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Cinco historias de profesores con vocación y amor por la educación

Integrar la entrega de valores con los conocimientos puramente técnicos es la misión diaria de estos maestros.
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Cecilia Bastías Jerez

El próximo domingo 16 de octubre se celebra el Día del Profesor en nuestro país, una fecha que busca reconocer y agradecer el trabajo que los docentes realizan a diario por la juventud. Muchos son los profesionales que hoy recuerdan con cariño el legado que los maestros dejaron en la vida de cada uno de ellos.

"La profesora que más recuerdo es una que era bastante exigente conmigo, porque sabía que yo siempre podía entregar más", señala Katherine Arriagada, quien hoy es educadora de párvulos.

"Tuve un profesor, en la enseñanza media, que nos dejó claro que ser siempre serios no era la única forma de mantener atención en clases. Que también se podían compartir momentos de risas", comentó Luis Burdiles, estudiante de la carrera de Derecho.

"El amor por la cultura, las palabras y el conocimiento, es lo que más recuerdo de mi profesor en el Liceo Enrique Molina. Eso me marcó por siempre", agregó el biólogo Nicolás Martínez.

Demostrar cariño, dar espacio para la expresión de los alumnos y entregar conocimientos más allá de los resultados, pareciera ser la clave para lograr un buen aprendizaje.

A continuación, presentamos cinco historias de vocación docente en Concepción.


Olimpia Riveros: Presidenta del Colegio de Profesores

Olimpia Riveros, presidenta del Colegio de Profesores, contó a La Estrella algo de su experiencia como docente de Castellano. "Trabajé en el Liceo Lorenzo Arenas. Al principio uno parte luciendo lo mucho que sabe en el aula. Rápidamente yo evolucioné a involucrarme con la realidad social del alumno", indica. Cuenta que viene de una familia de obreros y en su entorno no se veía a mucha gente continuar con los estudios. "No quería eso para mí y quería ayudar a otras personas a poder seguir estudiando", agrega. El primer trabajo formal de Olimpia fue en un liceo nocturno para trabajadores, cuando tenía 18 años, lo que no fue impedimento para que personas de más de 40 años la respetaran. "Es que ellos iban con deseos de aprender", dice. "En esos casos, el vínculo de los profesores con la comunidad es fundamental para que desarrollen actividades más allá de lo meramente curricular y que asuma la defensa de los derechos del gremio", establece.


Sindhy Cuevas: Educadora de Párvulos en Tumbes

Con 14 años de labor en la Escuela Península de Tumbes, Sindhy Cuevas, educadora de párvulos y encargada de Medio Ambiente del establecimiento, comentó que al principio tuvo un poco de aprehensión por la lejanía. "Acá el clima laboral es excelente y eso invita a seguir creciendo. Esta escuela está inserta en una zona rural", señala.

"En los talleres comparto con niños más grandes", comenta Sindhy, quien está a cargo de la educación sobre el cuidado del medio ambiente y participa del proyecto de la estación meteorológica de la escuela. "Uno comparte experiencias y la convivencia es muy buena aquí. La cercanía y el interés de los apoderados influye en los niños", afirma. Dice que desde que estaba en kínder supo que quería ser educadora. "Me gusta el contacto con los niños, la tecnología los distrae a veces, pero ahí está una para motivarlos", destaca.


Daniela Badui: De Argentina llegó a enseñar hockey

La profesora de Educación Física Daniela Badui (29) llegó desde Mendoza al Club Deportivo Alemán a impartir clases de hockey a niños y adolescentes.

"Llegué hace un poco más de un año por el contacto con un amigo que trabaja aquí, que también es de Mendoza", señala. Sobre el cambio entre los alumnos chilenos y argentinos, afirmó que acá no se le da la importancia al deporte. "Además, veo que a los niños se les exige mucho en lo académico. Hay niños que con ocho años faltan a clases, porque están estresados", dice.

Por ello, es todo un desafío lograr que sus niños no dejen de ir al taller. "Intento que las clases sean entretenidas, que sea un juego y así integrar la técnica. Además hacemos actividades de otro tipo como ir al cine o hacer excursiones". La idea de Daniela es integrar el aspecto humano en su relación con los chicos.

"Creo que como profesor lo más difícil es transmitir la pasión por el deporte", comenta.


Nelly Ibáñez: Después de jubilar sigue ejerciendo

El 2015 Nelly Ibáñez jubiló a sus 73 años. Esta amable profesional, viuda y madre de seis hijos, fue profesora por 53 años en el Liceo Comercial Femenino de Concepción. "Hice clases de contabilidad, tributaria y gestión. La vocación de enseñar nació conmigo a los 12 años, les enseñaba a personas del campo a leer y a escribir", relata. "Quise ser contadora, como mi padre (...) y luego me ofrecí para hacer clases gratis por un año. En un liceo técnico profesional es distinto, porque uno los prepara directamente para la vida en el trabajo", comenta. "Las claves son el cariño y la exigencia, además de mucha paciencia", dice. Ahora, Nelly sigue con su labor en el voluntariado y está enfocada a hacer clases en la cárcel de menores y a jóvenes en situación calle para que rindan sus exámenes libres. "A mí toda la vida me ha encantado enseñar", afirma, al explicar por qué no sólo ha descansado y sigue "formando vidas", como ella misma lo dice.


Víctor González: Músico por gusto y profe de vocación

Víctor González (41) es profesor de música en el Liceo Juan Martínez de Rozas de Concepción. "Llegué tardíamente a la educación, porque antes estudié una carrera técnica (...) Siempre me interesó la música. Dejé la carrera y opté por la pedagogía en música", comenta, añadiendo que el trabajo en el aula ha sido muy gratificante. "Es espectacular. Aquí uno está amoldando diferentes mentes", pero detalla que esto ha sido toda una retroalimentación. "Antes yo no tocaba batería y fui aprendiendo de los mismos estudiantes", dice.

"El perfil de alumno es por todos conocido, hay chicos que vienen de familias disfuncionales, muchos ayudan a sus padres a trabajar. Ha sido positivo encontrarme con alumnos a los que les enseño cosas y después van siendo sus propios formadores", indica. Sebastián Castillo, estudiante de tercero medio, afirma que "el profesor siempre está de buen ánimo, con disposición y tiene mucha paciencia. Es buena persona".