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Los peligros de la ballena

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La adolescencia por definición es carencia o falta de algo, una etapa de constante búsqueda de espacios y emociones, en la que surge de manera espontánea la necesidad de sentirse parte de algo. Esa es una de las razones porque las llamadas "modas" se instalan en este segmento y ejemplos hay muchos, el ponceo, la heterocuriosidad, las tribus, los grupos musicales y los cada vez más frecuentes juegos de roles.

Cuando los niños y jóvenes poseen además factores de riesgos como familias disfuncionales, falta de afecto, de confianza, hay escasa inclusión en grupos o existen abusos y negligencia de todo tipo, se dan condiciones para que se conviertan en una suerte de "blanco" de personas con perfiles psicopáticos, que crean modas que los incluyen.

Es el caso del juego de la "Ballena Azul", que gracias a las redes sociales ha traspasado las fronteras geográficas y lleva decenas de suicidios en distintas partes del mundo, pues atrapa a los adolescentes en una dinámica de desafío permanente para "formar parte" de este círculo al que se accede a través de una invitación.

La comunicación con nuestros hijos, las conversaciones entre los integrantes de la familia son la mejor manera de prevenir que estas ideas erradas en torno a la vida y la muerte, la pertenencia y el real impacto que pueden tener la redes sociales decanten en casos extremos.

Hoy los jóvenes entienden las redes sociales como una extensión de sus emociones y no son pocas las familias en las que sin distinción de clases sociales o formación académica, se descuida la entrega de valores y principios para una sana convivencia.

Es tarea de los adultos, padres o cuidadores regular y orientar respecto a los límites con que debemos relacionarnos a través de estas nuevas formas de comunicación, privilegiando el respeto por la intimidad propia y la del prójimo y el amor por la vida.

Columna