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Conozca en qué consiste la pega del buque chorero encargado de proteger a todo el Mar Chileno

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cecilia.bastias@estrellaconce.cl

Cambiar las baterías de los faros, llevar comida a las familias que viven en las islas australes y estar atento a que naves extranjeras no entren sin permiso a nuestro mar, son algunas de las tareas que a diario debe realizar el patrullero oceánico "Piloto Pardo". Esta nave, que fue construida hace siete años en Asmar, pasó a su natal Talcahuano por mantenimiento y ayer nuevamente zarpó para seguir trabajando sin parar.

Son tantas las pegas que el Piloto Pardo debe realizar, que una de sus principales características es la autonomía. De hecho puede permanecer más de dos meses mar adentro y, para que en el intertanto pueda haber traslado de parte de su tripulación hacia tierra firme, es que en su cubierta dispone de una pista de aterrizaje y un hangar para recibir helicópteros medianos y pequeños.

Actualmente, en la embarcación de 80 metros de largo trabajan 42 personas: doce oficiales y treinta marineros.

"Este buque es parte del proyecto Danubio 4, cuyo principal objetivo es aumentar las capacidades de vigilancia y control de nuestro espacio de jurisdicción marítima desde la orilla de playa hasta las 200 millas", explica el comandante del Piloto Pardo, capitán de Fragata Juan Francisco Rojas.

"También tenemos espacios de responsabilidad marítima, en los que no tenemos exclusividad de explotación, pero existe responsabilidad para la seguridad de la vida humana en el mar, que eso es de las 200 millas hacia fuera. Ése es nuestro mar presencial", agrega.

Cabe precisar que el Piloto Pardo cuenta con dos embarcaciones menores que se utilizan en controles marítimos, de barcos pesqueros, principalmente.

La Armada de Chile cuenta con otros dos patrulleros oceánicos: el "Comandante Toro" y el "Marinero Fuentealba". Y esta semana comenzó a construirse en Asmar un cuarto buque que cumplirá las mismas funciones.

"Chile es uno de los países que tiene la mayor cantidad de islas en el mundo, todos esos canales y entradas a aguas interiores, necesitan señalización marítima para que los buques no se varen", afirmó el capitán Juan Francisco Rojas. "Este buque, por sus capacidades, puede llevar gente a esos lugares para reparar, cambiar las baterías y abastecer con víveres los faros que son habitados", dice.

CON LA COMUNIDAD

El teniente segundo Omar Peredo, quien lleva dos años trabajando en el Piloto Pardo, asegura que para él es motivante sentir cómo los esfuerzos que realizan a bordo van en directo beneficio de la comunidad. "Vamos a zonas aisladas a dejar carga. A veces la gente se pregunta qué hacen los marinos y lo que nosotros hacemos es dar un apoyo tangible a las personas", indica.

"El año pasado, por ejemplo, llevamos mil 300 sacos de pellet a la Isla Mocha. Era forraje para los animales. Ése tipo de cosas son nuestras tareas", precisa el teniente Peredo.

Con un grupo de 42 personas a bordo, el oficial señala que tiene una dotación menor a la acostumbrada en otros buques y que las instalaciones son bastante más amigables que otras naves más grandes.

Del grupo de trabajo destaca la importancia de ser un equipo. "La marina nos enseña a que trabajemos en equipo y es motivante para uno, como oficial, dirigir a estos equipos, ya que aquí todos son importantes y se sienten comprometidos. Así se constituye esta familia", indica.

mujeres tripulantes

Dentro de la dotación hay sólo dos mujeres. Una de ellas es la cabo segundo Carolina Gallegos Mora, de Talcahuano, quien, a sus 27 años cumplió su sexto año como integrante de la familia naval. "Soy manióbraga de profesión. Estoy a cargo de los botes y la marinería. Llegué en enero a este buque, antes me desempeñé en la Esmeralda. Aquí trabajamos en la mantención del material, que esté todo ordenado, que no falte ningún elemento", comenta a La Estrella.

"Somos dos mujeres en el buque, la otra es marinero litoral, con ella nos conocemos desde la Esmeralda. Es entretenido, se pasa bien, es como una familia, nos ayudamos los unos a los otros. Es que acá hay mucho compañerismo", indica la cabo Gallegos.

Pero las dos marineras no son las únicas féminas a bordo del buque Piloto Pardo: también está "La Gitana", que es un cuadro que se ubica dentro de la Cabina de Oficiales, el que fue entregado al buque en una ceremonia realizada el pasado 30 de abril.

La historia de esta obra se remonta al destructor transporte "Serrano", al buque antártico "Piloto Pardo" y al buque madre de submarinos "Almirante Merino", tres naves de la Armada de Chile, por las cuales pasó. Aunque el origen de esta pintura es desconocido se comenta que "La Gitana" llegó a Chile en 1967, a bordo del destructor "Serrano".

En febrero el cuadro fue restaurado en Valparaíso, gracias al apoyo de la Corporación del Patrimonio Marítimo de Chile y fue transbordado al patrullero "Piloto Pardo".

Sobre esta pintura hay una serie de leyendas y mitos que se han acumulado en sus al menos 50 años de existencia.

medioambiente

Aparte de su función de protección y asistencia social, el Piloto Pardo tiene la misión de combatir la contaminación en el mar, específicamente, aquella de hidrocarburos.

De hecho, la última misión llevada a cabo se inició el pasado 20 de marzo, tras el derrame de combustible en la isla Alejandro Selkirk del Archipiélago de Juan Fernández. "Ahí se vararon dos pesqueros, de cincuenta toneladas, con mucho combustible y nuestra misión era extraer el combustible de las embarcaciones para evitar que se siguiera produciendo la contaminación en esa zona, que es un Parque Nacional", explica el capitán Juan Francisco Rojas. J