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Familias ofrecen sus hogares a niños con derechos vulnerados

El programa de Familias de Acogida busca que los niños se integren a una dinámica hogareña de forma temporal, mientras sus parientes biológicos son capacitados para la paternidad o bien inician un proceso de adopción.
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Alfonso Levet G.

En octubre pasado, Álvaro y Paloma organizaron un cumpleaños infantil en su casa. Muchos de sus amigos y parientes hicieron de esa fiesta algo inolvidable, sobre todo para el festejado, un niño que acogieron de manera transitoria como parte de un programa del Sename que busca reparar la vulneración de derechos de los que muchos menores son víctimas.

Aunque ya contaban con una niña, ambos tenían la intención de realizar algo concreto para ayudar a menores en situación vulnerable.

Largo proceso

"Fuimos a una charla donde te explican de qué se trata el programa para que la familia decida si quiere participar", cuenta Paloma, quien junto a su marido se embarcaron en la serie de evaluaciones y capacitaciones que se requieren para poder llegar a ser una familia de acogida.

"Fueron como cuatro meses de evaluación no sólo para la familia sino también para nuestro entorno cercano, hasta primeros auxilios aprendimos", detalla.

Luego de un proceso bastante extenso y cuando ya pensaban que no habían sido seleccionados, recibieron un llamado: "Nos dijeron que éramos idóneos a dos días de saber que estaba embarazada", cuenta Paloma.

Vivir en familia

Pasados los meses, Álvaro recuerda que hubo algún nerviosismo: "De pronto nos vimos en una situación sorprendente, pero en un sentido positivo".

Y es que de tener una única hija, al cabo de unos meses en la familia ya eran cinco. "Va pasando el tiempo y más se consolida la relación con la familia, él llega a su casa, llega a estar con sus hermanas; que vaya afianzando eso que es super positivo para él".

Uno de los objetivos del programa de acogida es que los niños sean capaces de desarrollar vínculos con núcleos familiares, mientras se realiza un trabajo de intervención con sus padres biológicos, para que logren asumir adecuadamente la crianza y protección de sus hijos.

"No sabemos qué habrá pensado él cuando lo fuimos a buscar y queríamos darle cariño, abrazarlo", reflexiona Álvaro, mientras explica que "dentro de una institución no iba a poder aprender lo que es una familia con papá, mamá y hermanos, eso es importante para que aprenda a compartir con otras personas, con sus iguales".

El programa de familias de acogida son una forma de cuidado alternativo para niños y adolescentes entre 0 y 17 años cuyos derechos han sido vulnerados de tal manera, que no es seguro que permanezcan en sus casas hasta que termine le intervención.

Si eso no funciona, eventualmente podrían iniciar un proceso de adopción, si bien en la mayoría de los casos, se logra que los niños vuelvan a sus familias biológicas.

Fin del programa

La directora regional de Sename, Rina Oñate, explica que "atrás de la medida de enviarlos a una familia de acogida está la reparación al daño que ha sufrido el niño, pero también a la restitución de un derecho vulnerado".

De un total de 74 programas de acogida que existen en el país, 69 están a cargo de organismos colaboradores y otros cinco están a cargo del Sename en las regiones Metropolitana, Valparaíso y Biobío.

El objetivo a mediano plazo es que los ingresos de menores a centros de acogida bajen, y en cambio los niños sean recibidos por familias dispuestas a asumir el desafío.

Oñate explica que "necesitamos a una sociedad consciente y reconociéndose a sí misma como garante de derechos hacia un niño o niña".

"El programa captura familias, las habilita y las capacita para que estén a disposición del tribunal de familia para cuando se requiera, para que sea de forma rápida y oportuna y evitar así que los niños permanezcan por demasiado tiempo en las residencias".

Volver el tiempo atrás

En San Pedro de la Paz, otro matrimonio asegura que la llegada de un niño del programa de acogida los hizo rejuvenecer.

"El día que llegó se llenó de parientes y amigos, nadie se quería ir, fue como un nacimiento", cuenta Fernando, que después de muchos años volvió a escuchar los gritos de alegría a la vuelta del trabajo, porque los dos hijos del matrimonio ya están grandes.

Lorena, para quien el proceso ha sido como revivir la maternidad, revela que "la inquietud nació cuando una periodista que aparecía en televisión contó su caso. Tiempo después envié un correo para ver si podíamos ser familia de acogida y después de un tiempo, nos llamaron".

Hace poco más de un año que el menor está viviendo con ellos y se ha integrado perfectamente a la dinámica familiar, que volvió a tener un niño después de muchos años.

"No fue complicado tener que volver a cambiar paños porque a una como mamá no se le olvidan los cuidados que requiere un niño; el cariño también llega a ser el mismo que uno siente por los suyos", relata Lorena.

Todo eso no quita el saber que, en un momento, el pequeño tendrá que irse para integrarse a su familia: "Va a ser un momento triste, pero va a quedar la satisfacción de saber que estuvo aquí y estuvo bien, es algo que va a tener que pasar por su bien".

La familia de Álvaro también sabe que eso es algo que ocurrirá: "Seguro que nos vamos a encariñar, seguro que lo vamos a pasar mal cuando se vaya".

Todo, asegura, es por el bien del niño. "Cuando uno quiere cambiar el sistema, hay que hacer algo; esto es una ayuda real".

"Sabemos que no vamos a poder saber de él cuando sea más grande"

Álvaro,, papá de un niño en tránsito"

"Se busca favorecer la primera infancia que ha sido vulnerada en sus derechos"

Rina Oñate,, directora regional de Sename"