Así se vive el largo día de trabajo de vocal de mesa
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"¿Puedo manchar mi dedo? Es para cobrar mi café gratis del Starbucks". Esa fue una de las tantas frases que este vocal de mesa pudo escuchar durante toda la jornada de ayer. Un día que para este periodista y sus colegas de labores eleccionarias se hizo eterno. Partimos temprano, a las 9 horas, teníamos la mesa lista, esperando a los primeros votantes.
Comenzamos con una mañana floja. A las nueve, las primeras personas que iban llegando eran mujeres mayores. La mesa 60, del Instituto San Pedro, era una mesa femenina, y hace poco que es mixta. "Qué raro ver jóvenes tan buenmozos en la mesa", decía una señora que se sorprendió al ver varones. Todos las votantes nos contaban que los miembros de la mesa, en elecciones anteriores, habían sido sólo mujeres.
Una dama, de las que llegó temprano, salió de la cámara secreta con una sonrisa, se acercó a la urna de Presidente, besó su voto y dejó su papeleta. Pero no fue la única, varias depositaron sus votos de forma similar.
"A ver, apuremos la causa", dijo una dama que al mediodía hacía fila para votar. Es que es cierto, habían algunos votantes que se tomaban un largo tiempo para poder elegir a su candidato favorito.
¿persona longeva?
En un momento libre, me dediqué a revisar el padrón de la mesa, y me llamó la atención el Rut de una señora: era de la cifra 100 mil. Con mis compañeros, pensábamos que se trataba de un error, pero para nuestra persona, esa persona llegó a la mesa para votar.
Se trataba de Paulina, una simpática vecina de 80 años de edad. Ella, al igual que todos, pudo ejercer su voto. Le preguntamos si sabía el por qué del raro dígito, a lo que nos contestó que ni ella tenía alguna idea, que siempre ha sido un misterio.
Revisando el padrón de la mesa, me pude fijar en otra cosa, un candidato a Core por el distrito Concepción 3, figuraba dentro de la lista. Por lo que con mis compañeros pensamos que iba a llegar a votar pronto. Pero la verdad, es que nunca llegó.
A las 18 horas, en punto, y luego de tres llamados, dimos por finalizado el proceso y comenzaba el momento de contar.
A las 23.00 horas estábamos bastanta cansados, y sólo quedaba entregar el material. Por fin éramos libres, pero se nos olvidaba un gran detalle. Cuando nos despedimos de los delegados del local, nos dijeron: "Chao chiquillos, nos vemos en la segunda vuelta".