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Relato de joven transgénero en su camino por el cambio

Max Morales (31) hasta hace una década era Maca, pero a los 23 años inició el tránsito que hoy lo tiene con el modificación legal de nombre y género, así como trabajando para la aceptación en la sociedad.
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Karen Loreto Retamal

"La primera vez que me di cuenta que somos estructuralmente distintos, entre hombres y mujeres, fue a los cinco años. Era uno de tantos días de juntarme con los vecinos a jugar. Uno de éstos fue al baño y yo fui con él. Cuando se pone a hacer pipí, dije: Bah, yo no lo hago así. Fue un ejercicio cotidiano que, en retrospectiva, me hizo notar que éramos distintos.

Pasó un montón de tiempo en el que sentí una disociación afectiva con la gente. Recién sentí cosas por alguien entre primero y segundo medio. Está esta chica que era mi compañera. Empezamos a tener cosas entre nosotros. No me cuestioné mi sexualidad. Me gustaba mi compañera y no necesariamente todas las mujeres. No resultó. Quedó la embarrada. Mi mamá lo tomó súper bien, mi papá no, tuvo una postura en shock. Para él fue todo un proceso, sentía su incomodidad cuando invitaba amigas a la casa. Para mi madre también lo fue, pero optó por no hacerme la vida más difícil.

A los 16 años fue mi primera "salida de clóset". Me cambié de colegio. Llegué a la etapa universitaria, entrando a estudiar Arquitectura. No me gustó. Di la PSU de nuevo y entré a Derecho. Estando en el segundo año de la carrera me empecé a sentir incómodo sobre los roles que jugaba adentro. Trataba de pasar piola, porque la facultad era como un colegio, muy cerrada. Dije filo, si me siento incómodo, qué más me queda. Me empecé a fajar, a cortar el pelo y a vestir como me daba la reverenda gana.

En el lapso de los 16 a los 23 años, cuando empecé a transicionar, a los 19 tengo una conversación con una amiga que me dice: 'Tú no has pensado en el tema trans'. Creo que en TVN ese año o el anterior mostraron un transmasculino de Estados Unidos. Desde esa edad empecé a pensar qué tal me siento con esa idea y conmigo mismo.

Comencé a buscar información del cómo lo pasaba la gente que, en el fondo, hacía un tránsito de género y me fui convenciendo más con la idea. Por eso mismo, no le dije a nadie cuando empecé a los 23. Tenía ultra revisado el concepto. Corté con la carrera y di nuevamente la PSU, y entré a Astronomía. En el primer año de la carrera me empecé a hormonar (testosterona).

Me cambió la voz, fue todo muy rápido. A las dos semanas mi voz era más grave, muy diferente. En la casa me preguntaban si estaba resfriada. Sentados con mi mamá, le conté lo que estaba haciendo. Ella me dijo que le parece bien, que me cuide, pero que iba a echar de menos mi voz, porque solía cantarle cuando chica. Había barajado que la perdería, pero no había sopesado cómo le afectaría al resto. Sin embargo, pasamos una etapa bien afiatada con mi madre.

Estaba en Astronomía, donde todos me conocían como "Maca". Mis compañeros estaban acostumbrados a saludarme de beso en la cara, pero al regresar de vacaciones y con mis cambios, algunos no supieron cómo reaccionar. Pero la mayoría se lo tomó muy natural.

Con el tiempo, comienza a cambiar el cuerpo, el ancho de espalda... tuve que deshacerme de roperos enteros. Pero más allá del cambio físico y cómo me decidí a tratar la gente, fue darme cuenta de cómo era irse al "otro lado".

Legalizar

Parte de la transición ha sido tener carnet. Eso lo empecé a tramitar luego de que me fui a Santiago hace tres años. Mi papá estaba viviendo ese proceso de estar en paz, de decirme "hijo", de adoptar mi nombre social, porque hasta el mismo año que me fui, todavía me decía Maca. Pero él parte a contactar al estudio jurídico Grasty, que me llevó el caso, fue un gesto de él, creo de disculpa por habérmela hecho más difícil.

Empiezo la demanda (una por nombre y otra por sexo), porque sin la Ley de Identidad de Género no se puede llegar al Registro Civil y realizar el cambio. La gente se queda con la boca en el suelo cuando les cuentas que tienes que esperar 5 años antes de hacer la demanda, porque te deben llamar por tu nombre social. Después de tres años, ya tengo mi carnet. Podría haber durado menos, pero todo depende del juez.

Elegí Max, porque tiene una historia. Parte de la época de cuando mi mamá estaba cercana a mi transición. Ella tenía una tienda de ropa, donde yo pasaba a acompañarla. Ella tenía pegado mi nombre de pila "Maca". Cada vez que me hablaba, ella me decía Ma... Le dije: 'Ahora es tu oportunidad de elegirme el nombre', porque cuando nací, no lo hizo, sino que fue una tía. Al final me puso Max, pero en el carnet soy Maxwell.

Esta década ha sido transformadora, me he tratado de enfocar en mis intereses. Pero soy ultra feliz, genuinamente entusiasmado en mi figura politizada.

Hoy mi papá está más involucrado, me pregunta por todo. La primera vez que me dijo Max fue en una de las visitas que hacía desde Santiago. Lo tomé como un detalle, mucho más relevante. Sentí que entendió todo".

"Me cambió la voz, fue todo muy rápido. A las dos semanas mi voz era más grave, muy diferente"

Max Hernández"

¿Cómo elegir un buen perfume?

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Nota por nota

No todos los aromas le hacen juicio a nuestro PH. Entonces ¿cómo elegirlos? Los expertos aseguran que hay que entender las notas del perfume, que están en tres partes diferenciadas: las notas altas (las que se perciben desde la vaporización, frescas y volátiles), las notas medias o corazón (más intensas que aparecen al cabo de 10 minutos) y las notas bajas (son las más pesadas y encargadas de fijar el olor). Para conocer el verdadero olor de una fragancia debes esperar, al menos una hora, cuando todas las notas emergen.


Según el tipo de piel

Cuando te acercas al frasco del perfume, huele de una manera, pero en la piel de otra, por lo que siempre es mejor percibir el olor en nuestro cuerpo. Claro que, todo depende del tipo de piel que tengamos. Por ejemplo, sobre pieles grasas sientan muy bien las fragancias cítricas. Si por el contrario, es seca lo ideal es elegir aromas fuertes; en este tipo de pieles el olor se disipa rápidamente. ¿Piel sensible? Mejor utilizar aquellos con bajos niveles de alcohol para no sufrir irritaciones.


Concentraciones

Eau de perfum, Eau de Toilette... ¿Cómo saber lo que nos estamos echando? Hay que diferenciar, por ejemplo en el extracto: Es el más fuerte porque posee una concentración de esencia aromática que roza el 40%. Suele tener mayor contenido de notas del corazón y de fondo. El Eau de perfum tiene una concentración que oscila entre 15 y 20%. Ideal para el invierno y los planes nocturnos. Mientras que el Eau de toilette es más suave y en la escala de perfumes se sitúa con una concentración en torno al 10%. Ideal para utilizar durante el día.