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Jóvenes penquistas se la juegan por un mundo mejor y solidario

Voluntarios entre 18 y 34 años muestran qué, cómo y dónde realizan ayuda en términos sociales, medioambientales y de salud con el fin de contribuir a cambiar las cosas que consideran injustas.
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Ya sea realizando operativos solidarios en diversos sectores del país, brindando capacitaciones y asesorías o desarrollando acciones de reciclaje y cuidado del medio ambiente, son muchos los jóvenes que a través de organizaciones no gubernamentales (ONG) buscan llevar a la práctica ideales para hacer de éste un mundo mejor.

Fundaciones sociales

Milton Neira tiene 31 años y es director regional desde 2015 de la Fundación Trascender en Concepción. La organización funciona entregando capacitaciones y asesorías a instituciones sociales, con el fin de proporcionarles herramientas a las organizaciones a las que la entidad ayuda.

"Los voluntarios con los que trabajamos tienen que saber hacer algo. No necesariamente profesionales. La mayoría son jóvenes, pero también hay voluntarios de más edad", explica el encargado de la organización en Concepción.

Otra de las instituciones que destaca a nivel penquista por su rol social es el programa Huella, de la Universidad del Desarrollo. El plan, que se financia principalmente desde la casa de estudios, es una iniciativa creada en Conce (que luego la acogió la UDD Santiago), con el propósito de generar espacios sociales en las parroquias de distintos lugares, como Alerce, Monte Águila o Quilacoya, por ejemplo.

"Este año estamos centrados solamente en Curanilahue, con los 97 voluntarios que son todos estudiantes de la UDD, pero también hemos ido a otros lugares", especifica José Antonio Carrasco, estudiante de enfermería, de 24 años, y también encargado del programa en Concepción desde 2015.

Medio ambiente

Un factor que está ligado directamente con los temas sociales es lo que nos rodea: la naturaleza y los animales. Por lo mismo, es que jóvenes de Concepción también se han organizado para luchar contra situaciones que consideran como injustas debido muchas veces a la inconciencia de los seres humanos, o perjudiciales para el medio ambiente.

Fundación El Árbol (www.fundacionelarbol.cl) es una de estas instituciones, en la cual trabajan jóvenes entre 27 y 34 años, y conformada por voluntarios de todas las edades. La idea nació tras las consecuencias que tuvo el terremoto del 2010 con las casas que les fueron entregadas a los damnificados. Un grupo de mujeres se juntó y consideraron horribles las condiciones de estos hogares, por lo que se juntaron cajas de tetra pack para aislar las casas del frío, y su resultado fue inmediato y efectivo: los hogares lograron mantener 4 grados más luego de que las cubrieran con los envases de cartón reciclados. "Hoy trabajamos en tres aspectos: educación ambiental, asesoramientos medioambientales a colegios, y diseño sustentable", cuenta María José García, fundadora y directora de la Fundación El Árbol.

Sin embargo, la fauna también es uno de los aspectos por el que los jóvenes están luchando, como es el caso de Juan Machuca, que ha sido parte de muchas organizaciones pro flora y fauna, y que actualmente está en un proyecto llamado Bahía Libre.

"Tenemos una mesa ciudadana con varios grupos para proteger nuestro ecosistema marino y humedales", comenta Juan, uno de los propulsores de esta iniciativa.

Más allá de fronteras

Uno de los lugares en lo que las ONG tienen más trabajo es en África. Por esa razón es que dos jóvenes penquistas se aventuraron en el continente más necesitado para realizar ayuda solidaria. Maria Ignacia Barros junto a su hermana Fernanda, están en un voluntariado en Nairobi, Kenia, en el hogar de ancianos de Las Hermanitas de los Pobres de Los Padres Franceses.

"Estamos acá hace como tres meses, y nos vamos en 10 días más a Mombasa, que es otra ciudad de Kenia", explica Maria Ignacia, quien asegura que esta experiencia ha sido la más enriquecedora de su vida, y que ha podido ver realidades que la han dejado asombrada.

"En realidad acá no sobra nada, y toda ayuda es bienvenida", cuenta la ingeniera comercial, de 25 años, que disfruta el día a día con las abuelitas. Se despiertan muy temprano para rezar a las 7:30, y luego llevar a los ancianos al lugar donde toman desayuno. De 9 a 11 realizan trabajos como hacer camas, barrer, coser, o cocinar, para después rezar nuevamente antes y después del almuerzo. "Acá la pobreza es distinta a Chile. La pobreza es extrema", explica la penquista.

"Los abuelitos son felices con poquísimo y son muy agradecidos. Siento que ellos (los ancianos) me entregan muchos más de lo que yo a al hogar", reconoce María Ignacia, que estará un año fuera de Chile en esta cruzada solidaria.

"Encontraba inconcebible botar las latas con los residuos orgánicos. Había que hacer algo"

María José García,, fundadora y directora de Fundacion El Árbol."

Fundación trascender

A pesar de que esta iniciativa no nació en Concepción, el programa está en nuestra ciudad desde 2010 ayudando a instituciones sociales que tienen cierta vulnerabilidad en cualquier sentido. Se enfocan desde organizaciones que ayudan a personas con discapacidades, superación de la pobreza, hasta organizaciones comunitarias como juntas de vecinos o clubes sociales. "Afortunadamente estos trabajos los podemos hacer sin mucha financiación, ya que finalmente son la capacidad de los voluntarios los que están al servicio de las organizaciones sociales, pero igual de todas formas tenemos que pagar algunas cosas", señala Milton Neira (31), voluntario desde 2010.

Fundación el Árbol

La fundación que surgió a partir de una catastrofe nacional tiene una responsable directa: María José García (34), arquitecta que durante su estadía en Barcelona, mientras hacía su Magister de cuidado de medio ambiente e integración de energías renovables, desarrolló la mentalidad que dio origen a esta iniciativa. "Cuando llegué a Chile, encontraba inconcebible botar las latas con los residuos orgánicos. Hay que hacer algo, pensé", comenta Maria José. La fundación está relizando reforestaciones todos los sábados de julio y agosto en la Plaza de Talcahuano. "Necesitamos hartas manos", añade entusiasmada la arquitecta.

PROGRAMA HUELLA UDD

José Antonio Carrasco (24) es uno de los encargados de este programa por ahora, pero no es más que uno de los que han pasado por ese cargo. Es que la idea de Huella, que está en su sexto año de funcionamiento, va más allá de las personas, ya que se nutre de los estudiantes de la Universidad del Desarrollo, que por razones obvias van rotando. Consiste en estar ocho días en un lugar determinado durante invierno y verano, con el objetivo de ayudar en distintas zonas del sector elegido. "Nos dividimos en comunidades que tienen a cargo ciertos lugares del sector elegido", señala José Antonio, que está por segundo año consecutivo a cargo del programa Huella.

Bahía libre

Este es un proyecto que está recién en pañales, ya que llevan un par de semanas de funcionamiento. Sin embargo, tienen sus objetivos claros. "El ecosistema tanto marino, como los humedales están es serios problemas de desaparición", analiza Juan Machuca (28), que también está en organizaciones para tratar de cambiar el plan regulador de los humedales en la región. El proyecto Bahía Libre ya está realizando actividades, de hecho, hoy se realizará en Lirquén el Festival Bahía Libre, que tendrá varias artistas, además de juegos y actividades para los niños. El festival, que tiene el objetivo de generar conciencia en la gente, partirá a las 12.00 horas.