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Vendedores en la playa: un clásico de cada verano

Trabajadores coronelinos llevan décadas ofreciendo sus productos a los visitantes de Playa Blanca, caminando entre la arena para llevarles churros o algún helado.
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Ignacio Araya C.

Son ya personajes típicos de Playa Blanca, casi parte del paisaje de cada verano. Y aunque a veces puedan pasar inadvertidos entre la gente, siempre están ahí ofreciendo y voceando sus productos para que los veraneantes se refresquen o se den un gusto mientras disfrutan del mar y el sol en Coronel. Son los vendedores de helados, churros y otras delicias, algunos de los cuales han hecho prácticamente toda su vida caminando por la arena con su caja o su carrito a cuestas.

"Este año ya son 58 años que llevo vendiendo helados aquí en la playa", cuenta con una sonrisa Jorge Cuevas Durán, quien desde 1960 ofrece paletas heladas a los visitantes de Playa Blanca, hasta donde llega desde su hogar en Lagunillas.

Luis Alfonso Rivera, de Playa Negra, se ubica desde hace más de 30 años con su carrito de algodón de azúcar, que son la delicia sobre todo de los más chicos. "Los más entusiasmados con el algodón son los niños", dice el vendedor, que ofrece a 500 pesos cada uno de sus productos azucarados de tradicional color rosa.

"En invierno trabajo haciendo palomas, la paloma se puede vender sellada, el algodón no. Pero cuando hay viento el algodón se empieza a desvanecer, es más para el calor, aguanta más", detalla el hombre.

Ambos coinciden además en señalar que, en comparación a veranos anteriores, actualmente se ve menos gente y las ventas han disminuido. "Este verano ha cambiado, está más lenta la venta. No sé qué ha pasado, poca gente, yo creo. Uno compara año a año y no es como el año pasado, ha estado lento", señala el algodonero.

"Ahora no está ni la mitad del público que estaba antes, viene mucho menos gente ahora", acota el heladero. "El público de antes era mejor que el de ahora, ya no hay respeto con los vendedores, no falta el compadre que está desubicado", comenta Jorge Cuevas, quien asegura que en esos casos, toma su "tachito" con helados y sigue su rumbo.

Juan Agustín Herrera, quien pasa por la playa ofreciendo churros rellenos con manjar, comenta que "uno trata bien a la gente y la gente lo trata bien a uno, aunque a veces hay gente tomada y le piden a uno 'pásame un churrito y a la vuelta se lo pago', pero no, no se fía, jaja".

Él también viene de Lagunillas, donde elabora los productos que lleva cerca de 20 años vendiendo en Playa Blanca y en otros eventos que se realizan en la comuna coronelina o en Lota. "Pa' donde me dan permiso voy", dice el hombre, quien afirma que la venta de churros en la playa es buena después de las cinco.

"Este año ya son 58 años que llevo vendiendo helados aquí en la playa"

Jorge Cuevas, heladero"