Es el ojo que retrata la vida en Mediocamino
"Enrique Molina" lleva más de dos décadas inmortalizando las mejores escenas del Club Hípico de Concepción y 50 años relacionado al turf local, llegando a ser incluso propietario.
Cámara al hombro o en mano, y siempre con jockey, incluso si no hay sol. Es la imagen imborrable del fotógrafo oficial del Club Hípico de Concepción, cuyo nombre de pila es Rubén, pero a quien todos conocen como Enrique Molina pues, aseguran, "suena mejor".
Tenía que tener un nombre "golpeador" para tomar el relevo del anterior "captador de imágenes" del óvalo de Avenida Colón: Espartaco González, quien no únicamente fue un "hincha acérrimo de Fernández Vial", como señaló Molina, sino incluso su presidente cuando el club ingresó a Tercera División en 1981.
Los inicios
"¿Que cómo llegué a este oficio? Porque era y sigo siendo fotógrafo de fiestas sociales, y un hípico apasionado, tanto que llevo 50 años en la actividad. En Mediocamino conocían ambas facetas, pero quien me dio el impulso final para tomar la pega fue Luis Azócar (preparador ya fallecido). Insistió en que yo era el hombre indicado, pues conocía el ambiente, manejaba sus códigos", recordó.
De ese momento "han pasado poco más de dos décadas", aseguró quien ya suma 72 años de edad, y quien todos los martes se mueve entre la línea de meta y la pelousse para retratar a los ganadores de cada carrera, o a quien quiera una imagen al lado de su caballo, jinete o preparador preferido.
"Soy uno de los pocos afortunados que trabaja en lo que le gusta", aseguró, y para recalcar que está sumergido en el mundo del turf, agregó que "conocí a los padres de los propietarios actuales".
Muñeca y vista
De su labor expresó que "se ve fácil, pero no lo es. Congelar la imagen del caballo cuando pasa por la meta requiere muñeca y vista, pero especialmente experiencia, y en la pelousse hay que estar atento, pues en cualquier momento se pone a bufar (resoplar) o a patear. Esto no es como tomar una foto en la playa. Aquí el pingo no modela, no espera. Si no estoy atento, perdí".
Y acotó que "cuando he pedido a alguien que me venga a reemplazar, no da el ancho. Tiene crisis de pánico y ya a la tercera prueba se va".
"Somos pocos los que tenemos esa especie de don de que el caballo nos mire para la foto", aseveró quien está casado con Eulalia Villegas y es padre de Angélica y Adriana.
"Mis hijas me acompañaron por muchos años en el hipódromo, hasta que se casaron e hicieron sus vidas. Ahora sólo mi esposa, que está delicada de salud, me colabora. Es como mi secretaria, pues se encarga de entregar la fotos y recibir el pago", dijo quien cobra cuatro mil pesos por cada "encargo" de 40x30 centímetros.
"Nunca han reclamado por mi trabajo. Acá vienen muchas personas de Santiago, y hasta ellos me han felicitado. Lo que hago es de calidad", afirmó.
Propietario
Como hípico, Molina también incursionó en la faceta de propietario.
"Lo hice de manera tardía, cuando ya tenía más de 35 años de edad", se sinceró quien, al igual que en la fotografía, en la compra de finasangres tuvo buen ojo.
El que más se recuerda es Indio Pintado, "pues ganó sobre diez de las cerca de catorce carreras en que compitió", aseveró. Pinocho también brilló con nueve victorias en doce salidas a terreno.
"Lo de propietario se acabó hace tiempo. Con lo de la fotos tengo suficiente", sentenció.
"Voy a morir con la cámara en las manos. Es lo que me gusta, y lo que hago hace ya tantos años".
Enrique Molina,, fotógrafo del Club Hípico de Concepción"