Con el regreso de marzo, alrededor de 3,5 millones de escolares comenzaron un año lleno de desafíos y nuevos aprendizajes que sólo se lograrán en la medida que asistan.

Según cifras de Programa Presente y del Mineduc, un 39,7% de estudiantes de colegios municipalizados y un 30,6% de particulares subvencionados sufren de ausentismo crónico (AC), es decir, faltan un 10% o más de los días escolares al año, arriesgando sus resultados académicos y su desarrollo socioemocional.

Esta situación es aún más dramática en la educación inicial, donde un 68% de los niños que cursan kínder sufren AC temprano, según un estudio de Fundación Educacional Oportunidad. Esto es un fuerte predictor de conductas posteriores y, ya en cursos superiores, de deserción escolar, con casi 195 mil jóvenes que dejaron sus estudios inconclusos entre 2014 y 2016.

Con 7 años de trabajo en el tema, sabemos que el ausentismo es multifactorial, donde están los niños, a los cuales se les debe entusiasmar y motivar; los padres, quienes deben entender la importancia de que sus hijos sólo falten al colegio en caso de enfermedad o urgencias; y los docentes, que además de preocuparse de la asistencia diaria de sus alumnos, tienen que fijarse en quiénes faltan más de lo debido, alertando a sus equipos directivos cuando hay casos próximos a superar 20 días de inasistencia al año.

Podemos tener los mejores profesionales, la mejor infraestructura, unas bases curriculares actualizadas y muy bien diseñadas, pero nada de esto impactará positivamente si los niños no están en la escuela.

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