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"Matar a un hombre": la película filmada en Tomé está a un paso del Oscar

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kretamal@estrellanorte.cl

Hace siete años, su vida era escribir de economía, las fluctuaciones en la bolsa de Wall Street y cualquier cosa que tuviera que ver en su área. Era periodista de la agencia EFE en Nueva York, pero como él mismo confiesa, tenía una doble militancia. Es que Alejandro Fernández Almendras, chillanejo de nacimiento, estando en Estados Unidos comenzó a cultivar su pasión por el cine, la misma que compartía con sus compañeros en la Universidad de Chile.

Fue ahí, en la New School University, donde empezó a cimentar su fructífera carrera, que hoy, sin pensarlo y con sólo tres largometrajes en su currículum, lo tiene con varios premios a su haber en diversos festivales como Sundance, Rotterdam, Indie Lisboa, Miami, Cartagena de Indias y, además, del reciente Premio del Público en Largometraje Internacional en el Festival Internacional de Cine de Valdivia de 2014.

Al Oscar y al Goya

Filmada en Tomé, un lugar que confidencia le parece más cercano y conocido que otros, y con actores desconocidos como Daniel Candia, la cinta está basada en un hecho real. El mismo que Alejandro vio en un reportaje hace muchos años, donde una familia era acosada por un delincuente del barrio y cómo el padre de familia toma la justicia en sus manos, con las consecuencias que hay para él.

"Fue a partir de ese tema que me llamó mucho la atención y decidí hacer esta película, que parece bastante calculada y precisa. Es una que se basa fundamentalmente en la libertad de filmar, de contar una historia, sin tener que poner el significado de esa historia por delante, sino que filmar lo más fehacientemente posible al personaje y la situación y que eso permita la reflexión del público", dice.

"No me lo esperaba. A pesar de que la película había ganado el Sundance, que es un premio importante, la verdad es que no me esperaba que le fuera así de bien, que la seleccionaran, ni tampoco me esperaba que ganara el premio al público en Valdivia, lo cual me parece genial, porque es bueno que la gente tenga la capacidad de apreciarla. Es un bonito reconocimiento. Son premios súper valiosos, que me alegran mucho, porque hablan de una totalidad de la película, que tiene premios desde mejor película, mejor actor, actor secundario, mejor guión, tiene un montón de premios, que dice que en lo global funciona", comenta.

No es que se haga ilusiones con el Premio de la Academia, pero sabe que su producto es potente. Que en cualquier sociedad pegaría con fuerza, que no trata de pobres ni ricos, sino que de una clase media golpeada. De alguien como usted o como yo.

"Ésta se diferencia de las otras películas porque muestra un mundo, una realidad social de la clase media, que habla de un problema que a muchos chilenos les pasa, es real y que la solución es casi como lo que hace el personaje de la película, sin culpas", parte.

Agrega: "Es bastante interesante la película, porque no hace un juicio moral sobre el personaje, que es bastante complejo, que dadas las circunstancias mata a una persona por defender a su familia, pero en el fondo el ataque de la otra persona no había llegado a esos extremos. Claro, uno lo justifica bajo esos parámetros y esa es la idea, que la gente se identifique con eso. Pero eso no dice que el tipo tenga la razón, que haga justicia por sus propias manos, eso queda a la razón de las personas. En ese sentido la película no lo juzga y se pone en el lugar que pone al espectador de llegar a ese extremo. Es una visión bastante libre".

Según Fernández, ha hecho lo mismo desde "Huacho", que "son películas con las que trato de llegar a la misma emoción, la misma sensación desde un lugar distinto, ese es el desafío que trato de conseguir. En este caso era cómo hacer un policial que te suene familiar sin repetir las formas clásicas del género. Ese era el desafío principal y creo que se consigue. Es tratar de llegar a lo mismo, pero desde otro lugar".

Se entusiasma relatando su tercera cinta y siente que la reflexión es bastante interesante. "Tienes todo el tiempo para decidir que si está bien o no la justicia por las propias manos", señala.

"Es una película que se me ocurre, es parte de la fantasía que descubre el protagonista al final, de cobrar venganza y sentirse bien, que es algo que nos llenan la cabeza las películas de acción, pero que en realidad apunta hacia otro lado", comenta al director.

"Este año está difícil, son más de ochenta películas que están buscando la nominación. Hay unas muy buenas... Quizás estoy avalado por otros festivales, pero las otras películas también. Incide la plata que le metas a la difusión… es complicado".

Camino al cine

"Entre los 25 y los 35 años viví allá. Siempre me gustó el cine desde el tiempo de la universidad, cuando entré a estudiar Periodismo, donde estaba en un curso bien cinéfilo. Habíamos varios que nos gustaba el cine, hablábamos de películas y todo eso. Entonces, cuando me fui a vivir a Nueva York, en un punto me di cuenta que se podía estudiar, porque en ese entonces no había dónde estudiar cine en Chile. Me di cuenta que sí se podía hacer vespertino y trabajar. Ese camino a tomar una cámara y empezar a experimentar", relata.

Así, Alejandro tomó cursos con el fin de filmar sin tener que parar tanto en sus otras labores ni tampoco tener que gastar, "porque en ese entonces los equipo todavía eran de 16 mm, todo era más caro el aparataje. Entrar a estudiar era la posibilidad de que me prestaran equipos, películas y poder revelarlas. El proceso hacerlo por fuera de la escuela era más caro que hacerlo dentro. Tomaba cursos nocturnos de guión y realización".

Podría decir que el cine es lo suyo "si pudiera decir que es una profesión de la que puede vivir en lo que me queda de vida, pero es difícil. Pienso que si no me resulta algún proyecto, si no logro levantar dinero para eso, voy a tener que volver a hacer lo mío que era el periodismo", dice.

Agrega que "está la fantasía de la posibilidad de que algo va a pasar, a pesar de que no lo haga. En esos términos, la precariedad de hacer cine en Chile es total, nada te asegura. Claro, tengo tres películas, soy director, pero mañana no sé, puedo dedicarme a otra cosa, nunca se sabe. Siempre uno vive en la cornisa y llega al punto en que uno también se cansa de seguir peleando por poder hacer lo que uno quiere. Hasta ahora hemos ido súper bien, pero estoy consciente de que en Chile, un país tan pequeño y con necesidades tan distintas, la cultura del cine no es una gran prioridad. En ese sentido admito que la realidad puede ser muy distinta a la que deseo". J