Última cuenta pública y ley migratoria
Habiendo escuchado con atención lo que fue la última cuenta pública del gobierno de Michelle Bachelet, imposible no dar cuenta que, lamentablemente, la nueva ley migratoria sigue siendo una promesa incumplida de los últimos tres gobiernos. Promesa, porque hay que recordar que al final de su primer gobierno, la Mandataria dejó un instructivo para la nueva ley migratoria, el cual fue desatendido por el gobierno anterior y nunca fue tramitando en el Congreso. En esta oportunidad, la mandataria tuvo sólo dos alusiones a los extranjeros. La primera, cuando estaba hablando sobre los avances en economía. Oportunidad donde reconoció el aporte de los inmigrantes en la industria del turismo y servicios y la segunda, cuando reconoció su aporte para hacer de Chile, un país menos segregado y abierto a la diversidad. Es de esperar que a partir de los resultados del último censo, cuando se conozcan las cifras exactas de cuántos extranjeros habitan el territorio nacional, la necesidad de contar con una nueva ley migratoria se convierta en un imperativo, ya que hasta ahora, como mencioné más arriba, sigue siendo una promesa. Compromiso que deberá cumplirse si se quiere un Chile más moderno, pues seguir pensando en los ciudadanos en términos del reconocimiento a sus derechos y deberes en un territorio políticamente delimitado, es eternizar estructuras homogenizantes, donde la multiculturalidad seguirá siendo asimilacionista. Es decir, una sociedad que ve en la diversidad y la pluralidad como una amenaza y no un aporte real. La ley migratoria de 1975 plantea que la migración es una amenaza al Estado y la cultura y aún son muchos chilenos que lo siguen pensando de esta manera a una sociedad. En definitiva, una visión que le da la espalda a la realidad del mundo globalizado.