A 150 años de su fundación la fábrica de Bellavista Tomé aún marca el recuerdo de su gente
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Con 150 años de historia la Fábrica Textil en Bellavista Tomé, trajo consigo tiempo de mucha abundancia a la zona, de hecho la transformó en uno de los polos de desarrollo industrial. Al igual que con la minería en Lota, este lugar creció en torno de esta empresa, sus trabajadores vivían en una situación muy favorable con edificios de entretención deportiva y hasta un cine.
Juan Pereira Reyes de 75 años, guarda vivo el recuerdo de sus tiempos de trabajo en esta fábrica, y aún vive en el mismo barrio. "Trabajé en Paños Bellavista hasta 1973 ahí, a los 33, porque era dirigente sindical y después me sacaron de ahí", cuenta.
"Empecé a los 15 años a trabajar ahí, los dueños eran alemanes en ese tiempo y como era dirigente sindical había bastante regalías porque el sindicato era fuerte, obteníamos paños gratis para las mujeres y los niños, teníamos tres cortes de paño y de mezclilla", así cuantificaban sus ganancias en las negociaciones con la empresa.
Añoranza o nostalgia es la palabra para definir el relato que hace Juan de su vida en torno a la industria. "En general la vida era tranquila y buena, vivíamos con la certeza que no nos iban a despedir al otro día como sucede en muchos trabajos, hoy en día no es estable. Acá si la persona se portaba bien, no había ningún problema y se vivía tranquilo", dice.
"Nosotros entrábamos a las 7 de la mañana y salíamos a las 3 de la tarde y había tres turnos que se iban rotando, yo trabajaba en el área de carpintería donde hacía las reparaciones de la maestranza. Habían distintas secciones, empezaba por hilandería, después apresto, teníamos la tintorería, los telares, la producción de paños, habían muchas secciones, y era mixto en todas la secciones, había hombres y mujeres", detalla Pereira sobre su diario vivir.
Eran otros tiempos, recalca Juan. "Era todo abundante, con los jefes era buena la relación, había un respeto mutuo. Entre colegas nos organizábamos para hacer paseos. La gente lo pasaba bien, era otra época", reitera.
"Esto empezó a decaer, vendieron la empresa, quebró, ahora la tienen funcionando, pero como 50 ó 60 personas. La compraron unos argentinos parece, pero ya no funciona como antes. Pero en el barrio quedó harta gente de ese tiempo, porque muchas casas eran de la empresa y el sindicato peleó para que se les vendieran", afirma el ex trabajador.
El viernes se celebró por parte del Municipio de Tomé, el aniversario número 150 de la Fábrica Bellavista Oveja Tomé. Primero se realizó el traslado de un antiguo lavatorio al sector de La Rana, población construida con fuerte influencia alemana. La ceremonia se desarrolló en las dependencias de la fábrica y a ella asistieron diversas autoridades.
"Ese día que se permitió la entrada al público no pude ir, pero me habría dado mucha pena, porque lo que me dicen hay secciones sin ningún movimiento. Traen las lanas de afuera y han vendido la mayoría de las máquinas", comenta Juan Pereira.
La nieta de este ex trabajador, Francisca Zúñiga Pereira, actualmente es la presidenta de la Junta de Vecinos Nº1 Bellavista, con 26 años dice que también recuerda el tiempo en que asistía al colegio que se encuentra en el sector y sus compañeros en la mayoría eran hijos de trabajadores de la fábrica.
"Hoy día la mayor cantidad de las familias que vive en el sector, son hijos o nietos de los mismos trabajadores de Bellavista Tomé y cada uno tiene desarrollado un gran sentido de pertenencia del lugar y mucho cariño con este sector porque somos un barrio de patrimonio histórico", declara Zúñiga.
En la actualidad han logrado mantener los valores de un barrio antiguo. "Aquí aún se puede conversar con el vecino y se cultivan relaciones bien cercanas, es muy familiar, tenemos vecinos que toda su vida trabajaron en la fábrica. Cuando los pobladores trabajaban en la industria se daba un ambiente muy familiar, pero aún así después del cierre el ambiente seguía igual, porque se mantiene con las personas", asegura.
"La gente aquí se considera una república independiente. Dicen vamos a Tomé, se siente parte de la comuna, pero lo nombran diferente, con eso ya demuestra el sentido de pertenencia del que se habla siempre. Algunas casas no tienen rejas, todavía nuestros hijos pueden jugar en la calle. Cuando fallece un vecino, nos encargamos de hacer un canasta que se le entrega a la familia, vamos todos a acompañar. Son tradiciones que se mantienen en el tiempo", establece Francisca.
Rolando Saavedra, profesor de la Escuela Ecuador, comenta que se conserva a la identidad y la arquitectura. "Tanto la fábrica como la Iglesia Cristo Rey que fue erigida por Carlos Werner, en memoria de su hija que se suicidó", dice.
"En la época de gloria después del terremoto del 39 vivían había dos sectores una para los obreros y los empleados administrativos, unos en Los Cerezos y otros en La Florentina había una segregación, donde se separaba la clase social", explica el profesor. J