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Llico recuerda la historia de antiguo marinero fallecido

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l A un costado del Sindicato de Pescadores Artesanales de Llico una placa recuerda a Isidoro Mendoza Bravo (82), uno de los socios más antiguos de la agrupación. "El Pobre Viejo", como le decían, nació en Llico, fue infante de marina y marino mercante, recorriendo gran parte de mundo. Hablaba varios idiomas y luego de estar ausente casi 50 años volvió a su querido pueblo, donde perdió la vida tras el tsunami del 27F. Para el terremoto se encontraba solo en su casa, a la orilla del mar. "No vimos a mi tío, así que comenzamos a preguntar por él, nos habían dicho que había huido a otro cerro", recordó Arturo Iglesias (53). Su vivienda era una de las más antiguas de Llico y en su patio funcionaba un camping. Sus familiares fueron a buscarlo tras el terremoto, pero no le encontraron rastro. Ya cerca del mediodía de aquella triste jornada, Bomberos encontró su cuerpo en el otro extremo de la playa. Fue la única víctima fatal en Llico. J

En Maryland no les queda otra que tener paciencia

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manuel.munoz@estrellaconce.cl

Ycumplieron los cinco años. Pese a las promesas y esfuerzos para una pronta erradicación por parte las autoridades, a las 73 familias que aún viven en el Campamento Maryland de Caleta Tumbes, en Talcahuano, la paciencia y resignación es lo único que les queda para poder dejar dicho lugar.

Abril, mayo o junio es la fecha en que deberían decir adiós a la media década viviendo en casas de emergencia, donde debieron acostumbrarse y volver a hacer sus vidas, luego que el terremoto y tsunami los dejara con lo puesto.

"No nos quedó otra que acostumbrarnos. Yo no me hago problema, sé que esta espera es por algo mejor. Y mientras estamos acá, hay que vivir lo mejor posible, echarle para adelante", dice sonriente Julieta Rivas, quien pese a los golpes de la vida, sigue entusiasta como siempre. "Acá vivo con mi hijo y mi madre, la tengo que cuidar porque ella tuvo una trombosis y tenemos que hacerle todo y cuidar de ella", cuenta, mientras termina de lavar el tercer traje de los buzos mariscadores que lleva a su casa, labor que realiza para ganarse unos pesos y sumarlos a los que gana cuando sale a mariscar dos o tres veces a la semana.

"No pensé que iba a ser tanto tiempo el que íbamos a vivir acá. Al principio se sufrió, pero con el tiempo se va acostumbrando uno", añade Marcia Vega, vecina de un par de casas más allá, quien dice haberse habituado tanto que incluso, dice, se quedaría. "Uno al final se acostumbra, y partir va a ser empezar todo de nuevo", cerró, tranquila y esperando que llegue el día para comenzar otra vez. J

Vecinos y turistas corrieron juntos al cerro en la caleta

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l El 27F, Karen Martínez (21) se encontraba en su hogar con su familia viendo la actuación de Arjona en el Festival de Viña. "Me fui a acostar como a las 2.30 horas y cuando comenzó todo pensé que era un temblor, pero cuando comenzaron a caerse todas las cosas me di cuenta de que se trataba de un terremoto", señaló la joven que vivía en el sector de la playa de Llico. Luego fueron ayudar a unos veraneantes que estaban atrapados en su vehículo en el muelle, recuerda la joven, que trabaja en el restorán Vista al Mar. Tras el megasismo, unos 200 llicanos se reunieron en el cerro, de ellos unos 20 eran turistas. Arturo Iglesias (53) recuerda que el mar se recogió unos 100 metros y se salió a las 7.45 horas del 27 de febrero. "Cuando comenzó aclarar se veían unas rocas negras que antes no se veían por el mar", recordó el también dirigente vecinal de Llico, quien sostuvo que "el tema de la reconstrucción no está listo acá, ya que no tenemos alcantarillado y el problema de las aguas servidas cada vez se hace más insoportable". J