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El vino: cuando el trabajo puede ser un gran placer

Jorge Valenzuela recorre los más bellos parajes del mundo probando los mejores vinos gracias a las capacitaciones que le ofrece su empresa, aunque para él lo más importante es estar cerca de su familia.
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Karem Pizarro Chacón

Si un adivino le hubiese dicho a Jorge Eduardo Valenzuela Campos (42) que su trabajo consistiría en viajar por el mundo, codearse con gente influyente, degustar las más exquisitas comidas y beber los mejores vinos del planeta, tal vez hubiese pensado que en el futuro se iba a ganar la lotería o que sería un magnate. Valenzuela efectivamente lleva esa vida, pero no es un millonario ni tampoco se sacó la lotería.

La fortuna de este ingeniero en comercio exterior radica en tener un trabajo que cualquiera desearía: representar a la prestigiosa viña Miguel Torres, en la Región de Valparaíso.

¿En qué consiste su labor? En mantener a gusto a sus clientes, que en su mayoría corresponden a los mejores restaurantes de la región. De esta forma, la buena mesa y el buen vino nunca faltan en sus encuentros de trabajo y tampoco en sus reuniones con amigos y familiares.

Jorge dice que antes de trabajar en la viña no sabía de vino y tampoco lo consumía. Sin embargo, a estas alturas de su vida, cuando lleva más de 10 años en la empresa, no concibe un buen almuerzo sin una copa de vino.

"Estando en Miguel Torres aprendí mucho acerca del vino: cómo se hace, cómo se comercializa y el proceso que tiene desde la parra hasta que llega a la botella", comenta.

"La producción del vino tiene toda una historia muy atractiva. Conocer bien las cepas, los orígenes, los valles, cómo se hace el vino en otros países y lo que significa este producto en cada región tiene su particularidad distinta y es clave en este rubro. Por eso este trabajo me ha hecho conocer muchos países", sostiene, detallando que ha recorrido viñas en Argentina, Uruguay, México, Portugal, Francia y España, donde está la casa central de su compañía.

Metas

Jorge siempre tuvo metas ambiciosas en su vida y tenía claro que para conseguirlas debía estudiar mucho y hacer sacrificios que durante la juventud se hacen muy difíciles.

Estudió en el Instituto del Puerto de San Antonio y luego Ingeniería en Comercio Exterior en Viña del Mar. Una vez que egresó, trabajó en un par de proyectos con los que pudo financiar un viaje a Nueva York, donde aprendió inglés durante un año.

Cuando volvió a Chile, las oportunidades tuvo que buscarlas con mucho esfuerzo. No le fue fácil reinsertarse en el mundo laboral. Comenzó trabajando en la Viña San Pedro como ejecutivo de ventas. Ahí estuvo cinco años.

Confiesa que antes de entrar a trabajar a este mercado, no sabía nada de vino. "En las primeras comidas di la hora, porque era el único que pedía gaseosas, hasta que ya me empezaron a mirar feo y tuve que probar un vino. No se me olvidará nunca que el primer vino fue un maravilloso cabernet, que al principio lo encontré amargo. Ya después, le tomé el gusto", recuerda.

Jorge Valenzuela formó su familia hace 13 años junto a Paola Valencia, con quien tiene dos hijos, Macarena y Juan Pablo. Son ellos quienes, según sus propias palabras, se ven más afectados con su vertiginoso ritmo de vida.

"En este negocio tengo que reunirme mucho con mis clientes, que en su mayoría son dueños de restaurantes. A ellos les presento nuestros mejores productos. Revisamos la carta que tienen y en relación a eso estudiamos el producto que podemos ofrecer. Probamos los vinos y generamos mucho vínculo con el cliente", relata describiendo una de las partes más agradables de sus jornadas de trabajo.

"Como filosofía de la empresa no vamos y tomamos un pedido. Nosotros siempre compartimos con los clientes", revela.

Es en este escenario cuando debe probar los mejores platos de los más sofisticados restaurantes, tanto de la zona como de los países que ha visitado.

Según cuenta, en su recorrido de trabajo se reúne con al menos dos clientes diariamente. Aunque al sacar cuentas, revela que bebe vino en al menos una de las visitas.

"Trato de evitar que sea más de una (degustación) al día", dice, sin negar que beber estos vinos es agradable, aunque también expone que "es parte del trabajo".

-¿Podríamos decir que en su caso se mezcla el trabajo con el placer?

"Prefiero no usar esos términos. Si bien he podido viajar mucho, probar los mejores platos y vinos del mundo, también es cierto que he pasado mucho tiempo fuera de mi casa. Hace cinco años me he estado alejando al menos un mes al año por viajes y echas mucho de menos a tu familia, a tus hijos. El tema de estar en hoteles y viajando largas horas no tiene nada de placentero si no está tu familia ahí contigo".

- Pero en el día a día me imagino que lo pasa bien trabajando acá en Chile.

"Sí, el vino está muy relacionado con el placer, con la vida del sibarita, con todo lo que conlleva el comer bien y la buena conversación".

"En las primeras comidas di la hora, porque yo era el único que pedía gaseosas, me empezaron a mirar feo".

Jorge Valenzuela

representante de, Viña Miguel Torres V Región