Leo Riquelme
Desde 1994 que el entomólogo Víctor Monzón estudia las abejas nativas. Comenzó investigándolas para su tesis de doctorado en la Universidad Autónoma de Barcelona.
"En esa época no había crisis como ahora, en que hay una disminución de los polinizadores en general. La idea era buscar algunos alternativos que ayudaran a la abeja de miel a polinizar cultivos agrícolas", describe el académico de la facultad de Ciencias Básicas de la Universidad Católica del Maule.
En Chile se han identificado unas 450 especies de este tipo, aunque se cree que hay más de mil. A diferencia de las mieleras, las nativas no viven en comunidad, son solitarias y cada una forma y cuida su propio nido, aunque nunca ve su descendencia, pues muere antes del año. Cada ejemplar apenas vive de septiembre a marzo.
"Cuando le cuento esto a los niños en los colegios no les gusta. Es bastante triste que no conozca a sus hijos", reflexionó.
La especie elegida
Pero más allá de la pena, la naturaleza es sabia y las larvas se desarrollan y nacen justo en el momento de la floración, por lo que apenas pueden volar comienzan a ayudar a la polinización.
Conociendo este ciclo, y a sabiendas de la disminución de las colonias de abejas mieleras en el mundo, el equipo se adjudicó un fondo de investigación para buscar especies alternativas en dicha zona, y que podrían polinizar cultivos como los cerezos.
En la indagatoria ubicaron unas 300 abejas nativas, pero decidieron trabajar con la Corynura chloris, la cual fue recolectada y en un laboratorio recrearon las condiciones ambientales para criarlas.
"Ahora ellas, igual que si estuvieran en el campo, ya comenzaron a moverse, entonces creamos una unidad, que es como un kit, donde irán esas abejas, y se los vamos a entregar a los agricultores que están asociados al proyecto para que ellos las puedan soltar en sus campos y se puedan establecer", explicó el experto.
Cada Unidad Suplementaria de Polinización -que es su nombre técnico- consiste en una caja de cartón degradable que contiene las larvas. El kit debe enterrarse en un lugar que tenga sol directo, sin sombra y que no esté cerca de regadío. Cuando vuelen, y si todo resulta como esperan, en el grupo conceden en que esto puede ser considerado como la avanzada de un nuevo ejército polinizador para el agro nacional.
"Esperamos que las abejas van a emerger y van a ir a lo que esté en flor en ese momento. La idea es que eso vaya en coincidencia con la floración del cultivo agrícola. Por ejemplo, ahora están en flor los cerezos y comienza la de arándanos. Lo más probable es que vayan a esos cultivos, aunque son libres de ir a otros lugares (...) Ellas se van a ir donde tengan alimento, que será la floración del cultivo o con la flora acompañante del cultivo, que es la que está alrededor y que habitualmente eliminan. La idea es que las dejen para que se establezca la abeja nativa", planteó.