Secciones

Escuela penquista trabaja en la integración de alumnos sordos con tremendo equipo humano

E-mail Compartir

cecilia.bastias@estrellaconce.cl

Más de cuarenta años de trayectoria tiene el Colegio Bío Bío de Concepción, un establecimiento municipalizado que recibe a niños hasta Octavo Básico, y que tiene la particularidad de contar con profesionales altamente capacitados en la atención de la discapacidad auditiva.

"El colegio fue fundado el 1974, y hasta el 2001 fue exclusivamente para sordos incluso con internado. Ahora es un colegio básico común, la idea es también propiciar el proceso de la integración", explica María Isabel Matamala, directora del establecimiento.

Aquí se atiende a menores con otros tipos de discapacidad, ya que se trata de un recinto con proyecto de integración. Se recibe entre 25 a 30 estudiantes por curso. "En especial hay 15 alumnos sordos y tenemos un curso especial al cual asisten solamente estudiantes sordos", detalla Matamala.

Además de contar con una fonoaudióloga, una psicóloga, dos educadoras diferenciales especialistas en lengua de señas, están los dos coeducadores, que colaboran con la labor de la profesora diferencial y son sordos. "En el caso de los dos coeducadores, ambos eran alumnos aquí, ellos ahora tienen un relación laboral y emocional muy grande con el colegio", afirma María Isabel.

"En el colegio hemos recibido muchas preguntas y se ha apoyado bastante a otros establecimientos, ya que es bien débil el tema de la enseñanza en lenguaje de señas, falta esa habilidad. Nosotras tenemos dos educadoras que son hijas de padres sordos, así que lo dominan muy bien", comenta la directora.

Cecilia Mendoza es la coordinadora del Proyecto de Integración Escolar, es profesora especialista en Educación Diferencial, y al igual que la mayoría de los docentes de la escuela maneja bastante el lenguaje de señas. "Hasta el año 2000 este colegio era exclusivamente de sordos, los niños empezaron a irse a las comunas de origen, pero después pasó que los profesores de diferencial no manejaban el lenguaje de señas y aquí había niños sordos porque sabían que la profesora lo dominaba", explica Mendoza.

"La profesora me manifestó que quería que los niños sordos estuvieran ojala más juntos, que hubiese un grupo dónde los alumnos pudieran comunicarse todos igual, hicimos las averiguaciones y abrimos el curso especial", comenta.

"Aquí tenemos alumnos que tienen necesidades de tipo transitorias, porque en algún momento con apoyo lo va a superar y además hay un grupo importante que tienen necesidades educativas permanentes, para ello el Colegio Bío Bío tiene un equipo completo para recibir a niños con necesidades auditivas", detalla Claudia Pradena.

Paulina Osorio, educadora diferencial del Primer Ciclo Básico del Colegio, cuenta que sus dos padres son discapacitados auditivos. "En la historia de las personas sordas este colegio es emblemático, y mi mamá estudió aquí", detalla la profesional.

"Trabajar en cualquier colegio siempre es un reto y para mí la idea era trabajar con la mayor cantidad de niños posibles, porque existe dificultades principalmente con las familias porque su habla no es funcional y no les permite tener un aprendizaje correcto", describe.

Por ello el trabajo principalmente se enfoca en la comunicación. Para esta educadora, el primer idioma del niño es el lenguaje de señas y luego vienen el aprendizaje del español, lo primordial es que se pueda expresar. "No podemos exigirle que escriba español o lea español, si todavía no maneja su primera lengua. Se notan cambios considerables en ellos cuando aprenden el lenguaje de señas, en su conducta, en su ánimo, porque es muy difícil no poder comunicarse con alguien y genera estrés, en algunos casos incluso violencia", sostiene Osorio.

en familia

En este colegio se imparten cursos de lenguaje de señas, para los padres y cualquier persona que esté interesada en aprenderlo, en ello colaboran los coeducadores. "Ellos trabajan con las educadoras, son sordos y son modelos lingüísticos, sirven como ejemplo para los papás porque ven a estos profesionales que les hacen clases a los niños y a los docentes también", asegura Paulina Osorio.

"Yo creo que lo más gratificante - de este curso- es que los niños se siente súper acompañados, son súper cómplices, sus familia se mantienen en contacto y ellos se van a ver toda la vida porque la comunidad sorda es súper pequeña", establece.

Para esta educadora la principal barrera de las personas sordas es que manejan una lengua distinta, pero en esta escuela se producen fenómenos bastante especiales. "Yo tengo a mis alumnos de tercero básico, son seis, y el resto de sus compañeros también saben señas. Entienden que a sus compañeros hay que tocarlos para hablarles, que se comunican con las manos y eso es bueno para los alumnos porque sienten que no están solos", indica.

"Se da en otros colegios, en este no porque es la excepción, que los niños sordos están solos", comenta Osorio.

En cuanto a los temores de los padres de estos pequeños, la educadora señala que muchas veces en Chile las discapacidades se ven solamente desde una perspectiva médica. "Llegan contando que el doctor dijo que si aprende señas no va a aprender a hablar, hay mucho prejuicio de la familia por el área de la salud", manifiesta.

Lorenzo Flores es uno de los coeducadores, es sordo y manifestó que se siente muy grato con su labor en el colegio. "En la sala especial no tengo problema para comunicarme con mis estudiantes, valoramos el trabajo con las personas sordas. Yo soy un modelo lingüístico y ellos me ven a mí como una personas grande y pueden darse cuenta que cuando ellos crezcan van a poder tener su trabajo y ser independientes", asegura.

"Lo importante es que exista más gente en el colegio que fuera sorda, ojalá fuera un colegio sólo de sordos. Me encantaría que existiera un colegio de puros sordos, porque así no existirían las barreras si a veces no está el docente", señala Flores.

"En mi curso especial es agradable el ambiente, los niños comparten, juegan, se comunican de una buena forma. El colegio está súper bien, nos comunicamos de buena forma con los niños sordos, trabajamos en forma colaborativa con los profesores diferenciales", sostiene.

La apoderada Gloria Pérez, quien llegó con su hija Darlyn de 10 años recientemente a este colegio, comenta que en el anterior establecimiento le recomendaron este colegio ya que la pequeña tiene una hipoacusia severa. "Con los profesionales que hay aquí, cambió bastante la situación, me di cuenta que le hacía falta. Antes ella estaba muy tímida no de conversar y ahora sacó lo que realmente era. Se puede comunicar con niños que escuchan menos que ella y para mí eso ha sido un gran avance", manifiesta. J