Era muy tarde para quedarse despiertos un domingo, pero los que estábamos involucrados en el programa "Bailando", de Canal 13, no nos despegábamos de la pantalla. Era la final del espacio y en ella el representante de Fundación Julieta, Lucas Bolvarán, bailaría para quedarse con el triunfo. Su victoria, de lograrla, significaría mucho para la fundación: se convertiría en la visibilización de un trabajo de mucho esfuerzo -y a pulso- hacia seres que hasta hoy han permanecido, durante mucho tiempo, imperceptibles en nuestra sociedad.
La competencia era difícil, tenía contrincantes complejos y para nosotros como Julieta era más complicado, porque las fundaciones que había en el programa eran igualmente maravillosas y perseguían fines loables.
Cuando terminó el programa, llegó la dicha y emoción: ganó Lucas y ganó la Fundación Julieta.
No pensé que diría esto alguna vez, pero creo que por primera vez ganaron los animales. Sin embargo, no ganaron porque a la gente les importe más; que obviamente no es lo que yo quisiera, yo quisiera que todos nos interesáramos por una causa y actuáremos conforme a eso. Esta vez los animales ganaron porque por fin son visibles. Así, las personas se acercan más a una fundación, conocen su labor y permiten que esa organización y todas aquellas personas, agrupaciones y organizaciones que se preocupan de los animales queden en la palestra.
En el programa ganó Fundación Julieta, pero con ella ganamos todos quienes amamos a los animales, los que hasta ese día hacíamos un trabajo silencioso, a veces criticado por quienes no entienden esta sensibilidad. Porque tampoco falta quienes saltan a decir que cómo es posible que ganen animales, en vez de niños o adultos mayores o enfermos. Y, por favor, seamos humanos, démonos cuenta que todas las causas para quien las sigue son iguales de importantes. Cada persona tiene derecho a elegir sentirse más afín por una u otra obra, lo importante es involucrarse, es actuar, es hacer la diferencia.
Cuantas de las personas que critican detrás del computador son voluntarios de una fundación, entregan su tiempo libre, pasan fines de semana lejos de sus familias, donan plata. Estoy segura que bien pocos, porque quienes de verdad actúan y quieren cambiar realidades no critican a otros por hacer lo mismo. Al contrario, los alaban.
Así que desde esta tribuna les pido que seamos más humanos y que nos alegremos cuando a otros les va bien. Y si no es tu causa no importa, involúcrate en serio con la que te mueva y te apasione de verdad. Porque por el momento, yo me alegro por esta. Por esta invisible, incomprendida e injustamente comparada siempre. Esta que me mueve el alma y que me motiva a trabajar día a día: por los cientos de miles de animales abandonados en las calles, que sufren y que no tienen voz. Ellos desde hoy son un poco más visibles.
"Seamos humanos, démonos cuenta de que todas las causas para quien las sigue son igual de importantes. Cada persona tiene derecho a elegir sentirse más afín por una u otra obra».
Cómo recibir a un nuevo cachorro en la casa
Cuando uno ve la carita tierna de un cachorro, generalmente, se derrite al verlo y todos quieren tocarlo, abrazarlo y jugar con él... hasta que hay que limpiarle sus desechos. Por lo mismo, desde antes que llegue a la casa hay que asignar responsabilidades a cada miembro de la familia para que no se vuelva complicada la llegada del animal. Por ejemplo, el día miércoles el papá tiene que limpiar sus desechos, la mamá peinarlo, el hermano mayor sacarlo a pasear, el menor jugar con él y así, para que sea un perro sano y querido.
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