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Voluntarios del Hogar de Cristo van al rescate por la ruta del hambre en las calles de Conce

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l Luis Cifuentes Villegas

Una vez que terminan su jornada laboral o sus estudios, los voluntarios penquistas se juntan en las dependencias del Hogar de Cristo, en calle Manuel Rodríguez con Serrano. Allí se ponen sus petos verdes y cargan un furgón con un termo con 12 litros de café, diversas porciones de comidas y frazadas y cobertores que saldrán a repartir por distintos puntos de Concepción. Una ruta que ya conocen bien y en la que brindan alimento a quienes a veces es su único bocado del día.

El Hogar de Cristo en la Región del Bío Bío cuenta con más de mil voluntarios, y en la línea calle, es decir los que salen a terreno, son unos 25, que se distribuyen de lunes a viernes.

Con una puntualidad inglesa, cinco voluntarios, más el encargado y el conductor, abordan el furgón. En esta ocasión, el menú es arroz con pollo y el primer beneficiado es Luis Baima, quien permanece acostado y enfermo en una pequeña pieza que arrienda en calle Cruz. "Esto me ayuda a recuperarme mucho, ya que estoy muy enfermo, tengo hipertensión, diabetes, el sistema nervioso malo y ya me han hecho tres operaciones", sostiene el abuelito, que el próximo mes cumplirá 88 años.

La segunda parada es en la esquina de Rengo con Vicuña Mackenna, donde se encuentra el matrimonio de Luis y Luisa, quienes se dedican a cuidar autos. El trayecto continúa y, pasadas las 21.00 horas, llega al Patio de Camiones de la Vega Monumental, lugar donde pernoctan un gran número de personas, y así sucesivamente, en un recorrido que cubre distintos puntos, como el Hospital Regional de Concepción.

A las 22.37 horas se realiza la decimoséptima parada, en la Plaza Independencia. Pero ya no quedan bandejas de comida. En esta ocasión se repartieron un total de 50 porciones.

En 2011, en el Hogar de Cristo se hizo un sondeo a más de 120 personas para ver qué tan efectiva era la ruta realizada por los voluntarios: más del 80% de los encuestados manifestaron que dicha comida era la única alimentación que recibían en el día.

voluntarios

Lorena Arteaga (42) lleva 17 años como voluntaria de la institución. "En 1998 con una colega nos acercamos al Hogar de Cristo para ver qué podíamos hacer, y en esa ocasión nos dijeron que estaba la hospedería y la ruta nocturna, y que teníamos que ver cuál era el horario que más nos acomodaba", relata Lorena, quien trabaja como secretaria.

En más de una década y media recorriendo los distintos sectores de la ciudad no son pocas las anécdotas que ha debido presenciar, una de las cuales ocurrió en una víspera de Navidad.

"Un 24 de diciembre estábamos en Talcahuano repartiendo comida y regalos, en el sector de la Bentoteca, y se reunió bastante gente. Algunos comenzaron alegar porque no le entregamos regalos a una señora, y la mujer agarró una piedra de gran envergadura y quebró el vidrio trasero del furgón. Todos los vidrios cayeron sobre la comida, estábamos recién comenzando a repartir y no pudimos entregar nada, fue un caos total. Me dio pena y me puse a llorar", recuerda.

Sin embargo, la labor que realiza sigue siendo su pasión. Y es que más que entregar alimentos o abrigo, los voluntarios brindan también compañía y cariño. "Para mí esto es un regocijo, me llena el alma. Llego a la ruta y me olvido de mí y me gusta cuando les saco una sonrisa o cuando me hacen reír. Me gusta escucharlos, saber cómo fue su día, sus vivencias, sus tallas", destaca.

Otro de los voluntarios es Francisco Reyes (37), constructor civil. "Ingresé a ser voluntario el '99, pero por motivos laborales me desvinculé el 2004. Pero ahora volví hace unos meses. Llegué aquí porque una polola de un compañero dijo que era voluntaria del Hogar de Cristo y a mí me interesó y me acerqué", explica.

"Cuando uno entrega algo, no es una paga monetárea, es una paga emocional, es una terapia. Como dice Lorena, te regocija el alma el hecho de poder acercarte, de entender cómo es la gente y saber pensar como ellos, para poder ayudarlos. Es un tema que va con lo sicológico y social", añade.

Uno de los percances que recuerda de sus años en ruta ocurrió en las cercanías del Puente Viejo. "Llevaba un par de años como voluntario y en ese tiempo tomé un plato de comida y un vaso de café con un pan e ingresé. Ahí escuché dos voces que me decían: te vamos a cogotear", relata. Pero, añade, "justo pasó un vehículo e iluminó bajo el puente y el haz de luz reflejó el peto que andaba usando, y los sujetos me dicen: perdone tío no sabíamos que era usted".

Los voluntarios hacen un llamado a los jóvenes que quieran colaborar a que se acerquen al Hogar de Cristo, que sólo deben tener las ganas de ayudar. "Hay gente joven que ha venido un mes, dos meses, y después desaparecen y seguimos los mismos viejos aquí", señalan. Actualmente, sólo se hace la ruta en Concepción.

socios

Actualmente, el Hogar de Cristo en la Región del Bío Bío tiene 36 mil socios. Si uno quiere hacerse parte, el promedio de la cuota que se cancela es de unos $2.700. ¿Y cómo se hace efectivo el pago? "El más común es el puerta a puerta, donde una de nuestras recaudadoras te visita una vez al mes, en la fecha que uno lo estime", señala Luis Cuevas, jefe social para la Provincia de Concepción del Hogar de Cristo y quien lleva doce años trabajando en la entidad. "Pero lo que le parece más grato a las personas es ser socio automático, vía transferencia electrónica", añade.

En el Hogar de Cristo local hay aproximadamente 350 trabajadores, quienes no sólo realizan obras con las personas en situación de calle, sino que también colaboran con la mini educación inicial. Hay jardines infantiles, salas cuna, programas de adulto mayor, programas en la línea comunitaria, otros que tratan las adicciones (alcohol y drogas) y de salud mental.

A través de la Fundación Hogar de Cristo han nacido también organismos que prestan distinta colaboración dentro las líneas de especializaciones.

Así existe la hospedería, que se encuentra ubicada en la intersección de Manuel Rodríguez con Serrano, en Concepción, y atiende a hombres generalmente de entre 18 y 59 años.

Actualmente, en el lugar pernoctan un promedio de 59 personas. El ingreso es desde las 18.00 horas y están hasta las ocho y media de la mañana del día siguiente. "Nosotros le pedimos una cooperación, porque entendemos que es un servicio y las personas en la medida de sus posibilidades cancelan $200 cada día, lo que les da derecho a la alimentación, cena, desayuno y su cama. Cuando una persona no tiene, tampoco se le exige, lo importante es que él entienda que está pagando por un servicio", indica Luis Cuevas.

En Concepción además existe otra hospedería, la que se encuentra en calle Argentina, entre Angol y Lincoyán, y que atiende a hombres mayores de 60 años. Tienen capacidad para 30 personas y en la actualidad acoge a unos 26 beneficiarios. El Hogar de Cristo no tiene hospedaje para mujeres, pero el Arzobispado penquista sí cuenta con uno. J

"Para mí esto es

un regocijo, me

llena en alma.

Me gusta

escucharlos,

saber cómo fue

su día, sus tallas".

Lorena Arteaga,

l Víctor León, o "Don Lolito" como es conocido en el Hogar de Cristo de Concepción, lleva 30 años como voluntario y está pronto a cumplir 90 años. "Cuando llegué cuidaba la hospedería, atendía a las personas. En mis 30 años ayudando a la gente he visto varios cambios", señaló este vecino del hogar, quien asiste a ayudar junto a su hermana hace más de tres décadas.

Víctor León actualmente concurre todos los días, entre las 13.00 y 14.00 horas, para ver el almuerzo en el lugar, y luego va en las tardes, de 17 a 18 horas. Y aunque esté enfermo, no deja de asistir.