Dos meses de la partida de Antonia
Quiero agradecer el inmenso apoyo que hemos tenido, a lo largo de todas las instancias que se han generado, a partir de la muerte de mi hija Antonia. El apoyo, sus palabras, sus mensajes y muestras de cariño, de tantos y tantas, que se han conmovido con este caso, han servido de bálsamo para sobrellevar este dolor.
Ya son dos meses sin ella, un tiempo de un tremendo aprendizaje, como persona, como madre, como familia, pero también como sociedad. La partida de mi Anto, ha puesto el tema de la violencia en el pololeo sobre la mesa. En estos dos meses, hemos estado hablando de las cosas que antes callábamos, que silenciábamos y que permanecían en lo oculto. En estos dos meses, hemos aprendido a identificar microviolencias que antes pasábamos por alto; hemos aprendido a estar más conscientes y atentos con nuestras relaciones, con las de nuestros hijos, hijas y amigas.
La Anto nos ha enseñado a visibilizar y a desnaturalizar, esa violencia que esta tan arraigada en esta sociedad y que muchas veces tiene consecuencias fatales. Sin embargo, creo que, en estos dos meses, estamos creciendo y evolucionando como sociedad, dando pequeños pasos para propiciar un cambio cultural. Sin perjuicio de ello, es urgente que esta evolución se vea reflejada en el aparato público. Sabemos que el caso de mi hija pudo haberse evitado, pero fallaron las leyes y las instituciones. No es posible que haya que esperar a que una joven muera para darle la seriedad que se merece el caso. A pesar de que sabemos que la violencia en el pololeo es una realidad, y que la inducción al suicidio, también lo es.
Por último, confío en el poder que tenemos como comunidad para organizarnos y logar cambios concretos en lo legal. Cambios que sirvan para que esto no vuelva a ocurrir y es por eso que estoy escribiendo esta carta para que esto no les suceda a otras mujeres, para que cuando ocurra esto no quede en la impunidad.
Sólo pido Ley Antonia.
María Consuelo Hermosilla González, madre de Antonia Garros.