Catalina Bu, joven ilustradora penquista, ante su creación: "Pensé en matar al Solo"
Felipe Rioseco Z.
Cada un número indeterminado de días, Catalina Bu, ilustradora reputada, se enfrenta a un auditorio y recita una frase inspiradora: "Comienza donde estás, usa lo que tienes y haz lo que puedas". Es la cita con que inicia las charlas que desde hace un tiempo da en colegios, universidades o congresos varios. Y su autoría, explica, corresponde a Arthur Ashe, un tenista afroamericano de los '70.
Ocurre que Catalina, una mujer de 26 años que se hizo medianamente famosa con su webcomic "Diario de un Solo", es además una oradora incipiente. Y lo explica así:
"Hablo de cómo empecé, qué me pasó, lo que he aprendido. Tienden a ser motivacionales, pero no es '¡tú puedes, dale!'.
Y lo hace porque hoy, en 2015, ocupa un lugar estelar en la ilustración chilena. En 2014 "Diario de un Solo" llegó al papel editado por Catalonia y se mantuvo durante semanas entre las obras más vendidas. El jueves pasado, lanzó su segunda versión: un Solo menos solitario, explica, pero que sigue recreando situaciones que, según ella, todos han vivido.
"Cambió porque yo he cambiado. Estoy un poco más feliz y se ve en el libro. Ahora está mucho más relacionado con la ciudad. Le molestan algunas cosas, está cansado de la publicidad, de toda esta información que no sirve".
"Es inagotable el libro, podría tener 10. Porque es atemporal, no tiene la estructura de una novela gráfica. Pero yo me agoto, así que prefiero acotarlo a una trilogía, no quiero hacerlo por toda mi vida".
En las viñetas se ve a una figura de identidad indescifrable ("es como asexuado", explica Bu) evitando a la gente, abusando de la comida chatarra y adicta a series de TV. Incluso a veces cae en conductas maníacas, como cuando incendia un edificio y escapa del país luego de darle "me gusta" a la foto equivocada.
"Hemos sido testigos de reacciones extrañas, Catalina", le confesamos a la autora. Luego, con mucho respeto, preguntamos:
"Creo que no. Mi relación con las drogas es bien nerd. He probado lo que he probado e igual lo paso bien sobria. Igual con el alcohol. Entonces al Solo no me lo imagino drogándose, porque es medio gil".
"Es que yo dibujo la parte cuando está solo. Ahora, si hubiera otra persona que dibujara la parte del Solo cuando está carreteando, probablemente tomaría y se drogaría".
"Sí, caleta, le tengo mucho cariño. En este libro sentí ese poder de ser la guionista de una historia que ya no es mía. Hay gente que se encariñó con ella. Y pensé, en un momento en que lo estaba pasando pésimo, que si quisiera podría matar a este mono".
"Lo pensé en un momento. Lo tiré como talla al principio, que se tirara de un edificio y despertara de un mal sueño y asustar a las personas. Pero después no, ni cagando lo mato".
"No, estaría bueno, no importa. Creo que tendría miedo si estuviera buscando éxito. Pero mis ambiciones son estar tranquila, comer rico, ver películas".
"Son mis momentos de relajo. Me gusta mucho comer. Si no hubiera sido ilustradora, habría estudiado algo relacionado a la cocina. Yo estoy sola todo el tiempo, entonces almuerzo viendo Netflix, es mi amigo. Van de la mano".
"La falta de control sobre las cosas. Sentir que hago cosas que no puedo controlar, ¿me entendís? No controlar la flojera, por ejemplo".
"Me vuelvo loca, como Súper 8, no sé. Soy muy autoexigente, entonces eso hace que me estrese y caigo en angustia".
"No, te estoy hueveando (cruce de miradas incómodo). De hecho nunca como Súper 8. El otro día una amiga estaba en un mal día y encontró un Súper 8 en su cajón. Fue como: 'oh, qué maravilloso'".
"Maravilloso", pensamos, y citamos la frase que el también dibujante Liniers (autor de "Macanudo") dijo en una entrevista hace un mes: "Catalina Bu es una maravilla".
"¿Lo es?", le preguntamos ahora a la ilustradora. Y ella responde así, con otra pregunta: "¿Qué es una maravilla?". J
"Diario de un Solo" es una historieta de humor gráfico hecha por la ilustradora Catalina Bu, según se explica en el sitio de la artista. La idea nace el 2013, primero como un webcomic donde la autora iba publicando en internet viñetas sobre la vida cotidiana -y algo triste- de un muchacho que vive solo en la gran ciudad.
"En este libro
sentí el poder de
ser la guionista
de una historia
que ya no es
mía", dice la
autora.