoyo de la familia y los hermanos".

Trabajo

"Las mujeres dentro de la iglesia son hermosas, un apoyo importante, incluso cuando alguna no esté de acuerdo, todas son importantes", explica la pastora Patricia Rodríguez, de la Iglesia de Dios Autónoma y esposa de Manuel.

Cuenta que desde niña vio a su madre servir en la iglesia Ejército Evangélico de Chile, "servir a los demás es un don, no puedo ver que todos trabajan y no hacer nada, me siento mal; me crié así".

La pastora enfoca su trabajo en la atención espiritual y compañía a las hermanas mayores de la congregación, a quienes visita regularmente, "ellas son un pilar fundamental, porque son las que están orando de manera constante, pidiendo al Señor por la iglesia, y también oran mucho por los misioneros".

Detalla que las necesidades son muy variadas y van desde ayudarlas en asuntos domésticos, hasta escuchar sus confesiones, "son cosas muy íntimas y personales y sienten la confianza de hacerlo, le doy gracias a Dios porque me ha permitido guardar esas confesiones".

Patricia resalta que en el trabajo pastoral ellas mismas pueden requerir de alguna consejería, y para eso tiene un grupo de pastoras a quien recurrir, "tenemos un grupo de amigas, somos pastoras, pero también somos amigas, lo que le falta a una, la otra se lo da y nos aconsejamos, ese grupo ha sido muy bueno".

"El Señor está levantando a las mujeres y la iglesia le ha ido dando el lugar que les corresponde".

Pastora Rosita Valdés,, Iglesia de Dios."

"El trabajo pastoral no tiene horario, así que la casa pastoral tampoco; es a tiempo completo".

Pastora Sofía Luengo,

Iglesia Alfa y Omega de Penco"

2010 fue el año en que Patricia Rodríguez y Héctor Luengo comenzaron su trabajo pastoral.