Secciones

Hinchas penquistas igual celebraron el cetro albo más fome de la historia

E-mail Compartir

Carlos Paz Durán

Medio centenar, no más. Esa pequeña cantidad de hinchas llegó ayer a la Plaza Independencia de Concepción para festejar, con camisetas, banderas, cánticos y petardos de por medio, la trigésimo primera estrella de Colo Colo.

Una estrella con poca luz. Ello a causa de la lamentable manera como se definió el Torneo de Apertura de la temporada 2015-2016.

Es que el plantel del Cacique se vio impedido de jugar su lance con Santiago Wanderers en el Elías Figueroa, fijado en paralelo al de Universidad Católica con Audax Italiano en La Florida.

El motivo no fue un nuevo mega incendio en los cerros del puerto, y menos un movimiento telúrico.

La causa estuvo en la inusitada e ilógica violencia que fanáticos de ambos clubes iniciaron afuera del reducto, y que luego trasladaron a graderías y hasta la cancha misma, la que invadieron sin asco para no sólo agredirse mutuamente sino también para desatar su irracionalidad contra los guardias privados (195 en total), camarógrafos y técnicos del CDF, y reporteros gráficos, a quienes robaron o hicieron tira más de un implemento de trabajo.

Cuchillos, piedras, banderines del córner, tubos y otras partes metálicas sacadas del mismo "esqueleto" del estadio y convertidos en armas, reemplazaron a la pelota en el campo de juego. Hasta disparos hubo.

Los vándalos, los desadaptados, los que no entienden que el fútbol es un espectáculo y no una batalla, se "tomaron" el rectángulo de juego durante largos 14 minutos.

Tal fue el tiempo que tardó Carabineros y el vapuleado Estadio Seguro en abrir los ojos, ponerse los cascos y tomar los escudos para salir a controlar la situación. Eran las 17.14 horas. ¿Estarían tomando té?

Desde el túnel de ingreso a la cancha, los jugadores albos y wanderinos mordían la impotencia... y la vergüenza.

Lo mismo ocurrió con el árbitro Enrique Osses, que ante la gravedad de los hechos dio por suspendido el cotejo. No quedaba otra opción.

A esa altura de los hechos, en La Florida los cruzados perdían 0-1, marcador que se mantuvo hasta el pitazo final, y que le entregó la corona al Cacique gracias a su punto de ventaja, el que puede aumentar a cuatro si gana el duelo suspendido ante los caturros.

Así, con los albos sin jugar, su hinchada salió a celebrar, en Concepción en poca cantidad y por no más de 40 minutos. Luego, todos se fueron tranquilos a casa.

Francisco Ibáñez fue uno de ellos. "Claro que habría sido más atractivo celebrar con Colo Colo ganando a Wanderers, pero es lo que hay", comentó.

"Los incidentes en el Elías Figueroa son lamentables. Era algo que se veía venir debido a lo que barristas de uno y otro club se habían dicho durante la semana", comentó Sebastián Muñoz, quien llegó al corazón de la urbe penquista vistiendo la camiseta del plantel que dirige José Luis Sierra.

"Es verdad que lo que ocurrió en Valparaíso le quita mucho de emoción al título. Sin embargo, está claro que por lo hecho en el campeonato, el albo merecía ser campeón", aseguró Karina Torres, una de las pocas damas que se unió al festejo penquista.

El capitán albo, Gonzalo Fierro, sostuvo que el título "vale más que una Copa Chile", en directa alusión al trofeo que cedieron la semana pasada frente a Universidad de Chile.

"Hubiera sido más emotivo poder jugar hoy (ayer), pero el puntaje dice que somos campeones y festejamos como tiene que ser", recalcó el portero Justo Villar.

Miércoles y sin público

Para el mediodía de este miércoles, sin público y siempre en el Elías Figueroa, fue reprogramado el cotejo entre Wanderers y Colo Colo. En la ocasión, la Anfp entregará al Cacique la Copa del Apertura. J