Sergio Román: cómo pasó de arbitrar en el patio del colegio a ser juez frente al Real Madrid
l Manuel Muñoz González
Con una tarjeta amarilla y una roja nos recibe Sergio Román Retamal en el hall de acceso al Colegio Salesiano de Concepción, un símil al banderín que solía levantar cada vez que uno u otro jugador quería sacar ventaja de alguna posición de adelanto, durante los cientos de partidos en que le correspondió correr por las bandas como juez asistente de línea.
A uno de los últimos al que le tocó levantar la bandera cuadriculada fue al portugués Cristiano Ronaldo, durante el Mundial de Clubes del año pasado, en duelo del Real Madrid.
"Fue mi último partido como juez de línea. No estaba en los cálculos, pero en noviembre nos dijeron que estábamos en la lista para reemplazar a la terna colombiana que falló en las pruebas físicas, y fuimos llamados al mundial de clubes. Ahí fuimos considerados en la semifinal, entre Cruz Azul y Real Madrid de Cristiano Ronaldo", recordó el penquista, quien poco se inmutó por tener en frente al ídolo mundial del balompié. "En el túnel hubo un acercamiento, igual existe una admiración por jugadores como él, pero en ningún caso se puede dejar de lado la concentración", dice con voz firme.
El recientemente retirado juez de línea, casado con Lorena Durán, padre de Rosalorena, Natalia y Tomás, fue además uno de los representantes nacionales del referato en Brasil 2014, el que asegura fue la cúspide de sus 23 años de carrera como asistente.
"El mundial de Brasil fue lo más importante, es el punto máximo al que aspira llegar un árbitro, y no sólo un árbitro, sino cualquier deportista y futbolista", comenta Román, asumiendo que el haber estado un año antes en la Copa Confederaciones fue el trampolín para ser designado para la cita mundialera del año pasado. "Ahí nos fue bastante bien, y quedó pavimentado el camino para estar en el mundial. En Brasil dirigimos (junto a Enrique Osses, juez central, y Carlos Astroza, el otros asistente), fuimos considerados hasta las instancias finales, así que eso nos reafirma que anduvimos bien", rememora el profesional durante el recreo de los alumnos y en pleno patio del Colegio Salesiano, mismo recinto donde partió su labor como hombre de negro.
"Empecé en esto de casualidad, arbitrando en el colegio, pues soy ex alumno de acá. En ese tiempo había que marcar la cancha que era de tierra durante los partidos, y siempre que había campeonatos faltaba el árbitro, así que yo me ofrecía y arbitraba, con lo poco que sabía de fútbol", recuerda, a la espera de que sus pupilos del 2° G se equipen para iniciar la clase de Educación Física.
Tras ello, Sergio Román se integró al Cuerpo de Árbitros de la Universidad de Concepción, donde las hacía de árbitro central y como asistente; luego llegó la opción de profesionalizarse y comenzó a dirigir como juez central en el fútbol joven. Tras llegar al referato en la Sub 19, dio el salto al fútbol grande como juez de línea, tarea que ejerció por más de dos décadas.
Una labor que le permitió conocer mejor al futbolista chileno, a quien lo único que le reclama es ser muy bueno para simular. "El jugador chileno es muy piscinero, algunos viven de eso, eso perjudica el espectáculo, porque los llamados a mejorar esto son ellos. Si hay menos simulación el espectáculo mejoraría y minimizaría los errores también de los jueces", afirma.
el lado docente
"Es buen profe, igual es estricto, pero lo justo para que hagamos las cosas bien", dice a un costado de la cancha del gimnasio del colegio Diego Ferrer, alumnos que, por tener sus motivos, justo ese día no llevó el equipo de gimnasia.
Una opinión que refleja el lado docente de Román, esa de ser profe de Educación Física. "En el colegio siempre me dieron su apoyo y podía compatibilizar las dos actividades, ya que en los últimos dos años me tocó viajar bastante", dice el ex juez de 46 años, remarcando el aspecto que más le inculca a sus alumnos, además del tema físico: "Me gusta que sean respetuosos, que se esfuercen, que no se conformen con lo mínimo, que no sean mediocres".
"Por ejemplo acá les doy un ejercicio y viene un alumno y me dice: profe no puedo. Ahí yo le digo: no me diga eso, esa frase es para los mediocres, por último que me diga lo voy a intentar, entonces la forma de verlo es diferente", dice Román en su lado pedagógico, el mismo que inculca también a los futuros árbitros de la zona, a quienes prepara en la parte física, en una labor que lo mantiene cerca de una de sus grandes pasiones, el referato. J
"Los insultos los
tomo como algo
anecdótico, es
parte de esto y uno
se acostumbra".
Sergio Román Retamal