El resurgir de los Traperos de Emaús luego del gran incendio
El 30 de junio de 2015 fue el día en que las llamas consumieron la bodega y el patio de ventas del local.
Hoy se cumplen tres años desde el voraz incendio que destruyó las bodegas y el patio de ventas de los Traperos de Emaús en Chiguayante.
Pasado ese tiempo, el ánimo de los trabajadores es muy bueno, mientras reciben a la gente que quiere comprar objetos que han sido reutilizados como ropa, televisores, muebles, repuestos y hasta maniquíes.
"Nuestro oficio es recolectar cosas que las personas no están usando, sea en sus casas u oficinas. Ellos llaman por teléfono y agendamos para retirarlas. Luego, las recuperamos, reutilizamos y vendemos. Así se generan los recursos para mantener nuestra comunidad de vida que alberga hoy a 13 personas. Por ejemplo, tenemos lavadoras, televisores y bicicletas a las que les damos otro uso para así ayudar a las familias que no tienen mucho dinero", describió el encargado de la sede en Chiguayante, Víctor Padilla.
Incendio
Padilla, quien llegó a la comunidad hace 36 años, recordó ese 30 de junio de 2015 como un día muy triste. "Me enteré del incendio cuando iba a trabajar. Fue un momento trágico, porque nos impidió tener un espacio que necesitamos para mantenernos".
Rosa Verdejo es otra de las trabajadoras, quien actualmente se desempeña como tesorera. Contó que ese día "quedamos de brazos cruzados. Perdimos todo y fue terrible. Tuvimos que empezar de cero. Hoy estamos bien, pero nos falta la construcción del galpón. No hemos tenido ayuda con respecto a recursos".
Víctor Padilla aún cree que falta mucho para decir que los Traperos de Emaús funciona de forma normal. "Tenemos que reunir fondos de lo que se pueda generar para invertir. La ayuda es escasa y esporádica. Se necesitan muchos recursos. Nos proyectamos en etapas y nos falta planificar bien para financiar el proyecto de construcción", sostuvo.
Orgullo
Los Traperos de Emaús empezaron su oficio en Chile hace 41 años. Es un movimiento internacional fundado por un sacerdote católico francés (Abbé Pierre), en el cual se acoge a personas en situación de calle, quienes tienen la posibilidad de trabajar en el oficio.
"Me enorgullezco de la labor de ayudar a compañeros a que se pongan de pie, porque llegan muy deteriorados desde la calle. La capacidad de albergue es para 20 personas y hoy tenemos a 13", dijo Rosa Verdejo, quien forma parte de los Traperos de Emaús hace ocho años. Por su parte, Víctor Padilla aseguró que "me enorgullezco del trabajo que hacemos porque demostramos que somos capaces de hacer cosas diferentes. Es un oficio único".
Sobre la cantidad de trabajadores, Padilla dijo que "nosotros somos, en promedio, 40 o 45 personas que estamos permanentemente".
El más antiguo
En la sala de ventas trabaja César Villena, quien llegó a la comunidad de Emaús hace 18 años. Nació en Talca y se crió en Concepción. Dice que el trabajar en este lugar le ayudó a establecerse y a cumplir con responsabilidades.
"Llegué acá porque llevaba una vida bastante mala afuera, tomaba muchos tragos. Cuando empecé me dijeron que me iba a ayudar a ponerme de pie y a las finales me gustó. Fui envolviendo diarios y pasé por todo, ahora atiendo en la sala de ventas y quiero estar aquí hasta que me muera", dijo Villena al lado de un televisor que está a la venta.
Para el trabajador, lo más importante de pertenecer a los Traperos de Emaús es la buena relación con sus compañeros: "Aquí se vive en comunidad y destaco la unión que tenemos unos con otros. Hay desayuno, almuerzo, once y buenas camas. A veces nos portamos bien y otras veces no tanto, pero son las menos porque sabemos que tenemos una obligación".
El amor que tiene César Villena por su oficio es tanto, que no ha pensado por ningún motivo en abandonar la comunidad. "Tengo seis hijos y podría estar con ellos porque cuando los voy a ver me dicen que me quede, pero no quieren que lave los platos o que barra. No quieren que haga nada, mientras que acá uno es servicial y hay que estar siempre pendiente. Ya voy para los 73 y así van pasando los años, pero estoy muy feliz en los Traperos de Emaús y por eso quiero quedarme aquí".
Por último, Villena mostró con satisfacción el logo de trapero de Emaús estampado en su ropa. "A todos quienes me preguntan, les contesto orgullosamente y con la frente en alto que trabajo en los Traperos de Emaús, porque me ha ayudado a ponerme de pie. Mis hijos me siguen tratando de convencer, pero yo me quedo acá. Aunque ahora van a venir más seguido a verme y eso me pone contento".
Los horarios de atención de los Traperos de Emaús en Chiguayante son los lunes, miércoles y viernes de 9.30 a 13.00 y los martes, jueves y sábado (9.00-13.00, 14.00-17.00). Sin embargo, cuando se trata de donaciones, el local estará abierto para recibirlas, o bien, los dos camiones recolectores estarán disponibles para recoger los objetos.
"Me enorgullece la labor de ayudar a los compañeros en situación de calle".
Rosa Verdejo,, trabajadora Traperos de Emaús"