Luciano Chavarría: la historia de un garzón que lleva más de 45 años atendiendo comensales
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Luciano Segundo Chavarría Pacheco cumplirá el próximo 8 de agosto 70 años de edad. Más de 45 de esos años los lleva atendiendo mesas y durante los últimos 35 ha podido apreciar los atardeceres en la bahía de Concepción desde su trabajo en uno de los locales de comida más antiguos y tradicionales de la región, como es el Casino Oriente, ubicado frente al mar en Penco.
Luciano Chavarría o "Chano", como le dicen en la pega, comenzó a trabajar como ayudante de garzón en el Llanquihue, en el centro penquista, cuando éste se encontraba en Barros Arana entre Aníbal Pinto y Colo Colo. "Ahí llegaban los jugadores a comer, como El Pata Bendita (Osvaldo Castro)", recuerda. En ese entonces era un restorán que funcionaba al interior y la fuente de soda que estaba hacia la calle", acota.
En dicho lugar permaneció dos años, y luego partió al Centro Español, donde sólo estuvo dos meses "porque me vinieron a buscar de Las Tranqueras, unas de las mejores boites de ese entonces de Concepción. Ahí trabajé de garzón surtiendo las mesas con tragos y comidas. Era un local muy bueno, a las 10 de la noche ya estaba lleno", rememora.
El cierre de la boite lo dejó sin pega, pero le abrió la posibilidad de llegar a su actual trabajo en el Casino Oriente, donde ha pasado los últimos 35 años atendiendo a los clientes que llegan al tradicional restorán pencón, fundado en los años 50 por Emilio Navarrete y su esposa. "Conocía a la hermana del dueño del Casino Oriente, a la señora Carmen Navarrete, y me vine a presentar. Aquí era chiquitito, no había segundo piso", señala.
Hoy es un garzón reconocido y muchos de los clientes del restorán reservan mesa para ser atendidos por él. "Hace unos días vino un matrimonio que hace muchos años venía para acá, cuando vivían en Concepción, hace unos 40 años, cuando yo tenía pelo, jajaja. Ahora están en Santiago y se acordaron de mí", señala.
Y es que la amabilidad y el profesionalismo a la hora de servir las mesas son una de las características de un buen garzón que no pasan inadvertidas. "Lo principal es el buen trato con el cliente, a veces sale uno difícil y hay que saber tratarlo, a veces llega con una dama y hay que llevarles la corriente, ya que el cliente siempre tiene la razón. Otro consejo es que uno tiene que ser amable y caballero, correr la silla a la mujer para que se siente, por ejemplo", señala.
"Hay que seguir los protocolos como servir por el lado derecho y retirar por el izquierdo. Antes la gente era más delicada para comer, ahora no tanto. Yo me he fijado, por ejemplo, que en los restoranes montan las mesas con cuchillo, cuchara y tenedor solamente, en cambio aquí ponemos todos los servicios", explica el amable garzón, quien entre las delicias que lleva a las mesas de los comensales enumera el congrio margarita, que es un plato es a base de mariscos, camarones, locos picados, machas y choritos, y también pescados como el salmón, reineta y la merluza austral, especialidades del local junto al mar.
anécdotas
En sus más de 45 años como garzón, no son pocas las anécdotas que le ha dejado la labor que ha desarrollado prácticamente toda su vida, y en la que le ha tocado atender a famosos como los animadores de televisión Enrique Maluenda y Don Francisco, entre los que recuerda.
"Una vez vino Don Francisco con su señora y otras personas. Las sillas eran otras, eran más altas y los ajiceros estaban llenitos. Yo estaba retirando las jaibas, limpiando la mesa y la señora de Don Francisco, que andaba con una blusa banquita, levanta los brazos y no que me pega en la mano y me dio vuelta el ajicero… le corrió por la blusa, se la dejé imposible. Y Don Francisco, que se lo tomó de buen humor, me dijo: prepáremela nomás para la noche, yo le pongo lo demás condimentos", relata con una sonrisa.
De su paso por el Centro Español recuerda también una vez que "estaba don Pepe Cuesta, que en ese entonces era el administrador y me mandó a buscar unas guatitas o unos callos a la española, no recuerdo bien. Venían en unos porongos de greda hirviendo. Yo iba llegando a la mesa y el amigo de don Pepe levanta los brazos y me da vuelta los porongos y me quemé entero, por suerte no fue nada grave", comenta.
terremoto
La madrugada del 27 de febrero de 2010, al igual que gran parte de la región, el Casino Oriente fue duramente golpeado por el terremoto y posterior tsunami que azotó al país, por lo que estuvo cerrado durante un año.
Viendo el que era prácticamente su segundo hogar destruido, Luciano Chavarría pensó en irse a trabajar a Concepción. "Don José Navarrete (dueño del Casino Oriente) se ha portado muy bien conmigo, y cuando yo pensé en volver a Concepción, me dijo: Luciano ¿por qué no te vienes para acá y nos ayudas a parar el casino nuevamente? Ahí yo le dije: pero jefe, yo soy de esta pega (la de garzón), los maestros me iban a pedir un alicate y yo les iba a pasar un martillo. 'No impota', me dijo. Así que estuve un año ayudándole al maestro", relata.
Al cabo de un año, el Casino Oriente volvió a abrir sus puertas, y Chavarría volvió a hacer lo que le apasiona. Hoy viaja todos los días desde Pedro de Valdivia Bajo hasta el Casino, lugar al que llega cerca de las diez y media de la mañana para cumplir su trabajo. "Ahora, como estoy más viejo, me dejan en el segundo piso solamente, para no andar subiendo y bajando las escaleras, ya que tengo problemas en una rodilla. He visto al médico y me dice que me puedo operar, pero a estas altura para qué lo voy hacer, ya estoy mirando el cementerio", dice con humor.
"Antes tomaba la micro y me demoraba unos 25 minutos", comenta el antiguo garzón, añadiendo que "antes había una pista para Penco y otra para Concepción, ahora hay dos pistas y las micros se demoran más, ya que hay más autos, semáforos y las micros paran más. Me demoro una hora en llegar".
Luis Chavarría está casado hace 45 años, tuvo tres hijos (una de ellas falleció hace dos años) y hoy cuenta con ocho nietos, con los que regalonea cuando llega a casa. J