La historia de la mujer que sueña con salvar todas las vertientes de los cerros de Talcahuano
l Edson Rebolledo Sáez
Un rústico y empinado sendero hecho con sujetamanos de madera y escalas de arcilla, se encuentra incrustado en pleno corazón del cerro San Francisco de Talcahuano. Al bajarlo, se puede llegar a un lugar rodeado de litres, avellanos, maquis, chilcos y boldos, donde sólo se escuchan dos tipos de sonidos: el cantar de los pájaros y el fluir del agua de la vertiente Santa Julia, la cual proviene directamente de una cueva ubicada en las mismas entrañas de la alta colina.
La preservación del lugar no es al azar, ni tampoco algo que se haya dado desde siempre. Hubo periodos en que el oasis natural estuvo lleno hasta más no poder de escombros, cajas y envoltorios, siendo centro de un enorme basural. Hoy, la vertiente goza de buena salud gracias al plan de preservación llevado a cabo por la Agrupación de Juntas de Vecinos de la Península de Tumbes, compuesta por 29 asociaciones vecinales y que engloba un total de 50 mil habitantes de todos los cerros del puerto.
La iniciativa enfocada a cuidar las fuentes acuáticas, tomó fuerza tras el terremoto del 27-F, episodio oscuro para los choreros, pero que ayudó a que los vecinos lograran darle valor a la preservación de las vertientes. Desde ese momento, todos tomaron el compromiso de cuidar las más de 40 fuentes de aguas existentes en sector alto de Talcahuano, y con ello, la flora y fauna que se desarrolla alredor de las mismas.
"Post terremoto nos dimos cuenta del valor real que tiene el agua, e incluso hoy, escuchamos con mucha pena lo que pasa con nuestro compatriotas en el norte, donde lo que más necesitan es del líquido vital. Por eso luchamos y llamamos a los vecinos a que cuiden el agua, la que en poco tiempo será mucho más valiosa que el oro, y que tomen en cuenta que somos privilegiados por contar con tantas fuentes en la comuna", dice Edith Burgos presidenta de la Asociación Península de Tumbes, la que está a cargo del desarrollo del plan de recuperación de vertientes, el cual lleva tres años funcionando, gracias a su liderazgo e incansable lucha de preservación.
Piedra laja en sus cauces, plantación de árboles nativos, basureros y construcción de senderos, son parte de los trabajos realizados para hermosear el entorno de las vertientes. Actualmente ya son 20 las fuentes de agua de los cerros que se encuentran efectivamente intervenidas y que forman un lugar ideal y acogedor para paseos con aire puro y tranquilidad.
"La idea es que todos podamos empoderarnos de estos espacios, los cuidemos y que los usemos como un lugar de esparcimiento, que se visiten, que vengan a disfrutarlos con sus familias, que los más pequeños desde la más tierna edad valoren el agua para así poder tener un mejor futuro", agrega la dirigenta.
El 2011 se realizó el primer trabajo de preservación, siendo la vertiente Santa Julia la privilegiada. Desde ese tiempo hasta hoy, los materiales y diseños usados para las intervenciones de mejoras han evolucionado hasta llegar a un estado de gran nivel, como el efectuado en la vertiente Villa Badarán, la que cuenta con un pequeña caída de agua, que amplifica el sonido del fluir de la fuente.
"Este año se ocupó piedra laja para mejorar la caída de la vertiente, también más polines para la construcción y mejoramientos de los senderos, se hicieron más jardineras. También se instalaron más señaléticas para explicarles a los vecinos el cuidado y el uso del agua, pues no es llegar, usarla y tomarla. Como todavía hay contaminación cercana, siempre hay que hervirla, clorarla y solamente usarla en caso de emergencias. Además les recordamos que las vertientes no sólo son de uso humano, pues son fuente de hidratación para animales y la flora del entorno", explica.
La dirigenta chorera afirma tener la fuerte convicción de poder intervenir la totalidad de las vertientes existentes en los cerros aprovechando a su vez, de plantar más árboles nativos, con el objetivo de tratar de rescatar la biodiversidad vinculada a los afluentes, un proceso que, aclaró, debe de realizarse con cuidado y ocupando especies nativas.
"Se han plantado copihues en otras vertientes, al igual que el pitao, que está en peligro de extinción, también plantamos queules, porque es el árbol tradicional de Talcahuano y que además todos son únicos en el mundo. El llamado es a plantar flora nativa que ayuda y se desarrolla a la perfección en las vertientes y evitar la plantaciones de eucaliptus, pues pueden consumir hasta 200 litros de agua diarios, secando las fuentes de agua", aclara Edith Burgos.
Los vecinos de los cerros se han tomado en serio el tema del cuidado de sus vertientes, y sostienen que incluso le tienen gran cariño y consideración que es la base para la voluntad de preservación de estos oasis naturales. Este hecho se ve plasmado con un mural en el sector de la vertiente Santa Julia, el cual fue pintado tras el terremoto y que refleja los episodios vividos en el lugar, donde la fuente de agua tiene un lugar central, pues gracias a ella pudieron solucionar la escasez de agua potable que se generó por un prolongado periodo de tiempo en sector, tras el megadesastre natural de 2010.
"Toda la historia de las poblaciones de los cerros están vinculadas a las vertientes y sus aguas, desde cuando se empezó con las tomas y la gente se reunía en fogatas cercanas a la fuentes y se abastecía con pura agua de vertiente, antes de la llegada del agua potable. Luego se pasó a la suciedad, descuido y abandono, donde no se le daba importancia a su cuidado pero que terminó con el rescate y valorización tras el terremoto, donde la gente se volvió a reunir en torno a las vertientes. Su importancia es vital, porque el agua es vida", explica finalmente Nelson Arroyo, presidente de la junta de vecinos "Santa Julia" del cerro San Francisco. J