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El dueño de la Cueva de Tango que busca salvar a La Lamparita

Claudio Castro, quien tomó el "fierro caliente" y se hizo cargo de Lota, cuenta cómo partió en el mundo de los negocios y por qué se interesó en el club.
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Manuel Muñoz González

El trayecto Arica, Iquique, Santiago. Ese era el pique que se pegaba Claudio Castro como chofer de buses interprovinciales, antes de convertirse en empresario y montar lo que hoy es su mayor activo: su cadena de locales "La Cueva de Tango", un clásico del comercio penquista.

"Partí a los 37 años en esto, me bajé del bus para dedicarme al comercio", comenta a La Estrella el nuevo dueño de Lota Schwager, con su chaqueta de la empresa y la sigla en el pecho LCDT, instalado en su oficina en uno de sus locales de calle Maipú, donde las herramientas y artículos de ferretería se venden como pan caliente.

"Este es mi trabajo, soy uno más de las personas que trabajan acá", afirma el nacido en Iquique, repasando cómo comenzó con sus locales, los cuales ya son once a lo largo del país. "Nací comercialmente en Tocopilla, conocí a Alexis chiquitito. Le pedí permiso al alcalde para trabajar en la calle. Me paré con un carrito, vendía chaquetas, calcetas", recuerda.

Muy distinto a lo que es hoy. "Ahora tenemos cuatro locales en Conce, en Chillán, Los Ángeles, Santiago, Tomé, dos en Arica, Angol. Estamos insertos en un 'mercado oportunista', que vende paraguas cuando llueve y quitasoles cuando sale el sol. Esto ha sido en base a puro esfuerzo, mío y de la familia", afirma, aclarando el variado rubro de "La Cueva de Tango": artículos veraniegos como pelotas de playa, flotadores; regalería de navidad y cotillón a fin de año, escolares en marzo; y banderas y volantines en septiembre, entre otros atractivos "de temporada", los que él mismo va a comprar a China, en largos viajes dos veces al año.

El nombre de sus tiendas nació casi de casualidad. "Tenía un local en Arica que se llama La Cueva, y acá había un local que se llamaba el Tango. Pero el muchacho de acá quebró y decidió pasarme el local a mí. Primero llamé el local como el de Arica, la Cueva, pero los clientes no entraban, porque se identificaban con El Tango. Entonces le cambié el nombre y le pusimos La Cueva de Tango", repasa. Eso el 2001, cuando llega a la zona y de donde no se mueve más.

¿y por qué lotita?

A última hora, cuando parecían perdidas las esperanzas de salvar a Lota, llegó Castro para meterse la mano al bolsillo y dar una mano. "Cuando llegué a Conce iba a ver los partidos de Lota. Vengo de una familia futbolera, mi hijo (Jairo) jugó en el club, mi abuelo, Luis Castro Rodríguez, era el número 6 en el primer equipo que salió campeón con la "U" el año 40", afirma.

Eso explica su llegada a La Lamparita, lo cual hizo sin culpar a nadie por el actual descalabro financiero.

"Si las cosas no salieron con Jaime Valdés es por diferentes motivos. Acá es fácil echarle la culpa a Claudio Bravo por lo que está pasando ahora en el Manchester City, pero hay que ver cómo está la defensa, cómo Guardiola paró el equipo, qué pasó en la semana, esas cosas no se saben, pero es fácil hablar", reflexionó.

Y por lo mismo, espera que no haya prejuicios, ya sea en caso de que Lota salve la categoría o se vaya a Tercera División.

"La gente que me conoce sabe como soy. No necesito perjudicar a nadie, pero tampoco quiero que se hable antes de tiempo, que primero nos dejen trabajar, hacer que el barco se estabilice, porque no es fácil tomar un club que viene con problemas así, un fierro caliente como pasa con Lota", concluyó.

"Me gusta eso de darle trabajo a la gente. En total tenemos cerca de 60 personas en nuestros locales".

Claudio Castro, presidente de Lota Schwager"

37 años tenía Claudio Castro cuando se inició en el mundo de los negocios y del comercio.