¿Quién sabe qué comemos los chilenos?
Los ambientes alimentarios en Chile han cambiado en las últimas décadas. El estrés de la vida cotidiana, el aumento de la oferta de productos altos en grasas, sal y/o calorías, y la falta de tiempo para cocinar, son algunas de las causas del cambio en la cantidad y calidad de alimentos que consumimos. La Encuesta Nacional de Salud muestra que los chilenos estamos engordando. Comparando las versiones de 2003 y la aplicada entre 2008 y 2009 en la población entre 25 y 64 años, el porcentaje de las personas obesas aumentó de 27,2% a 29,6%. La obesidad no se distribuye uniformemente en la población; tiende a focalizarse en los estratos socioeconómicos bajos, afectando principalmente a mujeres y personas con bajo nivel educacional. La evidencia internacional es contundente. Más allá de cualquier consideración estética, las personas obesas presentan mayor dificultad para encontrar trabajo, reciben menores salarios, tienen mayor prevalencia de enfermedades asociadas a la dieta, mayor ausentismo laboral, menor productividad, y experimentan una baja de la autoestima, entre otras dificultades. Si nuestro interés es ayudar a que las personas coman mejor en Chile, saber qué comemos puede servir para establecer diagnósticos, para hacer seguimientos o entender patrones en el consumo. Además, para entender los hábitos de consumo de alimentos, tenemos que hacer un ejercicio puertas adentro. Es decir, necesitamos entender los determinantes en el consumo de alimentos a nivel de hogar, los cuales varían, entre otros criterios, dependiendo del ingreso, educación y edad de sus miembros.