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[Ricardo denevi, dueño del Manhattan, la picá más famosa de Conce]

"Los emprendedores del sándwich deben tener hambre por surgir"

El "Tío Manhattan" repasó la historia que lo llevó a transformarse en ícono y figura popular. Además, aprovechó de aconsejar a las cientos de personas que hoy buscan abrirse paso en el mismo rubro.
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Como un faro, casi como una luz para aquellos que se encuentran perdidos en el bajón tras el carrete, aparece él, el reponedor: un sánguche del que chorrea la palta y la mayonesa conocido como Manhattan. Su creador, Ricardo Denevi, se ha transformado en una leyenda y, muchas veces, en un amigo de todos aquellos errantes que han "vuelto a la vida" al costado de la Vega Monumental, saboreando la carne mechada de un sándwich calentado en una estufa a parafina.

Con 68 años y un poco más retirado de las madrugadas, el reconocido empresario penquista recuerda su historia y entrega algunos tips para aquellos que se abren paso en el mundo en el que él logró consolidarse.

-¿Qué era de usted antes del Manhattan?

"Empecé a trabajar desde los 14 años, en una mueblería con mi papá en el centro de Concepción. Estuve seis años en eso. Tiempo después me asocié con un primo para tener un barcito en Caupolicán con Prieto. Trabajábamos de domingo a domingo y, durante ocho años no supe lo que era tener un día de descanso. Eso fue porque era muy joven".

-¿Cómo llegó a trabajar en la Vega Monumental?

"En 1980 la Vega, finalmente, se vino a donde está actualmente. Hubo cuatro días en los que no vendí nada así que con muy pocos recursos, me fui a trabajar afuera del recinto, como ambulante por algunos años. Empecé vendiéndole a los trabajadores sánguches de cecina y queso envueltos en nailon, con café. Después, me compré un furgoncito y una estufita para poder calentar los panes".

-¿Ahí fue vital el apoyo y el cariño de la gente de la Vega, cierto?

"Claramente. Teníamos hasta un sistema en el que ellos me dejaban sus carnets para saber a quién tenía que venderle y como garantía por el consumo. En ese entonces los sanguchitos costaban $50 cada uno. Después, a los trabajadores de la Vega comenzaron a sumarse taxistas, que sabían que me iban a encontrar desde la una de la madrugada hasta la mañana siguiente".

-¿En qué momento nació el sándwich Manhattan?

"Nació de la necesidad de presentar algo más. Primero llevé completos y sánguches de carne, pero era una carne más entera, les daba dos horas de cocción. Hasta que un día, se me olvidó sacar la carne a las dos horas y me vine a acordar cuando ya llevaba como cinco. Ahí quedó demasiado blanda y comenzó a desmecharse. Probamos y quedó bien, así que ahí comenzamos a preparar el Manhattan".

-¿Y por qué le puso Manhattan como nombre?

"Siempre me gustó ese nombre para las cosas. El bar que tenía en Caupolicán con Prieto se llamaba Manhattan Club Bar. Pensaba que esa palabra daba un sinónimo de algo grande, fabuloso. En esos años daba esa impresión, jajaja. Después vinieron las variaciones del tradicional, que era carne queso mayo, así nació el 'A Matar' que agrega palta y el 'Recuperador de carrete' que es con todo".

-Aparte de eso inventó frases que son el sello de su local...

"Una vez un cliente vino y empezó a chorrearle la palta y empezó a reclamar. Una persona que estaba sentada atrás le gritó: 'es que si no chorrean no son Manhattan'. Ahí quedó. Después mi señora, que dibuja perfecto, hizo unos monitos mirándose comiéndose una hamburguesa que chorrea. Luego vino el grito 'carrete, copete, Manhattan' porque somos parte importante de las salidas nocturnas".

-¿Por qué cree que le ha ido tan bien?

"Porque tenía hambre de salir adelante. Me pegaba seis resfriados por temporadas, pero me iba a pinchar y seguía trabajando. A veces con los calzoncillos mojados por la lluvia pero yo siempre le puse corazón Quizás la gente vio eso y lo supo valorar. Pero nada hubiera sido posible solo: Yerko, quien hace los sándiwch, ha estado conmigo por 26 años. Jeanette, que me prepara las cosas, 27 años. César ha estado trabajando junto a mí 18 años y se han sumado otros jóvenes más. Yo he sido la parte visible, pero los fundamentales son ellos. Ellos hacen la verdadera pega".

-Mucha gente está emprendiendo actualmente al igual como lo hizo usted...

"Ahora está lleno de carros, deben ser unos 200 como mínimo pienso yo. Y eso me alegra muchísimo. Me alegra que hayan deliverys también porque son personas jóvenes o gente que quiere surgir como lo hice yo, por sus hijos, por sus familias. Quiero que todos tengan su espacio, porque todos tienen derecho al pan. Hay jóvenes que se me acercan y me dicen: 'tío hace tiempo tengo mi local y lo que usted hizo me inspira'. Yo les digo a todos que podrán surgir si luchan por sus ideales y consiguen una trayectoria".

-¿Qué otro consejo les daría?

"Los emprendedores de los sándwich tienen que tener hambre de querer surgir. Tener apetito de tirar para arriba es fundamental. Siempre he dicho que se puede, aunque cueste. Pero siempre se podrá si tienen la camiseta puesta por sus sueños. Otra clave es la atención personalizada. Eso hace que uno entable una buena onda y así el cliente vuelve por el cariño y calor de hogar".

-¿En qué está el Manhattan en la actualidad?

Mi hijo está trabajando de la misma forma que yo, los mismos productos para seguir con esto que hemos creado. Él ahora tiene dos locales: el Manhattan 2 frente al Versluys en calle Victoria, en San Pedro de la Paz, y otro en Talcahuano, en Mediocamino. Él continuará lo que yo hice y lo estoy ayudando en todo lo que puedo".