"Hasta no hace mucho, desde Londres alguna vez se dominó cerca de un cuarto de la superficie del planeta y casi a un tercio de su población.

Sin embargo, luego de la Segunda Guerra Mundial, todo el esplendor imperial decayó, cuando sus antiguas colonias paulatinamente se independizaron, dejando al otrora poderoso Imperio Británico como una sombra de sí mismo.

Entonces, si la importancia del imperio ya no existe, ¿cómo es posible que el Reino Unido y el matrimonio de uno de los miembros de su familia Real convoquen tanto interés? La razón es sencilla: la monarquía ha sabido adaptarse a los tiempos que corren.

Más cercana a su pueblo, pero conservando la magia de lo tradicional, la Corona goza de una popularidad que cualquier gobierno republicano querría.

Así, el matrimonio del príncipe Harry de Gales con Meghan Markle ejemplifica esa reinvención, abandonando la endogamia y aceptando en su seno, y sin resquemores, a una mujer de ascendencia afroamericana independiente y carismática".