Penquista tuvo práctica extrema en zoológico brasileño junto al Doctor Salvaje de Animal Planet
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Mientras estudiaba Medicina Veterinaria, a Camila Achurra siempre le llamaron más la atención los animales exóticos que las mascotas. Soñaba con trabajar con grandes felinos, aves y mamíferos de la selva. Por eso, cuando una profesora le contó sobre la posibilidad de un viaje a un zoológico en Brasil, ella se la jugó con todo para obtener el cupo hasta conseguirlo. Allá, la joven penquista conoció a Rodrigo Teixeira, protagonista del programa "Doctor Salvaje" de Animal Planet, de quién aprendió el trato y manejo de las más peligrosas especies de la naturaleza.
Con tigres y serpientes
Camila Achurra dejó su casa en Nonguén para vivir durante cinco meses en el Zoológico Municipal de Sorocaba, distante a una hora de Sao Paulo. El recinto alberga cientos de especies y, gran parte de ellas, son muy difíciles de manejar. Cuenta que tienen tigres, leones, cocodrilos, anacondas y serpientes cascabel, entre otras. Lo principal, dijo, era enfocarse en aprender cómo tratarlas.
La joven, alumna de la Universidad de Concepción, afirmó que "soy bien fanática del Animal Planet. Ya había visto el programa y sabía un poco lo que me iba a encontrar. Incluso la profesora que me ayudó a llegar, Michele Tompson, había salido algunas veces en el canal".
Sin embargo, tener a los ejemplares salvajes tan cerca, casi como en la misma selva, fue otra cosa. La impactó harto. Allá, explicó, el zoológico cuenta con una laguna natural. Al medio, incluso, hay pequeñas islas habitadas por macacos a las que nadie se puede acercar sin ser atacado por los simios.
Doctor Salvaje
De todos los funcionarios del Zoo de Sorocaba, el más reconocido es Teixeira, el "Doctor Salvaje". Según explicó Camila, "conocerlo fue chistoso: él es muy extrovertido, histriónico, gritón. Él va por turnos y se maneja un montón en cuanto a la medicina. Con pocos materiales puede hacer maravillas con la anestesia o tratamientos (…) Me di cuenta de lo seco que era al verlo junto a los perezosos. A esos animales nadie les puede sacar sangre, pero él tiene una técnica hasta para mirarlos y, con eso, lo hace sin problemas. Es mucha su experiencia".
Aprendió manejo
El veterinario del Animal Planet, relató la penquista, le enseñó cómo manejar a los peligrosos o tímidos pacientes. "Por ejemplo, aprendimos qué cosas tenemos que evitar al momento de anestesiar a un ciervo. No podemos meter bulla cuando estamos con ellos, porque se asustan tanto que pueden llegar a morir sólo por estrés".
La tremenda experiencia también incluyó visitas en terreno a otras localidades de Brasil en compañía de Teixeira, quien guió a la penquista y a otro grupo de pasantes. "En otro zoológico hicimos un manejo en un tigre hembra que sangraba sin razón aparente. Desde Itatiba, a unos cuarenta minutos de Sorocaba, pidieron que fuera el doctor y otro equipo médico. Él me llevó para que viera cómo se trataba. Allá aplicaron anestesia, endoscopía y una completa revisión. Después se dieron cuenta que la sangre era porque el macho la había herido", relató.
Aves y serpientes
Entre las experiencias más extremas, la penquista recuerda el trabajo con serpientes, incluso con la mortal cascabel. "Una vez reanimé a una incluso. Hay que tener en cuenta el uso de guantes, por la salmonela. Ahí las transportábamos en jaulas, luego de que las tomáramos con unos ganchos. Después, dejándolas en el suelo, uno ejerce una pequeña presión en la parte cervical, un poco más abajo de su cabeza. Sujetándosela con las manos, uno ya tiene el control, pero siempre firme y con cuidado porque los reptiles tienen una articulación que les permite mordernos aunque las tengamos tomadas", detalló la futura médico veterinario.
La joven comentó que "cuando los animales estaban anestesiados, uno puede darse el lujo de quizás acariciarlos o tomarles una foto. A veces había momentos en los que sí nos autorizaban en el zoológico, porque se entendía que eran ocasiones únicas".
En otra oportunidad, contó la estudiante de la Universidad de Concepción, llegó prensa de todo el mundo hasta el zoológico brasileño en donde hizo su pasantía. Explicó que allí, por primera vez, se le implantó una prótesis a un flamenco chileno que había perdido una de sus patas. Fue uno de los procedimientos que más recuerda, por el hito que marcó.
"Allá en Brasil la educación sobre el cuidado de los animales exóticos en muy distinta a la que se da en Chile. Ellos hacen visitas y dan clases a colegios e instituciones, para explicarles a los niños sobre el contrabando de especies, por ejemplo. Eso es súper importante porque es bien crudo todo lo que ocurre", sostuvo Camila, añadiendo que "a las aves, en ocasiones, las meten en tubos de PVC y les queman los ojos para cegarlas. Así, al pensar que está todo oscuro, se van a quedar siempre calladas y así las pasan por la aduana. A veces las esconden junto a los motores de los autos. Es terrible", subrayó.
trabajar y conocer
Afirmó que en su estadía en tierras brasileñas, también tuvo que estudiar harto, aprender de a poco el idioma, sobre todo porque tenía que hacer exposiciones de lo que estaba aprendiendo durante la pasantía. Pero contó que no todo fue trabajo. Aprovechó de conocer harto. Contó que Sorocaba es una localidad interior de Brasil, pero que aún así tuvo la oportunidad de viajar y llegar a ciudades con playas. "En donde estaba había un río, pero uno no se podía meter al agua, porque había unas ratas gigantes y era muy peligroso", indicó Camila.
La joven regresó a Concepción a fines de agosto y, por estos días, está terminando su carrera. Tras su pasantía por Brasil tiene que realizar un informe en el que detalle qué fue lo que hizo y aprendió. Después de eso, añadió, tiene que elegir un caso de su estancia en el zoológico paulista para trabajarlo en seminario y luego defender su tesis.
"Me gustaría seguir estudiando y especializarme más en el tema de los animales exóticos", aclaró ella. No descarta trabajar en un zoológico en el futuro. Si todo sale bien, dijo la estudiante de Nonguén, es probable que vuelva al zoológico brasileño, en donde la esperan con las puertas abiertas. J