Las vacaciones es uno de los períodos más esperados por la mayoría de los trabajadores. Sin embargo, y de acuerdo a un reciente estudio de la consultora de recursos humanos Randstad, un 39% de las personas no logra desconectarse de su trabajo durante el período estival, tendencia que se agudiza más aún en cargos de responsabilidad, donde este índice supera el 66%. ¿Qué pueden traer consigo estos malos hábitos? Podrían provocar el denominado síndrome del trabajador quemado o estrés crónico, el que va mucho más allá del estrés laboral, generando importantes repercusiones para el trabajador y la empresa.
Para evitar estos males, es clave el rol que tenemos las áreas de recursos humanos en velar por la calidad de vida de quienes forman parte de nuestros equipos. Debemos ser los principales impulsores de un real cambio cultural que permita a las personas conciliar su vida familiar y laboral, lo que en la práctica significa establecer políticas que promuevan esta conciliación y una real desconexión del trabajo.
Cuando las jefaturas no aprovechan bien sus tiempos de vacaciones no solo ponen a sus equipos camino al burnout, sino también generan presiones tácitas para que las personas de su equipo hagan lo mismo.
Estudios a nivel mundial avalan que el real descanso trae como resultado personas con mayores índices de atención, claridad, proactividad y productividad.
Columna