El cambio del valor agregado
En un año definido como el de la productividad el Gobierno dio a conocer los avances de la agenda en esta materia, poniendo énfasis en mejorar las condiciones y los plazos de financiamiento para las Pymes.
De esta manera, aterrizaron variadas propuestas que tienen como eje común el bajo costo a corto plazo, con el objetivo de ayudar a Chile en su desvinculación del clásico "exportar cobre e importar tuberías". Todas son buenas propuestas, pero se olvidan de lo más importante: la clave de la innovación como motor de un cambio estructural en la productividad.
Hablamos de un año de productividad, el que debe sustentarse en ideas frescas, adecuadas al momento y lugar en el que estamos. La cadena de productividad pasa a convertirse así en una circuito de acontecimientos, todos relacionados entre sí. Y es que, en un ambiente económico cada vez más nublado, inestable y dudoso, aparece desde la pura necesidad el desarrollo de lo que se identifica como un valor agregado de las empresas, de sus productos y servicios. Esto a su vez detona en un aumento de la productividad y en el futuro desarrollo económico del país.
Puede que una empresa sea lo que produce, pero el cambio real está en definirnos por lo que pensamos como parte de una cadena colaborativa con el gobierno y universidades, que fomente la innovación, el valor agregado y el "made in Chile" para potenciar el cambio.