Se acercan las elecciones y algunos se preguntan para qué ir a votar, pues bien, existen muchas razones para cumplir con el deber cívico. En primer lugar, porque a través del voto la ciudadanía puede expresar su voluntad/anhelo/deseo respecto de un determinado proyecto de sociedad que se refleja en una candidatura. En estas elecciones, el dinero no marca la pauta a la hora de visibilizar una candidatura. Las campañas son más austeras, lo que ha llevado a los candidatos a desarrollar estrategias más o menos creativas y de vinculación con los electores, por ejemplo, a través de redes sociales con el objetivo de socializar su programa. Las propuestas están cada vez más cerca de los ciudadanos.

Al no existir sistema binominal hay más diversidad de alianzas. Esto supone el fin de dos grandes bloques gobernantes. El sistema proporcional, que debutará en las elecciones parlamentarias, podría permitir que fuerzas políticas emergentes logren escaños. Si la ciudadanía manifiesta un amplio rechazo al Congreso Nacional y sus integrantes, tiene ahora la oportunidad de renovar los cuadros, pues el escenario es bastante estrecho y la elección o no de un candidato dependerá de la cantidad de electores que concurra a las urnas.

Es la oportunidad para manifestar también adhesión al oficialismo y las reformas impulsadas por Michelle Bachelet o explicitar un rechazo a la pauta marcada por el gobierno de la Nueva Mayoría.

Concepción

Talcahuano

Tomé

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