Documental penquista pone en valor la historia del vino pipeño
Investigación recogió en voz de sus protagonistas los saberes que involucran su elaboración.
Siempre ha sido considerado el pariente pobre de los vinos chilenos, inexistente en las cartas de muchos restoranes, asociado más bien a alguna cantina perdida en algún barrio, barrido hasta el borde de la historia vitivinícola. Sin embargo, el popular pipeño y su ancestral producción, fuertemente arraigada en el Valle del Itata, ha sobrevivido en el tiempo, buscando su espacio o momento para tomar un lugar de privilegio en la memoria nacional.
Precisamente, con el fin de identificar un sistema productivo tradicional, y que no había sido reconocido como parte del patrimonio del vino chileno, Paula Mariángel y Marcela Bahamonde, junto a la fotógrafa María Victoria Hernández, encabezaron una investigación que se tradujo en el libro "Viñas y Toneles del Itata", el cual dio a su vez origen al documental "Pipeño, una memoria que porfía", que se lanza este martes en Concepción.
"El pipeño siempre ha sido tildado como vino pobre. Entonces nos llamaba la atención la capacidad de resistir de este tipo de producción vitivinícola frente a tantas dificultades que han tenido que soslayar en el tiempo, en términos de su incorporación al mercado, de la invasión forestal, de un montón de modelos de desarrollo para el territorio que no han sido beneficiosos para el campesino en general. Eso nos motivó a intentar entrar en una investigación etnográfica y en profundidad", explica Mariángel, antropóloga de la ONG Cetsur.
La idea, del libro primero y del registro audiovisual posterior, apunta a otorgar al pipeño, así como a un sistema de producción histórico que involucra saberes igualmente ancestrales, el reconocimiento debido y visibilizar la tradición vitivinícola del Itata. "En términos de valoración, para la historia vitivinícola chilena es prácticamente inexistente, salvo que ahora, en los últimos años, con este boom de la patrimonialización, se ha empezado a intencionar el reconocimiento de las cepas", indica la profesional.
No obstante, más que a las cepas -como la uva Italia o Moscatel de Alejandría en los blancos o la cepa País o Cargadora en los tintos-, el trabajo investigativo busca dar reconocimiento "a los saberes expertos que se involucran en este proceso: se reivindica el conocimiento de la tonelería, la relación agroecológica que se tiene con la tierra cuando se cultiva la viña".
-En ese boom por lo patrimonial del que habla ¿se ha valorado más al pipeño como ingrediente del popular "terremoto"?
"El 'terremoto' creo que aparece a mediados de los '80 y claro, ahora está súper popular. Lo que reclaman los viñateros del Itata es que el pipeño que llega a Santiago muchas veces es un pipeño falso, hecho con una fórmula química. Porque hay distintos tipos de tratamiento para la uva, pero el pipeño es un vino que no se envasa tradicionalmente en botellas, sino que en pipas. De ahí deriva su nombre".
Orígenes
Sobre el origen del vino pipeño, "se dice, porque no hay una versión única, que las primeras cepas que llegaron a Chile se embarcaron en el puerto de Penco y dada la situación climática de la costa emigraron un poco más hacia el interior. Ahora, quienes consolidaron la producción vitivinícola en el territorio fueron los jesuitas, eso está claro", subraya.
-¿Qué dificultades tiene hoy la elaboración?
"Los acontecimientos más graves, además del tema de los precios que se pagan, es que con el terremoto del 2010 se cayeron muchas bodegas, antiguas, de adobe, y con ello las cubas y lagares también se destruyeron. Parte importante de los viñateros ya no producen vino y han tenido que dedicarse a vender la uva a las grandes vitivinícolas, que vienen de la zona central a comprar. Eso se grafica en el documental".
-¿Hubo alguna sorpresa durante la grabación?
"Lo que logramos audiovisualizar fue una vendimia que todavía funciona con zaranda, algo que ya casi no existe, pero logramos dar con una que no es una recreación, es real. Y queda expresado que el zarandeo es un oficio, un conocimiento técnico experto, no cualquiera puede pisar la uva, que es lo que hoy pasa en fiestas del vino que ponen a una niña vestida de huasa y baila encima de la uva, y se recrea supuestamente una vendimia. Pero la verdad es que es imposible que ese tipo de técnica funcione para la producción de vino, tiene que haber un conocimiento".