Con falda y tacón: las jóvenes oficiales que impresionan por su habilidad sobre los veleros
El 10% de las tripulaciones de veleros que llegaron a Talcahuano son mujeres. Conozca sus experiencias.
l Cecilia Bastías Jerez
Con una facilidad envidiable, las jóvenes de la Armada argentina son capaces de recorrer las complejas escalinatas propias de una gran embarcación como el Buque Escuela "Libertad" de la marina transandina, pese a andar con sus femeninos trajes de falda y tacón.
Con el desplante propio de nuestros hermanos de allende Los Andes, las dos jóvenes muestran algunos de los espacios de la nave en la cual se trasladan en el contexto de la Travesía de Velas Latinoamérica 2014, evento que reúne en Talcahuano a las armadas de seis países.
Natalia Taritolay es guardiamarina del "Libertad" y se encuentra en instrucción a bordo del buque. Ella comenta que gracias a su determinación y empuje decidió comenzar sus estudios para pertenecer a la Armada de la República Argentina. "Entré recién a los 22 años de edad y ya han pasado seis años de eso y me gusta mucho lo que hago", afirma con una sonrisa.
Acerca de si vivió alguna dificultad especial en la marina por el hecho de ser mujer, señala que en realidad considera que para cualquier fémina es difícil mantener cualquier tipo de trabajo en cualquier profesión y de cualquier ámbito. "Por ahí lo más difícil es tener que embarcarse y separarse de la familia por mucho tiempo, por ejemplo para una madre. Aunque en este caso nosotras somos todas solteras por ahora", explica Natalia Taritolay.
En el Buque Escuela argentino que está haciendo el recorrido con Velas Latinoamérica, hay un total de 315 personas, de las cuales 32 son damas. En cuanto a si hay diferencias con sus pares varones, esta joven de 27 años afirma que en el principio de sus seis años de estudio, como eran 60 mujeres, sí había un vínculo más fuerte y por afinidad de género que con los compañeros hombres. "Pero a medida que pasan los años va creciendo la amistad y ahora fácilmente podría decir que los considero parte de mi familia", asegura.
En tanto, la guardiamarina Vanesa Gonza-Gutiérrez, también a bordo del "Libertad", comenta que ella considera que la única diferencia que podría haber entre un varón de la marina y una dama es la fortaleza, no así la condición física. "No quita que nosotras podamos hacer las mismas fuerzas que un hombre, sólo que costará un poco más, pero todo está en entrenar más y hacer más actividad para tener más fuerza. En el resto hacemos todo igual", indica Vanesa. Respecto de la relación con sus compañeros masculinos, ella afirma que la camaradería que se forma con los años es muy agradable.
Lo que no fue un tema de género, ni diferencia de procedencia o clase, fue el susto que debieron vivir los jóvenes oficiales en instrucción al llegar al puerto de Talcahuano, con la alerta de tsunami que se dio el 2 de abril. Día en que, a diferencia del anterior, no zarparon, pero debían estar todos en sus naves, lo que estas guardiamarinas calificaron como una preocupación importante, ya que todos los que estaban a bordo del buque debieron comenzar un operativo para localizar a sus compañeros que estaban lejos del mismo. "Nosotros nos preocupamos bastante y salimos a la calle, la gente está como medio acostumbrada a esto, pero tener que juntar a la dotación en la noche es un procedimiento que se hace en situación de crisis solamente, nunca lo habíamos hecho, pero no pasó del susto. Y es una experiencia que nos sirve bastante", comenta Vanesa Gonza-Gutiérrez.
"Creo que es normal habernos preocupado un poco por haber llegado a Chile y encontrarnos con el tema de los sismos. Eso nos preocupó bastante, por ahora y a lo largo de todo el viaje", señala la guardiamarina Taritolay.
En el Buque Escuela "Guayas" de Ecuador, hay 147 personas, de las cuales ocho son mujeres.
La brigadier alférez Viviana Besilla comenta que en realidad son pocas, pero que hay mucho compañerismo entre ellas. "Al principio es un poco difícil, pero te acostumbras. Lo que nosotras hacemos es apoyarnos entre nosotras, aconsejarnos. Aunque nuestros compañeros también nos apoyan, ellos nos tratan de igual a igual", detalla.
Viviana Besilla agrega que "siempre hacemos exactamente lo mismo, si ellos corren, si nadan, básicamente la única diferencia es que por nuestra biología, no tenemos la misma fuerza".
En tanto, en el Buque Escuela "Esmeralda" chileno, la tripulación es de 336 personas, 39 de ellas de sexo femenino. Una de ellas es la subteniente Paula Barrientos, quien está en el proceso de instrucción a bordo y tiene 22 años de edad. Ella dice que se inclinó por la actividad naval porque su padre es marino y se entusiasmó con este mundo. Según ella, nunca encontró diferencia alguna entre hombres y mujeres, salvo en las marcas para las pruebas físicas, lo que es lógico. Incluso bromea con que la gran diferencia a bordo, son los baños y los camarotes, pero nada más. "Todos nos regimos por el mismo reglamento, seguimos por igual el régimen de a bordo y tenemos las mismas labores", afirma.
Respecto de lo que ha sido la travesía, la subteniente Barrientos comenta que ha sido una experiencia única, ya que en cada país dónde han estado los han tratado con mucho cariño. "La gente desea que conozcamos su país", afirmó.
Trepando, nadando, corriendo o simplemente desplazándose por los buques, estas jóvenes demuestran que no renuncian a su femineidad por pertenecer a las armadas latinoamericanas. J