Secciones

El hualpenino que más sabe de los pájaros de su comuna

E-mail Compartir

Karen Loreto Retamal

Deja todo de lado para fotografiar con su cámara al ave que él considera la más importante: el peuco. Es más, Juan Acuña, conocido popularmente como "El Rulo" entre los habitantes de Caleta Lenga, Hualpén y el Gran Concepción, añade que sobrevuele su cabeza es una buena señal.

"Según la Cosmovisión Mapuche, si aparece en un lado es porque alguien está planteando algo o está naciendo algo importante, él dice que está bien encaminado. Es un buen augurio", explica.

Sin embargo, al mismo tiempo cuenta que uno de sus sueños es que algún día un ave como ésta bote una de sus plumas. Es que si lo hace, "me hago hombre pájaro. No creo que me pase", dice con optimismo el observador del ecosistema de la zona, quien nombró a su hijo del medio con el nombre de este ejemplar volador.

Juan es parte de la organización Rukapiden (que debe su nombre al piden, pájaro que canta en el humedal), donde ha dedicado estos últimos 15 años de su vida a observar la fauna de Lenga y sus alrededores, así como otras latitudes de la región.

gusto de pequeño

Desde muy pequeño, "El Rulo" estuvo en contacto con la naturaleza, aunque advierte que recorría los senderos inhóspitos de Hualpén en busca de changle, moras, avellanas y cualquier cosa que pudiera llevar a su hogar. "Sacaba caracoles con los que mi mamá hacía empanadas. También buscaba callampas grandes de los pinos. Las secaba y teníamos para hacer tallarines todo el año", señala.

Ese fue el primer acercamiento, pero existía uno más profundo y de carácter familiar. Él quiso hacer algo distinto y bonito para legar al mundo, canalizar la muerte de su padre en algo que aportara a los demás.

Desde hace 15 años se propuso documentar la biodiversidad, pues entre sus múltiples caminatas notó que muchos espacios de la naturaleza iban desapareciendo y nadie se daba cuenta. Así que en esta década y media ha evidenciado todo lo que sucede en el ecosistema, en especial en los estuarios de Lenga. Quería defender a todas las especies que ahí habitan.

Eso sí, Juan, quien instaló y formó una escuela de carnavales, la misma que ha encabezado las movilizaciones cada año, relata que en un principio todos le decían que cómo iba a defender a los pájaros. No les cuadraba, pero él sabía que nadie lo hacía, no había catastro de todos los tipos de animales que ahí había y que, por sobre todo, era sumamente importante que se diera a conocer.

Con amigos empezó de a poco a edificar una ruca, que ha ido creciendo y que sirve para observar a las aves. Ahora espera remozarla para que sea un lugar donde la gente aprenda y se impregne de la naturaleza. De hecho, hay personas que ya han disfrutado de su entorno, cuando hicieron musicaterapia. En el momento, unas 500 aves se enfilaron y comenzaron a cantar también, cuenta.

"Descubrí que había gaviotas que cruzaban el planeta, que éste era un corredor biológico que va desde Norteamérica hasta la Patagonia. Estos lugares de marismas es donde se alimentan y vuelan harto debido a que éstos son poquitos. Hay una gaviota de Estados Unidos que viaja 14 mil kilómetros para venir a alimentarse y reproducirse y es la que acá tenemos por miles", puntualiza.

Agrega que "en la selva de cemento había que hacer un lugar pensando en los niños. Para mí era súper importante la naturaleza. Desde chico estuve en contacto con ella y aprendí harto, así que cuando me volqué en ayudarla, sabía de todo. Acá se cazaba y estas montañas albergaron uno de los últimos enfrentamientos entre mapuches y españoles".

El observador de aves recorre cada rincón, se interna por horas o días. Incluso, como sabe de deportes extremos como el rappel, es capaz de tomar cuerdas y bajar por los acantilados, donde sigilosamente comparte con la naturaleza, sin intervenir en la normal rutina de las especies. "Cuando bajo me he encontrado con cuatro mil aves que vienen a anidar", añade.

"Decidí documentar la naturaleza y para defenderla. Me dediqué a informarme. Por eso hicimos el observatorio, para ver el comportamiento de las aves, como el rayador, que llega en esta fecha", cuenta sobre una de las especies que ha visto. No tiene un número exacto, no se aventura a dar uno, pues él disfruta cada uno de los ejemplares.

Es más, confiesa que ha descubierto un mundo maravilloso con sus compañeros de la organización y siente que ésta es una de las luchas más lindas que podría estar ejecutando.

Siempre distinto

"Hay pajaritos migratorios que vuelan siete días y siete noches sin parar. Cruzan todo el Amazonas. Es una especie de chorlito. Acá también he visto flamencos, así como los piqueros, aves provenientes de Perú que llegan a cortejar y a anidar aquí. Disfruto todas las aves, porque me apasionan. Disfruto ver al run run, pero nunca le he podido tomar una foto con sus alas abiertas", relata Juan Acuña.

El nacido en San Rosendo monitorea cada ejemplar que llega al lugar. Es más, una vez estuvo durante seis meses, cada día, observando y documentando todo el ecosistema del área costeña de Hualpén, relata el hombre mientras maneja rumbo hacia un lugar en donde puede observar a sus anchas a sus "amigos". Es más, no deja de maravillarse y hablar de todo lo que ve, en especial de unos cisnes de cuello negro camino a la desembocadura. "¡Oh, nacieron las crías! ¡Qué hermoso", dice a viva voz.

Acuña sigue su relato, mezclado con sus vivencias y cómo ha recorrido en kayak cada uno de los brazos de agua que circulan por el sector, al tiempo que confiesa que si no fuera por los cuidadores de cada fundo, él no podría disfrutar de todo lo que ha visto.

En uno de estos fundos es donde baja por los acantilados. Uno que está camino a Chome y donde ha podido ver miles de especies.

"Este es un santuario extraordinario. Son cinco murallones de aves. Me quedo en los acantilados, documentando todo, con fotos, video, su comportamiento. Si cuidamos este santuario, podrá venir gente más adelante a verlo", dice enérgico, al tiempo que detalla que existen guanay, pelícanos, jotes, gaviotas y también otros curiosos animales como el chungungo.

"Es la nutria más chica del mundo. Es extremadamente linda, acá habita y hay algunos nuevos. Es extraordinaria", señala maravillado, como si pisara por primera vez el lugar donde es posible ver a lo lejos sectores con lobos marinos y especies anidando en los cerros.

j

"Descubrí que

aquí había

gaviotas

que cruzaban el

planeta, que éste

era un corredor

biológico que va

desde

Norteamérica

hasta la

Patagonia"

Juan Acuña,