Jonás Romero Sánchez
Dilma Rousseff, la primera presidenta de Brasil, fue destituida ayer de su cargo. Luego de cinco jornadas de juicio político, en que el Senado discutió el futuro de la ahora ex mandataria, los parlamentarios resolvieron su salida, por 61 votos a favor y 20 en contra.
El Senado la consideró responsable de modificar los presupuestos del país sin autorización legislativa, y solicitar créditos de la banca pública en favor del Ejecutivo, lo que está prohibido por ley. Los parlamentarios opositores a Dilma, sin embargo, no obtuvieron los votos necesarios para inhabilitarla para ocupar cargos públicos.
Durante el proceso, Rousseff negó los cargos y ayer afirmó se trata del "segundo Golpe de Estado que enfrento en la vida. Primero fue el militar, que me afectó cuando era una joven militante. El segundo fue el parlamentario, que me derriba del cargo para el que fui elegida".
La ex presidenta estaba apartada de forma temporal del cargo desde el 12 de mayo, cuando el Senado votó a favor del inicio del juicio político.
Desde entonces, la presidencia había sido ejercida interinamente por Michel Temer, quien ayer juró como nuevo presidente de Brasil, hasta el fin del mandato. Las próximas elecciones, a las que Temer ya descartó presentarse, serán en octubre de 2018.
La destitución de Dilma causó inmediatas reacciones. A través de una declaración pública, el Gobierno de Chile sostuvo que "reafirma su firme amistad entre ambos países y expresa la confianza en que Brasil resolverá sus propios desafíos a través de su institucionalidad democrática". Asimismo, La Moneda manifestó "su aprecio y reconocimiento" a Rousseff y consigna que "nuestros países mantuvieron una relación intensa y productiva durante su mandato".
Los gobiernos de Ecuador, Venezuela y Bolivia, en tanto, anunciaron el retiro de sus embajadores.
En concepción
Consultada por La Estrella, la brasileña Alexandra Cardoso, trabajadora de un local de comida rápida en Concepción, sostuvo que "no sé si fue la mejor decisión sacarla, porque los que están ahora son peores. Esto es una movida política. Brasil está pasando por una crisis grande, pero esto no es una solución. El país va a seguir desestabilizado".
El también brasileño Paulo Morais, en tanto, afirmó que "había que sacarla hace mucho rato, porque dice que no tiene culpa de nada pero las pruebas son contundentes. El problema es que es la cabeza del partido, y si todo el partido está involucrado en los escándalos ¿cómo no iba a saber ella?".
En lo que sí coincidieron ambos es en que, a su juicio, debiera haber nuevas elecciones para elegir al nuevo presidente de Brasil.
A eso del mediodía, en tanto, un grupo de jóvenes se instaló de manera pacífica en el frontis de la Catedral penquista y desplegó un gran lienzo para dar su apoyo a Dilma Rousseff.
"El golpe es contra el pueblo. Es la imposición de la intolerancia, el prejuicio y la violencia".
Dilma Rousseff, destituida presidenta de Brasil"