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Conozca al instructor que se sobrepuso a un accidente para preparar buenos conductores

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cronica@estrellaconce.cl

Desde hace 18 años que dedica su vida a ser profesor de conductores, un trabajo que sin duda requiere tener nervios de acero frente a quienes toman por primera vez el volante de un vehículo, aunque él le baja el perfil a esa cualidad y asegura que lo único que requiere para hacer clases es el gusto por esta actividad. Se trata de Allan Rossel Moisan, instructor teórico y práctico del Automóvil Club de Chile, quien sin embargo no ha estado libre de eventos de gravedad durante su trayectoria como instructor.

"Tuve una experiencia muy desagradable", afirma este hombre, recordando un grave accidente que sufrió en 2012, en medio de una clase práctica con un alumno. Una historia que todos sus colegas conocen y que retrata lo que puede ocurrir mientras desarrollan esta labor por culpa de terceros.

"Fui chocado con un alumno, en ese tiempo estaba en otra autoescuela, y estaba esperando en una esquina para hacer un viraje. Ahí pasó un vehículo, según me contaron carabineros, como a 140 kilómetros por hora, y nos arrastró 11 metros", detalla Rossel, quien producto de este accidente permaneció por 20 días hospitalizado con un TEC cerrado.

El alumno que lo acompañaba no quedó con heridas, pues el impacto fue de costado y afectó directamente sólo al instructor, quien pese a ello continúa haciendo su labor, que es lo que le gusta. "Aquí estoy, afortunadamente no me acuerdo de nada, porque si me acordara no estaría aquí metido probablemente", explica el profe, añadiendo que su alumno entonces "quedó con miedo y me esperó a que me recuperara, para retomar su curso. Y ahora tiene licencia".

El instructor de manejo lamenta que se llegue a situaciones tan extremas como la de su accidente, producto de la falta de cuidado que tienen algunos automovilistas con los conductores en práctica. "Está reglamentado que los alumnos en práctica se distingan de los demás, para que si un auto particular ve eso, le ceda el paso, o no empiece a tocar la bocina", afirma Rossel.

Añade que "nosotros tenemos doble comando (que es el sistema que permite tener el control del vehículo en ambos asientos delanteros), pero no podemos prever que un tipo desaforado vaya a pasar a esa velocidad por un carril que no le corresponde. Son cosas que uno no espera que puedan acontecer", dice.

conducir y enseñar

Pese a este desagradable episodio, este profesor de manejo asegura que este es el trabajo que más le ha gustado de aquellos que ha hecho a lo largo de su vida. "Antes era contratista en obras menores y por ayudar a un amigo llegué a esto. Me gustó, por eso me quedé, con el tiempo me he ido superando. Mi jefatura me ha ido capacitando. De todos los trabajos que he hecho en mi vida este es el que más me satisface, o sea, hago lo que me gusta y más encima me pagan por ello", describe.

"Me encanta la pedagogía y el contacto con el alumno. La idea de nosotros es que todos aprendan, entonces uno busca la mejor forma de llegar a ellos, incluso con algunos terminamos siendo amigos", dice, afirmando que efectivamente se da una buena relación, ya que como instructor va buscando cortar el temor en el practicante.

"De repente salen algunas tallas para levantar el ánimo, uno va buscando que el alumno, después se vaya tranquilo y convencido de lo que ha logrado. Muchas veces después de dar los exámenes y obtener la licencia pasan a agradecer o nos llega un chocolate de regalo, eso nos pasa varias veces", comenta.

Rossel no cree tener nervios de acero para ejercer este trabajo, pero sí se admite una persona calmada. "Me considero un tipo tranquilo al conducir, no me acelero, que el que va al lado corra, a mí no me altera cuando me pasan, y eso se trabaja con el tiempo", asegura.

"Un profesor de conducción debe ser un tipo tranquilo, relajado, que constantemente esté buscando nuevas informaciones, acá somos todos instructores teóricos y prácticos. Estamos normalmente en eso. Una vez al mes, en esta escuela, ven como se ha desempeñado cada instructor y ahí se ve qué información hay que incluir dentro de la materia, por ejemplo", detalla.

Hasta la autoescuela en que trabaja han llegado varios jóvenes que, por ejemplo, llevan ya tiempo manejando el auto del papá y que por lo mismo están más familiarizados con la materia. "Y uno los saca a andar y ligerito están pisando los 60 ó 70 kilómetros por hora, ahí uno tiene que frenarlos y preguntarles cuál es el máximo de velocidad", comenta, agregando que generalmente, cuando formula esta pregunta, algunos alumnos ni siquiera se han fijado.

en el centro

Acerca del lugar más complejo para aprender a conducir, Allan Rossel no duda en mencionar al centro de Concepción. "Es el más complicado, muchas señales: pare, ceda el paso, peatones que suben y bajan de la acera. Sobre todo en Freire, de Colo Colo hasta Rengo o Lincoyán. Les da miedo, pero les digo que mientras mantengan el auto en su pista, está todo bien y con los peatones hay que tener ojo", describe. J