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La realidad de tres mujeres inmigrantes en Concepción

Ana María, Patricia y Ana cuentan cómo la ciudad las ha acogido, brindándoles un futuro.
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Karen Loreto Retamal

Muchas llegaron en busca de mejores oportunidades; otras, siguiendo el amor. Pero si hay algo en lo que coinciden estas tres mujeres inmigrantes es que Chile es el país de las oportunidades, donde no sólo han podido formar sus familias, sino que vivir en la paz y tranquilidad que les ofrece Concepción.

Una chilena más

Desde Bucaramanga, Colombia, llegó Ana María Nieto. Tenía sólo 20 años cuando ingresó al país, que entonces estaba convulsionado tras el golpe militar. Aun así, dice, para ella no fue un problema. "En ese tiempo no había fiestas, nos teníamos que guardar a las siete de la tarde. Y si íbamos, nos teníamos que quedar hasta las siete de la mañana para irnos... y yo me quería ir hace rato", relata entre risas, revelando que ahora le preocupa mucho la delincuencia en la ciudad, aunque "siempre ha sido todo muy agradable".

Apenas llegó a Concepción, Ana María comenzó a trabajar. Estuvo cinco años en un instituto como secretaria. Después laboró en el puerto de Coronel, en Forestal Mininco y terminó jubilándose en Chile.

"Soy una extranjera que ha podido hacer todo. Vivo muy feliz, tengo nacionalidad chilena. Tengo dos hijos y dos nietos. Este es un país de las oportunidades. Chile es mi patria, acá está mi familia", agrega la colombiana nacionalizada, quien no ha perdido el acento, pues "me junto con un grupo de colombianos donde celebramos nuestras fechas. No sé por qué no he perdido el acento, pero cuando voy a Colombia me dicen que hablo como chilena, que hable más despacio porque no me entienden".

Emprender de a poco

Un choque social y cultural vivió Patricia de Bernardi cuando llegó desde Buenos Aires, Argentina, a Concepción. "Llevo 26 años acá, me trajo el amor. Me enamoré de un chileno en mi país y me vine para acá. Formamos familia y me quedé. Tenía 24 años... llevo más tiempo en Chile que en mi propio país. El llegar a Concepción fue fuerte, ésta era una ciudad pequeña comparada con mi natal. He visto cómo ha crecido la comuna, pero veo que los habitantes no valoran los importantes cambios que se han hecho", revela.

Los penquistas la acogieron bien, pero "la mujer inmigrante sufre, porque nadie te explica cómo tienes que hacer las cosas mejor... a veces aprendes desde el dolor", confidencia.

Profesionalmente, Patricia pudo estudiar Derecho en la Universidad San Sebastián. También pudo emprender. Hoy es la directora de "El Clóset de Julieta".

"Fue un emprendimiento un poco tardío, lo tenía antes del terremoto, pero tuve que aplazarlo. Cuando eres mujer, te ponen barreras y cuando eres inmigrantes, la banca te pone trabas. Emprendí sola al final", cuenta Patricia, quien es parte de la mesa de trabajo de las Mujeres Migrantes, que organiza el Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género para luchar por las mejoras para quienes vienen de otros países.

"Este es un país maravilloso, mucha paz, la gente es muy cariñosa. Como inmigrantes también queremos aportar. Si hoy volviera a mi país, no sabría cómo vivir. Estoy acostumbrada acá", señala Patricia, quien tiene la residencia definitiva en Chile. "No he querido renunciar a mi nacionalidad", apunta.

Mejores oportunidades

En la Vega Monumental, muchos ya se han hecho fanáticos de sus productos. Es ahí donde Ana Milé (30) vende sus tradicionales papas colombianas rellenas. Ella llegó desde Cali hace tres años a Chile, pero hace uno y medio vive en Concepción (los dos anteriores estuvo en Antofagasta).

"Llegué por motivos laborales, la situación en mi país era compleja, no había trabajo y bueno, llegué aquí buscando empleo. Gracias a Dios me ha ido bien, pero igualmente ha costado un poco permanecer. Uno llega a este país y hay que empezar de cero, no estás al lado de tu familia, lo dejas todo, nadie te conoce, a veces desconfían porque no conocen nada de uno", dice Ana, quien llegó con su pareja.

En Cali trabajó en cocina e hizo cursos de manicure, pero acá quiso emprender con la comida. "Trabajo en la Vega Monumental, voy a llevar un año. No tengo un local estable, pero llevo colaciones, empanadas colombianas, arepas, todo a domicilio. No tengo recursos para poner un local. Sobre mis papeles, es un proceso que poco a poco se va dando. Quiero ver qué se puede hacer para ubicarse mejor", cuenta.

"Este es un país maravilloso, mucha paz, la gente es muy cariñosa. Como inmigrantes queremos aportar".

Patricia de Bernardi"

2.949 extranjeras viven en Concepción según el Departamento de Extranjería y Migración.

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magnaymar

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