Carlos Paz Durán
Cortó una mala racha ante la que era su Bestia Negra. El Teniente Merino que en 2016 cayó 1-3 ante Juventud Kennedy en semifinales de Recopa, y que el año pasado perdió 1-4 contra el JK en la final del mismo torneo, ayer cambió su historia ante dicho rival al superarlo 2-1 en la finalísima de la serie de honor de la Copa de Campeones.
Lo hizo en el mismo escenario que le traía malos recuerdos de esa semifinal de hace dos años: el Municipal Juan Rogelio Núñez de Tomé, que se llenó con cerca de 3.500 personas, alta cantidad de público al que pocas veces ha recibido en su ya larga existencia.
En el que fue un verdadero choque de trenes, Merino se impuso porque supo aprovechar las dos claras ocasiones de gol que tuvo, las que estuvieron en los pies de su dupla de ataque, conformada por Juan Carlos Riquelme y Luis Figueroa.
El JK, en cambio, si bien contó con más oportunidades de gol, falló en la puntada final, o bien hubo algo o alguien en el área rival que logró salvar el peligro.
Además, el paraguayo Tomás Giménez careció de un compañero de delantera que estuviera a su altura para bombardear con mas fiereza el pórtico de Merino.
Al minuto 13 se produjo la primera alegría de los dirigidos de Luis Sepúlveda, quien hace diez años, y como jugador de Merino, perdió una final similar ante Lord Cochrane.
El causante de la explosión de júbilo fue Riquelme, quien fusiló el meta Manuel Reyes con tiro bajo y cruzado.
A los 30', Diego Fuentes dio pase a Giménez, quien con un zapatazo emparejó las cifras.
La diana que definió el duelo llegó a los 66', cuando Riquelme habilitó a Figueroa, quien desde el área grande sacó un "fierrazo" imposible de atajar.
En el cuarto de hora final, los pupilos de Manuel Vargas buscaron por "aire y tierra" la igualdad, pero lo impidió un palo, un jugador que sacó la pelota de la raya y un "tapadón" del arquero Manuel Henríquez.
"El club se merecía esta alegría", dijo Figueroa.