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Le dobló la mano a enfermedad y hoy tira para arriba con su arte

Alberto Muñoz hace trabajos en madera, sobre su silla de ruedas. El negocio fue creciendo y hoy recibe pedidos desde distintas partes del país. Si quiere algún trabajo en especial, llame al 96462617 y pídale al experto.
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Gonzalo Cifuentes Uribe

Alberto Muñoz recuerda perfectamente cuando le hizo un perchero a sus nietas, ya que fue el inicio de su nueva vida, la que ha estado llena de pruebas, pero que hoy la disfruta sobre su silla de ruedas.

"Hace cinco años, en 2012, me dio mialitis, fue empeorando y ahora no puedo caminar", contó el hombre de 57 años, que reside en Cosmito.

La patología se le fue desarrollando de a poco. Primero, empezó a sentir poco las piernas. Luego, se le extendió hacia la columna, donde le tomó un par de vértebras y no hubo tratamiento que lo mejorase.

"Fue un golpe durísimo, estuve mucho tiempo hospitalizado", relató.

Antes de la terrible enfermedad, junto a su familia, tenían un puesto en la Vega Monumental, era muy activo. Fueron momentos muy difíciles.

"No quería hacer nada, ni siquiera ver televisión. Estaba acostado todo el día, con el ánimo por el suelo", reconoció.

Hace cuatro meses, cinco años después del difícil momento, incursionó en la artesanía en madera. Oficio que hoy lo tiene contento y está en pleno crecimiento.

Le cambió la vida

"Mis hijos me dijeron que la vida había que vivirla al máximo y no echarse a morir por las pruebas que uno tiene. Ahí me di cuenta que no podía seguir acostado sin hacer nada", recordó.

Tras ese consejo, Alberto decidió comenzar una nueva etapa, la cual comprendía hacer algo, no echarse a morir y, además, que pudiese generar ingresos en su familia.

"Me gustaba mucho la soldadura, pero por mi impedimiento físico no podía desarrollarme en eso. Ahí pensé en la artesanía en madera", puntualizó. Afirmó que "era una actividad compatible a mi estado de salud, así que me arriesgué".

Según contó el artesano, aprendió echando a perder. Agarró materiales, herramientas y se puso a experimentar en la madera, en el patio de su casa.

"Nadie me enseñó a trabajar de este modo, pero algo tenía que hacer. No podía pretender quedarme acostado lamentando lo que pasó", dijo.

A Alberto le cambió la vida su nuevo trabajo, ya que se siente un hombre nuevo, contento y recobró las ganas de vivir. "Si no es por lo que estoy haciendo, creo que estaría bajo tierra, me hubiese ganado la depresión y no podría estar contando esta historia", admitió.

Sus inicios

Una vez que tomó la decisión de trabajar en madera, necesitó los implementos. En ese momento, su esposa, Eva Contreras, fue fundamental para concretar su idea.

"Ella iba por los aserraderos consiguiendo madera o con amigos y vecinos. Cualquier trozo que traía yo lo transformaba en algo", declaró.

Tras concretar el primer paso, ahora el objetivo era venderlos y así generar ingresos en su domicilio, ya que tuvo que dejar su puesto en la Vega Monumental.

Según señaló, al principio no funcionó muy bien, porque sólo lo vendían a sus vecinos, quienes no pagaban lo que él esperaba por su minucioso trabajo.

"Pensé que no iba a conseguir nada con ésto, porque tenía un montón de cosas sin vender y las que me compraban, era a un precio inferior al que yo esperaba. Al principio estuve bien negativo", recordó.

A pesar de las dificultades, que ha tenido bastante, siguió trabajando y perfeccionando su arte. La idea ya se le había metido en la cabeza y no la iba a dejar así como así.

Se masificó

Abigaíl Barreto, kinesióloga que atiende a Alberto, es la gran responsable que el negocio esté creciendo por sobre sus expectativas.

"Un día la 'kine' me preguntó si podía fotografiar mi trabajo, porque le gustaría publicarlo", señaló Alberto, quien asegura que "ahí empezaron a llegar los llamados y las peticiones por parte de clientes de varias comunas de la zona y de otras más alejadas".

En este momento, Alberto tiene ocho pedidos, los que está haciendo con distintos tipos de madera, sobre su silla de ruedas y luego los enviará a sus destinatarios. "Tengo uno para Talca y otros para el sur", confidenció.

Con respecto al auge que ha tenido su negocio, está sorprendido y agradecido. "Nunca pensé que iba a funcionar tan bien como lo está haciendo ahora. Estoy muy contento", señaló.

Además, reconoce que su kine es una parte fundamental en la masificación de su producto, ya que fue la encargada de difundir su arte. "Sin ella no hubiésemos llegado a eso, así que estoy eternamente agradecido de lo que hizo por mí y mi familia", declaró.

"Antes tenía todo el tiempo del mundo, porque no tenía muchas ganas de hacer cosas y me la pasaba acostado. Ahora estoy ocupado todo el día, trabajando. Me hace muy bien porque me ayuda a despejarme y no pensar en lo que pasó. Es una tremenda distracción y estoy feliz", señaló el artesano, quien necesita cualquier tipo de ayuda para poder construir un pequeño taller en su patio.

Apoyo familiar

"Mi esposa, dos hijos y un sobrino, son los responsables de que me haya levantado de la cama y me ponga a trabajar", contó Alberto, quien aseguró que "sin el apoyo de ellos nada hubiese sido posible. Me sacaron de la depresión que estaba pasando y me devolvieron la alegría.

Además, contó que sus nietas son la corazón de la casa y que las disfruta cada vez que lo visitan.

"Son un apoyo tremendo, porque me nace regalonearlas y hacerles cosas. Son mi motivación", dijo.

"No podía quedarme en cama para toda la vida"

Alberto Muñoz,, artesano.

"Estoy muy feliz haciendo artesanías. Me cambió la vida y ahora estoy mucho mejor"

Alberto Muñoz,

artesano de Cosmito.