Una noche en el "Círculo de hombres: vivir el amor propio"
16 varones, del más variado espectro, se dieron cita en una actividad inédita, según sus organizadores. Todo para un fin masculino que estiman urgente en la sociedad empoderada actual: amarse a sí mismo.
Aquí no habrá máscaras. De cerca, van de los 18 a 45 años de edad. Rostros duros; otros amenos. Desconfiados. Amigables. De barbas hipster y también afeitado pulcro. Tipos con fe, escépticos y ateos. Fisiculturista, sacerdote, ingeniero, actor, circense, sociólogo, universitarios y periodista.
Arriba, la luna nueva se asoma. Abajo, no hay timbre. Sólo una puerta cerrada en Espacio KUN de Valparaíso, que supone la entrada a un segundo piso; uno que alberga una actividad inédita en Chile. Su título: 'Círculo de Hombres: Vivamos el amor propio'.
Tras una espera, irrumpe César Latorre. "Los varones viven en una sociedad que exige que seamos fuertes, sensatos, protectores y proveedores (...) Todo esto nos desconecta de nosotros mismos y nuestra capacidad de amarnos".
Reinventarse al amor
La ruptura matrimonial de este ingeniero dio paso del pensamiento estructurado al espiritual. "Participé de un círculo que se hizo en Limache, pero tenía otro foco, más en onda chamán". En ese grupo "más cerrado y hippie" al que llegaría por Facebook, conocería a su actual amigo y mentor en el ahora Círculo de Hombres.
"Tenemos una dicotomía entre amor, sexo, o nos vamos al extremo de objetivar a la mujer de solo sexo, o al extremo de hacer sufrir. Y eso se puede trabajar desde la masculinidad", agrega David Gómez (30), sociólogo investigador del bienestar masculino.
Dinámica en onda
De vuelta a Espacio Kun. Tras los peldaños. Un salón. Al centro, cinco objetos: una vela, mantel, plantita, incienso y una pecera. Cinco elementos que representan fuego, éter, tierra, aire y agua.
En principio, la atmósfera resulta silenciosa. Al paneo visual, 16 rostros de los que no dispongo información salvo que estamos de pie, descalzos y en círculo. César dirige la palabra. David Gómez complementa. Parten con meditación: conectarnos y entrar en sintonía. Luego todos proceden a escribir su nombre. Se camina, aspira y exhala, lentamente.
Quien ahora está al lado será compañero de actividad. Una venda cubre mis ojos. Mi brazo en el hombro del compañero. Debo dejarme guiar a la marcha en zigzag. En la oscuridad se activa la memoria visual y el tacto se vuelve más sensible. Salvador evalúa: "Fue tomar conciencia de uno. Aprender a guiar y a ser guiado".
Es momento de revelaciones. Y con ellas, un espejo. Rota. Pasa de mano en mano. La idea: verse a sí mismo y decir en público qué te gusta y no de ti.
Suena música étnica. Oigo instrucciones. Huele a incienso. También a galletas. Observo al frente. Este joven, que habla con cara de temple y pasa el mate, no es un sacerdote cualquiera. En lugar de cruces, sobre el pecho porta su nombre: Francisco Cartagena, comenta luego del espejo: "Nunca había estado en un círculo con hombres. Es enriquecedor: ver que hay sensibilidad, frustración y vulnerabilidad en los hombres y abrirse en una experiencia compartida".
El patriarcado, la masculinidad, los tropiezos, la resiliencia y contención, son palabras que brotan y arrojan.
Suicidios
24 horas antes. César alude a un revelador dato. Desconcierta. Hoy, dice, acá son los hombres quienes más se suicidan... "El 70% de los suicidios por separación los tienen los hombres. Y hace 15 años atrás era la mujer", acuña.
El suicidio es la primera causa de muerte no natural. Émile Durkheim, sociólogo, en su obra El suicidio afirma que éste guarda relación con el tipo de sociedad en la que se produce, más íntima que las condiciones sicológicas de cada individuo.
David recuerda el caso de César. "Una vida cómoda, machista, donde tenía el poder de relación. De repente, su pareja empieza a empoderarse, a salirse de eso y le genera una ruptura. Él (César) hizo algo valiente: reinventarse. Buscar hombres que han vivido lo mismo que él".
César reconoce: "Mira, me afectó mucho, porque a mí me dejaron, antiguamente esto no se daba, el que dejaba era el hombre". Agrega: "Hoy, con el empoderamiento que tiene la mujer, el gran porcentaje de la ruptura de la pareja es por la mujer que está tomando la decisión de salir del matrimonio. Y a nosotros, los hombres, esto nos golpea fuerte: no estamos educados para algo así".
De allí, deslizan David y César, a coro: "Así parte la idea de ayudar a todos estos hombres que están pasando por estos procesos".
De vuelta al Espacio Kun. Ya queda poco. Los tabúes masculinos se resquebrajan. Hay conclusiones, y con ellas, unas piedras de regalo para cada participante. Un amuleto con energías especiales. Piedras que, cuentan, se limpiaron con agua y dejaron cargando la noche anterior.
La idea es realizar este círculo una vez al mes y, afirma César Latorre, crear un centro, "porque tuvo buena acogida". Mientras, quien escribe, se queda con las palabras de Matías González, payaso, hoy serio: "Se abre un espacio desconocido en uno. Dinámica del contacto visual con el otro, romper el hielo, y así generar confianza".